''El 90% del arte robado en el mundo nunca vuelve''
Isabel Ferrer
Aventura es sinónimo de hazaña y
también de riesgo. Un cóctel irresistible para Arthur Brand, el rescatador
holandés de cuadros y antigüedades robados que acaba de encontrar dos telas
señaladas: Adolescencia, de Dalí, y La Música, de Tamara de Lempicka. Él
prefiere decir que las ha devuelto porque “también son patrimonio nuestro,
aunque tengan un dueño legal”, para relatar a continuación la peripecia —que
rima con aventura— de la restitución. Un caso de manual, esto es, de su manual
de trabajo. Porque los lienzos fueron
sacados a mano armada en 2009 del Museo Scheringa del Realismo,
situado al norte de Ámsterdam. Durante los seis años siguientes, Brand mostró
su interés por recuperar ambas firmas “en los ambientes adecuados”. Luego
esperó la llamada que acabó dando el vuelco esencial.
Un
procedimiento similar resolvió el año pasado el enigma de los denominados Caballos de Hitler, un conjunto escultórico que decoraba la
Cancillería de Berlín y se perdió en la caída del muro, en 1989. Brand los
localizó y dio aviso a la policía germana. Sin olvidar el fiasco de una falsa
cabeza Olmeca, de México, catalogada con el número 18, porque solo se conocían
17. Llegó a ser expuesta en 1996 en España y recuperaba el misterio de una
cultura fechada entre 1500 y 400 antes de Cristo. Propiedad del coleccionista
costarricense Leonardo Patterson, el investigador holandés demostró que era una
falsificación hoy en manos de la policía de Alemania.
Brand viaja sin parar y su
empresa, Artiaz, montada en 2011 con otros dos socios, ya no tiene sede física.
Ayuda a las familias judías expoliadas por los nazis a encontrar sus tesoros, y
el 70% de su trabajo es para coleccionistas particulares que no quieren obras
fraudulentas. En su lista figura un asunto en España, donde colabora con la Guardia Civil, y otro en
China. Todo lo hace por teléfono, o con ayuda de Internet. Los tres principios
que hacen posible su labor: no vulnerar la ley, mantener la palabra dada y
negociar sin tregua. Lo único que desvela de su privacidad es que tiene 46
años, nació en Deventer (al este del país), y estudió Relaciones
Internacionales e Historia. Su excelente español se debe a largas estancias en
Andalucía y en Buenos Aires.
En la charla aporta cifras
reveladoras. Asegura, por ejemplo, que “solo reaparece el 10% del arte robado
en el mundo; el 90% restante nunca vuelve”. Cita de nuevo a la policía alemana,
“que en 2015 calculó en un 30% el volumen de arte falso en el mercado”. Y en
cuanto a los ladrones, aparte de los más recientes por el terrorismo de Al
Qaeda y el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés), según Brand, “en
este mundo hay traficantes de armas, drogas y personas”. También señala al IRA
(Ejército Republicano Irlandés), y la mafia.
“Tal vez recuerde el robo, en
1969, de un Caravaggio titulado Natividad
con San Francisco y San Lorenzo”. Estaba en Palermo, la capital de Sicilia, y
supuestamente se lo llevó la Cosa Nostra. La historia oficial lo da todavía por
perdido, y en su lugar ha sido instalada una réplica digitalizada en el
Oratorio de San Lorenzo, de la ciudad. Brand, sin embargo, no descarta otra
versión más pedestre. “Los mafiosos lo guardaron en una casa de campo, y cuando
lo sacaron para darlo como paga y señal a otro grupo, se lo habían comido las
ratas”. Verdadero o no, el trueque temporal de obras de arte a cuenta de una
deuda es una práctica habitual. De hecho, así acabó encontrando el dalí,
dado que no negocia con los ladrones originales. “Yo no los conozco, pero ellos
a mi sí. Voy dejando mensajes aquí y allí, y al cabo de un tiempo, me llama el
grupo que tiene las obras. Las de Dalí y De Lempicka las
habían recibido en prenda, y cuando vieron que eran robadas, no querían
problemas. En situaciones así hay que ser pragmático. La policía hace todo lo
que puede para detener a los verdaderos autores. Y claro que los que me
telefonean son delincuentes. Pero el peligro de que se pierdan piezas valiosas
es enorme. De todos modos, siempre colaboro, ya sea el FBI, Interpol o fuerzas
locales”, asegura.
Un caso muy cercano y que
continúa en el aire le hace temer por la integridad de las piezas. Se trata del robo de 24 pinturas del Siglo de Oro holandés,
perpetrado en 2005 en el museo Westfries, situado al noroeste del país. Brand y
su equipo demostraron en 2015 que obraban en poder de una milicia
ultraderechista ucrania contraria a los separatistas rusos. Cuatro fueron
recuperadas el pasado abril por los servicios de seguridad ucranios, pero aún
no han sido devueltas. El futuro de siete cuadros sustraídos en 2012 de la sala Kunsthal, de
Róterdam, por un grupo delincuentes rumanos, es aún más peliagudo. Aunque los autores han sido condenados, Brand teme que las telas,
de Picasso, Matisse, Gauguin, Meyer de Haan y Lucien Freud, hayan sido
destruidas. Justo el final que trata de evitar.
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