El cambio climático, vivero de nuevos virus *
Aunque puedan parecer conceptos no relacionados, lo
cierto es que el cambio climático que tanto nos preocupa también afecta a uno
de nuestros grandes desafíos en salud pública: los virus que nos infectan. La
conexión clima-virus requiere entender algo de ambos asuntos e identificar el
punto en que confluyen.
La ingente cantidad de datos que manejan los investigadores ha puesto de manifiesto de forma incuestionable que el ser humano, la sociedad globalizada, está interfiriendo en la dinámica climática.
La ingente cantidad de datos que manejan los investigadores ha puesto de manifiesto de forma incuestionable que el ser humano, la sociedad globalizada, está interfiriendo en la dinámica climática.
La particular fisiografía de la Tierra, donde dos terceras partes de su superficie la ocupa el Océano, hace que ese entorno sea objetivo fundamental de investigación. Los mares son los encargados primordiales de la distribución de energía en nuestro sistema terrestre, y por consiguiente determinantes en la configuración definitiva de franjas climáticas; sus entresijos son potencialmente capaces de generar y albergar señales. Embarcaciones sofisticadas, repletas de científicos implicados en programas internacionales, exploran los océanos para arrancar de sus fondos y aguas rastros que nos aproximen a ese pasado, siguiendo técnicas propias de la denominada Geología Forense.
La distintiva
visión azul del océano cuando contemplamos la Tierra desde el exterior se
convierte en blanco prístino en los extremos geográficos, en las regiones
polares, donde los glaciares más desarrollados, Antártica y Groenlandia,
aparentemente perennes, se rodean de hielo marino helado, oscilante, vivo. Esas
manchas aparentemente insignificantes son muy sensibles al cambio climático y a
su vez son también responsables en último extremo de la dinámica climática,
cambios en su extensión y ubicación son determinantes.
Una de las premisas de la paleoceanografía, ciencia que relaciona historia y presente, es que el pasado es la clave para explicar el futuro. El futuro de un planeta y de una sociedad, el de sus miembros y todo lo inherente a los mismos, donde la salud es uno de los factores que más atención ha de merecer, tiene una incuestionable relación con el entorno, con el ambiente y las variaciones que puedan operarse en él.
Una de las premisas de la paleoceanografía, ciencia que relaciona historia y presente, es que el pasado es la clave para explicar el futuro. El futuro de un planeta y de una sociedad, el de sus miembros y todo lo inherente a los mismos, donde la salud es uno de los factores que más atención ha de merecer, tiene una incuestionable relación con el entorno, con el ambiente y las variaciones que puedan operarse en él.
Los virus son una
parte integral del ecosistema y existen donde se encuentra vida. Son muy
abundantes en las aguas marinas, excediendo un millón de partículas víricas por
mililitro. Los modelos actuales predicen que todavía existen más de 300.000
nuevos virus pendientes de ser descubiertos. Las barreras entre infecciones de
animales y humanos son muy pequeñas y los virus constantemente cruzan estas
barreras. De hecho, casi dos tercios del total de las enfermedades
transmisibles humanas son zoonosis y existen distintas formas de transmisión de
los virus, algunas de las cuales están condicionadas por el cambio climático de
una forma notable. Los virus utilizan medios muy variados para transmitirse,
incluyendo el contagio directo entre humanos (virus de la hepatitis C, HIV y
Ébola), a través de aves, mosquitos, y garrapatas (virus del Nilo Occidental,
Chicungunya y Zika), por el aire (virus de la gripe y coronavirus), por
transfusiones de sangre (hepatitis C y HIV) y mediante los alimentos y el agua
(enterovirus).
El clima es uno de los factores que condiciona la distribución de
varios de los vectores que transmiten los virus patógenos. Como ejemplos, las
aves potencialmente transmisoras de virus cambian sus trayectorias migratorias
en respuesta a cambios de temperatura del planeta. Asimismo, las variaciones en
la localización y extensión de humedales alteran la proliferación de las larvas
de insectos que son transmisores de virus patógenos. Es muy importante destacar
que la distribución geográfica y estacional de vectores y de las enfermedades
que transmiten, no solamente depende del clima sino también de otros factores
como el uso de la tierra, factores culturales y socioeconómicos, control de
plagas, acceso a un sistema sanitario, y la respuesta de la sociedad a
enfermedades de riesgo, entre otros. De nuevo, a modo de ejemplo, los envíos de
mercancías o los viajes de personas a larga distancia pueden condicionar de
forma dramática la diseminación de un virus por el hombre, dándole unas
dimensiones no observadas en la antigüedad. Así mismo, la evasión de los virus
de las defensas del hospedador como la respuesta inmune, o la facilidad con la
que evoluciona el genoma de los virus, permitiendo su adaptabilidad a nuevas
especies, también condicionan de forma significativa su diseminación, tal como
ocurre con los virus de la gripe y en general con virus que tienen al ARN como
material genético.
Los virus interaccionan de forma muy diferente con el hospedador. Ambos libran una batalla en la que cada uno utiliza un complejo arsenal de recursos para controlar al otro. La aparición de nuevos virus probablemente va a continuar y es necesario el desarrollo permanente de nuevas estrategias para prevenir las enfermedades que causan. La protección frente a las epidemias virales tiene muchas vertientes, pero la prevención mediante la vacunación es una de las más eficaces, probablemente seguida por el tratamiento con agentes antivirales.
Los virus interaccionan de forma muy diferente con el hospedador. Ambos libran una batalla en la que cada uno utiliza un complejo arsenal de recursos para controlar al otro. La aparición de nuevos virus probablemente va a continuar y es necesario el desarrollo permanente de nuevas estrategias para prevenir las enfermedades que causan. La protección frente a las epidemias virales tiene muchas vertientes, pero la prevención mediante la vacunación es una de las más eficaces, probablemente seguida por el tratamiento con agentes antivirales.
En muchos laboratorios del mundo se está investigando para entender mejor el cambio climático y sus consecuencias, así como en nuevos métodos para prevenir y combatir las enfermedades víricas. La prevención de las causas generales que subyacen al problema resulta esencial. Por ello es imprescindible que los científicos advirtamos a nuestros políticos, por más que vivan de espaldas a la ciencia, que el cambio climático es una realidad apoyada por datos objetivos. Si no se frena, sus efectos se harán notar no solamente en el aumento del nivel del mar o en impredecibles perturbaciones atmosféricas (como huracanes y tormentas de creciente intensidad por el aumento de la temperatura de los océanos) sino también en forma de vivero insidioso de nuevos virus de comportamiento también impredecible.
*Por José-Abel Flores catedrático de la Universidad de Salamanca y Luis Enjuanes y Esteban Domingo profesores de Investigación del CSIC y miembros de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
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