Coco Chanel a través de sus lecturas
Estel Vilaseca
Retrato de Gabrielle Chanel de julio de 1962.
"Los libros han sido mis
mejores amigos”, le confesó en una ocasión Coco Chanel a su
amigo Paul Morand. La biblioteca de Chanel, además de descubrir a una ávida
lectora, adquiere un peso relevante en la forja de su personalidad y gusto
estético. Del 17 de septiembre y hasta el 8 de enero de 2017, Ca’Pesaro
International Gallery of Modern Art en Venecia acoge la exposición "La mujer que
lee", dedicada a desvelar nuevas facetas de la inagotable biografía de Coco
Chanel.
En esta séptima entrega del ambicioso proyecto Culture Chanel,concebido
por el experimentado comisario Jean-Louis Froment, se aborda la personalidad de
la diseñadora desde una perspectiva inédita: a través de su relación con los
libros y la lectura.
Sófocles,
Shakespeare, Baudelaire, Rilke, Proust, Claudel, Apollinaire, Cervantes y
Mallarmé son algunos de los autores que ocuparon un lugar importante en su biblioteca del número 31 de la Rue Cambon de París y que educaron su gusto por lo
clásico. Sus lecturas le permitieron viajar en el tiempo y establecer un rico
diálogo a través de diferentes épocas. “La vida que llevamos siempre cuenta
poco, la vida con la que soñamos, esa es la existencia que importa porque
continuará más allá de la muerte”, reza la nota escrita de puño y letra por Gabrielle Chanel (Saumur, 1883 - París, 1971) que abre
la exposición. Por primera vez se muestran algunos objetos personales de la diseñadora
junto a joyas y perfumes; libros, dedicatorias, fotografías y obras de arte
conforman las 350 piezas que ayudan a esbozar el retrato de la Coco Chanel
lectora.
Fue la poesía y su relación con los poetas de la época el eslabón principal que le permitió crear una conexión directa entre el mundo de la literatura y de la moda. Las amistades que estableció con Jean Cocteau, Max Jacob y Pierre Reverdy fueron relevantes en la construcción de su imaginario. La amistad con Cocteau fue muy fructífera e ilustra bien las sinergias que se crearon entre estos dos universos. Chanel diseñó el vestuario de varias de las piezas teatrales en las que participaba el poeta y artista, entre ellas el ballet Blue Train de Diaghilev, que contó también con la colaboración de Picasso. Por su parte, Cocteau bocetó algunos de los diseños de Chanel para revistas internacionales.
La
muestra explora con profundidad los vínculos de la diseñadora con personajes
que de alguna manera le ayudaron a moldear esa visión eterna de la belleza y la
moda que creó y que sigue influyendo hasta nuestros días. Desde su amistad con
Misia Sert, la puerta de entrada al mundillo artístico de la época, pasando por
su relación con el movimiento dadaísta en París. Impulsada por Tristan Tzara y
Francis Picabia, la exposición establece una interesante analogía entre los
flyers Dada y la revolucionaria estética de su primer perfume, el Nº 5 lanzado en 1921.
El romance de la diseñadora con
el inglés Boy Capel merece un capítulo a parte. Apasionado de la literatura, el
empresario compartió su afición con ella. La muestra expone por primera vez un
cuaderno en el que Capel anotaba citas e impresiones sobre sus lecturas.
Además, la relación que mantuvieron durante 12 años inspiró el libro Lewis and
Irène, de Paul Morand. Después de su trágica muerte por accidente en 1919,
Gabrielle Chanel guardó como si fueran auténticos tesoros sus libros. Leerlos
fue una forma de recordarle y estar cerca de él. Es en esa época cuando Misia y
José María Sert se la llevan de viaje a Venecia por primera vez y se convierten
en partícipes del flechazo entre la diseñadora y la ciudad italiana que acoge
ahora la exposición.
Después de Moscú en 2007,
Shanghái y Pekín en 2011, Cantón y París en 2003 y Seúl en 2014, Jean-Louis
Froment y su Culture Chanel recalan en Venecia. Prendada por la belleza de su
arquitectura, Coco Chanel trasladó a su apartamento parisino su estética
suntuosa y barroca que expandió luego a sus joyas y a los bordados con hilo
dorado de alguno de sus vestidos. La muestra se completa con una selección de piezas de Karl Lagerfeld, actual diseñador de
la firma francesa, que, al igual que los libros, hablan del legado que Chanel
dejó: la pureza de líneas, su gusto por el clasicismo, su atracción por el
barroco y su amor por Rusia y los dorados de Venecia.
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