Abre la botella, amigo, que tenemos un poema.
Loreto Sesma
Poco se habla de los que hacen resurgir tu mundo día a día.
De esos amigos que
siempre han estado ahí y que te han visto en tus mejores
momentos y en los
peores.
Esos amigos que te
llenan la copa cuando ves el vaso medio vacío y te
quitan la botella cuando
estás al borde del abismo.
Los amigos que te miran
y te dicen lo preciosa que eres, lo bonitas que
haces que sean las
calles cuando pasas.
Poco se habla de cómo su
abrazo puede hacer que todos los problemas se
olviden.
Poco se habla de los
amigos que son verso, poema, poeta y que no son
Madrid, ni Barcelona, ni
París, porque son hogar, refugio, sonrisa.
Poco se habla de esos
amigos que te sacan a bailar bajo la lluvia, bajo el
sol de agosto, y las
estrellas de cualquier cielo. De esos que saben cuál
es tu comida favorita y
de qué color te gusta pintarte los labios.
Amigos que harían
cualquier cosa por ser armazón y que nunca te hirieran.
Resucitar en un abrazo
después del dolor en el pecho, un abrazo de esos que
hacen crujir los huesos
y que te falte el aire.
Poco se habla de los
amigos que escuchan siempre los versos de otros para
otros y que en realidad,
son los que reconstruyen siempre el poema.
Por eso te he escrito
esto, a ti, que siempre me has puesto los pies en el
cielo, que me enseñaste
que soñar se puede también con los ojos abiertos.
Me dijiste que el amor
no entiende de kilómetros y me demostraste que el
amor es una locura en la
que loco y loca, o loco y loco, o loca y loca; me
da igual, no encuentran,
ni quieren encontrar la cordura. Me has dado tanto
que incluso la poesía se
queda corta. Y sí, ya sé que dices que soy un
desastre, que pierdo el
mando en la mayoría de las situaciones, eso de:
joder pequeña, cómo la
has liado. Pero también me dices que soy preciosa y
que tengo un corazón que
no me cabe en pecho, que lo hecho, hecho está y
tire pa’ lante. Porque
tú me llevaste a una azotea para que dejase de
sentirme tan pequeña y
gritara que no le tengo miedo a nada, me agarraste
de la mano al cruzar la
calle y me regalaste flores el 14 de febrero para
que me sintiese flor
entre tanto capullo.
A mí que no me jodan,
grandullón, poesía eres tú, diga lo que diga, o que
quiera decir o intente
decir Bécquer.
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