jueves, 30 de julio de 2015

SIEMPRE LA MODA...



La moda antes de las revistas

El Rijksmuseum de Ámsterdam presenta 8.000 grabados de vestidos y trajes entre los siglos XVII y XX, precursores de las publicaciones actuales









Antes de que la fotografía inundara las revistas de moda, los diseños de ropajes con las últimas tendencias de las cortes europeas, que solían marcar la pauta, llegaban a la clientela en forma de grabados. El Rijksmuseum de Ámsterdam cuenta con 8.000 de estas ilustraciones, fechadas entre los siglos XVII y XX y procedentes de dos colecciones particulares. El conjunto acaba de ser ordenado y digitalizado, y compone una de sus colecciones más vistosas dispuesta ahora en una muestra no menos atractiva. 

Se titula Nuevo para Ahora, y es justamente eso, una galería con las novedades estilísticas portadas por aristócratas, cortesanos, damas de la alta burguesía y caballeros elegantes a lo largo de año. Y sí, los franceses copan unos dibujos en blanco y negro y también en color, donde las sedas, corsés, sombreros y peinados imposibles dan paso a las vestimentas casi geométricas de los Años Veinte. Las láminas incluían una descripción del modelo y el tipo de tejido utilizado. De ahí que se consideren precursoras de publicaciones tan famosas hoy como Harper´s Bazaar o Vogue. Para que resultaran atractivas, los editores contrataban a excelentes ilustradores que reproducían con gran detalle vestidos, levitas y pelucas llenas de flores y pájaros. Una vez obtenida la estampa, el color se añadía a mano. Con el tiempo, el ejemplar incluía un patrón para copiar mejor el modelo. Los dibujos llegaron a ser muy populares, y aunque se distribuían en solitario, al coleccionarlos para adaptar los vestidos a los gustos particulares formaban una especie de catálogo. Lo más parecido a una revista de moda.









Los 8.000 grabados del museo holandés proceden de dos colecciones particulares (Raymond Gaudriault y MA Ghering-van Ierlant) adquiridas en 2009. La exposición incluye más de 300. En la base de datos de la sala aparecen todos y permiten comprobar asimismo los detalles que marcaban las clases sociales. En la calidad de las telas, complejidad de los bordados e incontables pliegues, podía verse al noble o al burgués. En la segunda mitad del siglo XVIII hubo un cambio temporal. Antes de la Revolución francesa (1789), la extravagancia dominaba el atuendo de la aristocracia. Después, cuando el sentido de grandeur fue patrimonio nacional y no de unos pocos privilegiados, la inspiración de los diseñadores podía surgir de la propia calle. Con la llegada de la fotografía, los dibujos de moda en color no desaparecieron. Hasta bien entrado 1950, aparecían en las, entonces sí, revistas de moda propiamente dichas. La muestra permanecerá abierta hasta el 27 de septiembre y en su montaje han participado el diseñador holandés Christian Borstlap y los ilustradores de moda Piet Paris y Quentin Jones. Esta última ha colaborado para firmas como Chanel y Kenzo.









miércoles, 29 de julio de 2015

ANCESTROS





El viaje de la primera persona que pisó América










Cristóbal Colón obviamente no descubrió América. Cuando llegó con sus carabelas en 1492 ya estaba habitada de cabo a rabo. Los científicos llevan décadas devanándose los sesos para averiguar a quién le corresponde el honor de ser el primero en pisar el continente y dos nuevos estudios arrojan ahora luz sobre el enigma. Uno de ellos, liderado por el genetista Eske Willerslev, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), detalla el itinerario seguido por los auténticos padres de América.

Los primeros valientes que se atrevieron a explorar el continente partieron de la actual Siberia hace como mucho 23.000 años, durante el Último Máximo Glacial, una época en la que el norte de Europa se encontraba cubierto por completo por el hielo. Aquellos pioneros, un grupo de cazadores, habrían quedado aislados durante 8.000 años en Beringia, un puente de tierra hoy inundado y convertido en un brazo de mar entre Siberia y el extremo noroccidental de América, según el trabajo de Willerslev.



Tras ese paréntesis en Beringia, la población de origen siberiano habría saltado a América en una sola oleada, avanzando hacia el sur y separándose en dos grupos hace unos 13.000 años, coincidiendo con el derretimiento de los hielos. Aquellas dos ramas, sostienen los investigadores, dieron lugar a todas las diversas poblaciones de nativos americanos que conocemos hoy, excepto la de los esquimales inuit. El estudio de Willerslev, publicado en la revista Science, ha comparado los genomas de 110 personas de América, Siberia y Oceanía con los genomas de tres esqueletos ancestrales.

Uno de estos últimos perteneció a un niño fallecido hace 24.000 años en Mal’ta, un yacimiento siberiano en el que se han hallado estatuillas talladas en marfil de mamut. Otros restos corresponden al llamado niño de Anzick, que pululó por la actual Montana (EE UU) hace 12.600 años y fue miembro de la cultura Clovis, una de las primeras del continente. Y el tercer esqueleto mantuvo erguido hace 4.000 años a un paleoesquimal de la cultura de Saqqaq, una de las primeras conocidas en Groenlandia.

Restos del niño de Mal'ta.

Durante cuatro años, un centenar de científicos ha trabajado con estos datos genéticos para dilucidar, por fin, el camino y la identidad de los primeros americanos. Entre los investigadores se encuentran Cristina Valdiosera y Ricardo Rodríguez Varela, del Centro Mixto de Evolución y Comportamiento de la Universidad Complutense de Madrid. Ambos han analizado restos óseos de los pericúes, un pueblo que habitó el sur de la península de Baja California (México) hasta que sus últimos miembros fallecieron en el siglo XVIII. Los pericúes se consideraban un vestigio de los primeros americanos, por sus similitudes craneales y faciales con otros pueblos asiáticos, pero el nuevo estudio lo descarta.
Sin embargo, el punto y final a la controversia científica sobre los primeros americanos no ha durado ni un segundo. Al mismo tiempo que se publicaba el estudio en Science, otro equipo de investigadores anunciaba otras conclusiones en la revista Nature. Ambos grupos desconocían la coincidencia hasta hace pocos días.

El segundo estudio, dirigido por David Reich, de la Escuela de Medicina de Harvard (EE UU), ha analizado datos genómicos de 30 poblaciones de nativos americanos y de 197 pueblos de otros continentes. Sus resultados muestran que “una pequeña parte”, no más de un 2%, del ADN de algunas tribus amazónicas deriva de una población similar a la de los indígenas australianos, de Papúa Nueva Guinea y de las islas indias de Andamán.
El equipo de Reich sugiere que los primeros americanos llegaron hace más de 15.000 años por el estrecho de Bering (el antiguo puente de tierra de Beringia) en dos oleadas, una compuesta por siberianos y otra bautizada Población Y que cargaba genes de origen australoasiático. En 2012, el propio Reich publicó otro estudio en Nature que postulaba tres oleadas en lugar de dos. Ambos grupos científicos trabajan ahora para intentar conciliar sus datos.
El estudio que apoya una única oleada hace 23.000 años también ha detectado en nativos sudamericanos algunas trazas de material genético de pueblos australianos y melanesios, pero quita importancia a estos indicios, según explica uno de los autores, Rasmus Nielsen, profesor de Biología Computacional de la Universidad de California en Berkeley. “Una posible explicación es que la conexión refleje un flujo genético más reciente, quizá en los últimos 10.000 años, en lugar de apoyar la hipótesis de una conexión entre los primeros americanos y los melanesios y australianos”, señala Nielsen.

"En general, las dos investigaciones están de acuerdo en la huella de australianos y melanesios que se encuentra en algunos grupos de nativos americanos, y en que esta huella probablemente no proviene de pueblos relacionados con australianos o melanesios migrando directamente a América", añade Maanasa Raghavan, colega de Willerslev en la Universidad de Copenhague. "La diferencia entre los dos estudios tiene más que ver con el momento y la forma en los que esta huella llegó a América", aclara.
Sobre las razones para saltar de continente, “todo son especulaciones”, según reconoce Nielsen. “Pudieron moverse en busca de nuevos recursos, quizá grandes mamíferos para cazar”, hipotetiza. Los primeros americanos quizá no tenían sangre australiana, pero lo que tenían casi seguro era hambre.










martes, 28 de julio de 2015

POMPEYA





La segunda vida de Pompeya







Pompeya hoy



Uno de los primeros dibujos de Pompeya que se conservan, de 1792-93, obra de Jacob Philip Hackert,
albergado en el Stiftung Weimarer Klassik und Kunstammlungen.



El descubrimiento de Pompeya y Herculano no sólo abrió una ventana inédita a la vida cotidiana de la antigua Roma sino que, desde que comenzó a correr la noticia de su hallazgo en el siglo XVIII, se convirtió en una poderosa metáfora de la vida y la muerte, de la capacidad de destrucción de la naturaleza y la fragilidad de cualquier empresa humana. Goethe, Chateaubriand, Stendhal, Mozart, Cocteau, Picasso, Klee, Freud, Le Corbussier fueron algunos de las decenas de escritores, artistas, arquitectos o investigadores que viajaron hasta el sur de Italia para buscar respuestas bajo el volcán. 




Le Corbusier visitó las ruinas de Pompeya en 1911. Este es uno de los dibujos que realizó. París.
 Fundación Le Corbusier.

Una exposición que se puede ver en el Museo Arqueológico de Nápoles y en el propio yacimiento de Pompeya hasta noviembre, Pompeya y Europa. 1748-1943, reúne obras de decenas de museos e instituciones para mostrar la gigantesca influencia de las ciudades que enterró el Vesubio en el arte y el pensamiento de Europa.


Un oleo de Filippo Palizzi, de 1865, que muestra una trabajadora en las excavaciones fascinada por
 la contemplación de una venus que acaba de ser descubierta. Colección privada.


Picasso y Leonide Massine en una visita que hicieron a Pompeya junto a Jean Cocteau en 1917
 Museo Picasso de París.

Dos mujeres corriendo en la playa. Cuadro de Picasso de 1922 inspirado por su visita a Pompeya. 
Museo Picasso de París.

Giacinto Gigante, las excavaciones de Pompeya con un artista. 1959. Sorrento,
 Museo Correale di Terranova.

La sede de Nápoles ofrece obras de museos de media Europa, en muchos casos junto a los originales romanos en los que se inspiraron, una comparación que demuestra el infinito talento de esos artesanos anónimos. Además ha recuperado fascinantes rarezas como los planos y dibujos de la mansión pompeyana que el príncipe Jerôme Napoleon –primo de Napoleón III– se hizo construir en la avenue Montaigne de París, una especie de pastiche tipo Las Vegas avant la lettre que fue derruida a finales del siglo XIX. 
En cambio, la sede pompeyana recupera una joya a la vez histórica y arqueológica: los primeros yesos de las víctimas del Vesubio, los romanos robados al pasado gracias al ingenio del primer gran director del yacimiento, Giuseppe Fiorelli.


Yesos de las víctimas del Vesubio en la exposición Pompeya y Europa.


La exposición Pompeya y Europa muestra una parte significativa del archivo fotográfico del yacimiento.
 En este caso,se trata de una imagen de dos yesos de víctimas de la erupción.

Los habitantes que se quedaron en Herculano durante la erupción fueron abrasados y pulverizados por una nube de gas de más de 300 grados, pero las víctimas de Pompeya perecieron enterradas por toneladas de materiales geológicos expulsados por el Vesubio. Sus cuerpos se descompusieron a lo largo de los siglos, convirtiendo en vacío el momento exacto de su muerte: su expresión, sus ropas, las personas que les acompañaban… Fiorelli, el director de Pompeya en el momento de la unidad de Italia y el gran modernizador del yacimiento, tuvo la idea en 1863 de introducir escayola en ese vacío y capturar aquel instante trágico del año 79. Más allá de su inmenso valor documental –nunca antes nos habíamos podido encontrar cara a cara con personas que vivieron y murieron en la antigüedad–, los primeros yesos tienen también un enorme valor como objetos en sí.
Contemplarlos ahora reunidos y restaurados, en una pirámide de madera construida en el anfiteatro de Pompeya, es a la vez un espectáculo emocionante y atroz. Se ven sus expresiones, sus ropas, se intuyen las historias que cuentan: dos mujeres que murieron juntas, una familia con dos niños, uno de los cuales parece dormido, otro posado sobre el vientre de su madre… “En una entrevista en 1863, Fiorelli asegura que la antigüedad ya no se estudiará a través de las estatuas, sino con esas figuras que recrean el momento mismo de la muerte”, explica Massimo Osanna, superintendente especial para Pompeya, Herculano y Stabia en su despacho, el único lugar refrigerado de las ruinas en una jornada abrasadora de julio. “Para nosotros la exposición sólo tiene sentido si es a la vez un proyecto científico y por eso es tan importante la restauración de los yesos”, prosigue.


Imagen de Domenico Anderson de la Casa de los Capiteles. En torno a 1920. Roma.

Imagen de Domenico Anderson del noroeste del foro de Pompeya en torno a 1920. 

La muestra arranca en 1748, cuando comenzaron las excavaciones bajo Carlos III, y termina en 1943, cuando en agosto y septiembre los aliados bombardearon tres veces la ciudad porque creían que se escondía entre las ruinas una división de las SS. Pinturas, casas, calles y algunos yesos originales fueron destruidos entonces. “Hemos querido acabar la muestra con ese momento trágico que todavía condiciona la política de conservación”, explica Osanna, nombrado hace dos años, que se enfrenta al dificilísimo reto de sacar a Pompeya por segunda vez de las ruinas.
Mientras recorre las salas de la exposición en su sede napolitana, bajo un calor pegajoso y asfixiante –el Museo Arqueológico de Nápoles no tiene aire acondicionado–, el conservador Luigi Gallo va explicando la cantidad de museos e instituciones que han prestado piezas, desde el Palacio Real de Aranjuez hasta el British Museum, el Louvre, la fábrica de porcelanas de Meissen, museos de Bellas Artes de Angers, Odense, Estocolmo, Copenhague, Montauban o Besançon o el Museo Picasso de París. “Es una exposición que muestra la segunda vida de Pompeya”, explica Gallo, que ha trabajado durante un año y medio en la organización de la muestra que ha requerido todo tipo de complejas negociaciones para reunir las piezas.
La ciudad, ya sea por su arquitectura, sus pinturas, su erotismo –que los Borbones recluyeron en el famoso Gabinete Secreto– o sencillamente por el descubrimiento de la capacidad destructiva del Vesubio, se coló en todos los rincones del arte Europeo y se multiplicó en todo tipo de piezas. Los primeros viajeros, como Goethe o Stendhal, dejaron paso a los artistas. 


Pompeya fue bombardeada por los aliados durante la II Guerra Mundial, en 1943. Algunas imágenes del desastre 
se conservan en el archivo del yacimiento.

La muestra se cierra con un casco de gladiador tracio, una pieza que alberga el Museo del Louvre, extraordinaria por su estado de conservación, pero también por su historia: se lo regaló el rey de Nápoles Fernando IV a Napoleón en 1802, cuando era primer cónsul, para tratar de ganar su favor, aunque el emperador acabaría por echarle de Nápoles. Es la primera vez que vuelve a Italia desde entonces.


Dibujo romano que muestra al centauro Quirón con Aquiles del siglo I de nuestra era (izquierda) junto a una recreación que pintó 
Gustave Moreau en 1859. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles, y Museo Gustave Moreau, París.

El conjunto que forman las ciudades enterradas por el Vesubio en el año 79 es considerado el yacimiento arqueológico más valioso del mundo porque ningún otro ha aportado tanta información sobre el pasado. Además, es el monumento más visitado de Italia —se esperan tres millones de turistas en 2015 y recibió 2,7 en 2014—. Eso, en sí, ya es un desafío de conservación. Además hay que añadir las infiltraciones de la Camorra, los robos de pinturas, los muros derrumbados, las casas cerradas que convirtieron a Pompeya en una metáfora de todos los males que padece el patrimonio histórico italiano.
En los últimos meses, gracias al Proyecto Gran Pompeya que reúne fondos europeos e italianos, se han abierto varias casas, se ha restaurado la Villa de los Misterios y, sobre todo, detrás de las viviendas cerradas se nota actividad, excavaciones, arqueólogos trabajando, no abandono. Esta muestra se enmarca dentro de ese esfuerzo para rescatar la ciudad de una segunda destrucción.

Pompeya no sólo esconde todavía una cantidad ingente de datos sobre el mundo romano –en una excavación reciente en una zona popular de la ciudad se descubrieron huesos de jirafa, lo que demostraba la sofisticación de los menús que se ofrecían–, sino que ha marcado como ningún otro hallazgo la imaginación occidental, con obras maestras que van desde La flauta mágica de Mozart hasta el filme de Roberto Rossellini traducido como Te querré siempre (El viaje a Italia en su versión original), que muestra cómo un matrimonio en crisis interpretado por Ingrid Bergman y George Sanders contemplan la recuperación en yeso de dos víctimas. "Rossellini intuye la esencia de Pompeya: la capacidad que tiene para hacernos meditar sobre la vida y la muerte",  explica Osanna.


Porcelana de Meissen de Christian Gottfried Jüchtzer, que se inspira de un motivo Pompeyano. Museo de la Fábrica 
de Porcelona de Meissen.





Francesco Bongiorni ( Diseñador Gráfico, Artista )

Exactly 1936 years ago, on August 24, 79 AD the Vesuvius erupted and caused the destruction of the city of Herculaneum, Pompeii and Stabiae. This drawing is made of stones and ash collected on the edge of the crater this morning. ( 24/08/ 2015)



















lunes, 27 de julio de 2015

FACUNDO MANES




"La multitarea baja el rendimiento"

Joseba Elola









Cuando en el año 2001 Facundo Manes regresó a su país, Argentina, después de cursar un máster de Ciencias en Cambridge, tuvo claro que para crear un polo científico relevante solo hacían falta cuatro paredes y un puñado de mentes brillantes. Le inspiró su paso por los Laboratorios Cavendish, lugar que ha visto desfilar a mentes como las de Isaac Newton o Stephen Hawking. Ni corto ni perezoso, fundó el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) con la idea de investigar temas como la memoria, la toma de decisiones o las emociones de manera multidisciplinaria, fundiendo los conocimientos de científicos de distintas áreas. Hoy, su creación es un polo de referencia en el continente latinoamericano. Ha producido más de 180 trabajos científicos, que han sido publicados en prestigiosas revistas internacionales como Brain o Nature Neuroscience.

Desde Ineco, desde los platós de televisión, desde la publicación de sus  columnas periodísticas en Clarín y La Nación o desde sus libros, el neurólogo Facundo Manes divulga su labor investigadora sobre ese órgano de apenas un kilo y medio de peso, “el que nos hace humanos”, el que cautivó su atención desde las primeras clases de anatomía. Hombre mediático, de verbo fácil y apasionado, muy popular en su país de origen, su nombre terminó de estar en boca de todos cuando el cerebro que tuvo entre sus manos fue el de la presidenta argentina. Ocurrió en octubre de 2013, cuando estuvo al frente del equipo que trató a Cristina Fernández de Kirchner, que permaneció internada en el Instituto Favaloro, que él dirige, tras ser sometida a una operación de cráneo. “Lo más difícil en casos como ese, por todas las presiones que hay de todos los lados, es poner el foco en la actividad”, dice Manes, de 46 años, “Es un orgullo que todo saliera bien en un momento de tanta intensidad como ése”.

Pregunta. ¿Y qué aprendió de esa experiencia?

Respuesta. Aprendí que todos somos humanos.Hombre al que inspira la figura de Raúl Alfonsín, Manes ha sido cortejado políticamente, entre otros, por el presidente de la centrista Unión Cívica Radical, Ernesto Sanz. Y él no descarta un salto al ruedo político, siempre y cuando sea para conducir a Argentina “hacia una sociedad basada en el conocimiento”.
Durante esta entrevista, el rector de la Universidad Favaloro de Buenos Aires se muestra como un hombre que se abalanza sobre las preguntas. Las aguarda con la mirada fija, quieto, inmóvil. Y en cuanto cesa el enunciado, se lanza a por la respuesta como si de una presa se tratara.
Su pasión, sus ganas de convencer, su afán de divulgar, todo ello empuja su cuerpo hacia adelante, le conduce al borde de la silla de cuero en que se sienta en esta calurosa tarde madrileña. Es un hombre dinámico, que no está para tonterías, expeditivo. Cuando se levanta y va algún sitio, va, eso queda claro, va.

P. Usted afirma que el modo en que pensamos es el modo en que sentimos.

R. Sin duda. Una de las grandes cosas que hizo la neurociencia fue poner las emociones al mismo nivel que los procesos cognitivos racionales. Por mucho tiempo se consideró que para pensar claramente uno tenía que deshacerse de las emociones. Hoy sabemos que la emoción y la razón son necesarias para nuestra conducta; es más, sabemos que la emoción guía nuestra conducta, facilita la toma de decisiones, consolida la memoria. La emoción da color a los estados mentales: es imposible imaginarnos la vida sin alegría, sin tristeza, sin celos, sin odio, sin admiración. 

P. ¿Podemos cambiar lo que sentimos?

R. Si siento celos, admiración, rencor o bronca, no puedo modificar el disparo emocional, pero puedo modular las consecuencias de ese disparo. Podemos cambiar la manera en que pensamos para cambiar la manera en que sentimos. Es parte del trabajo de la terapia cognitiva: la realidad no la puedo cambiar, pero sí cómo respondo a ella.

P.  Entramos en el terreno de la terapia…

R. La terapia cognitiva, basada en las ciencias modernas, ha demostrado ser eficaz en trastornos de ansiedad, obsesivo-compulsivos; pero se puede aplicar a cualquiera, sin necesidad de que tenga un trastorno mental: todos tenemos ansiedades, miedos, paranoias, depresión, angustia, tristeza. ¿Dónde está el límite entre lo normal y lo anormal? En el momento en que afecta a tu vida diaria, a la esfera laboral, social.

P. Este suplemento se llama Ideas, así que la pregunta es obligada. ¿Cómo se gestan las ideas?

R. Somos mucho más automáticos de lo que pensamos; a veces somos racionales y deliberativos, pero no siempre; tomamos decisiones sociales. Muchas veces, cuando discutimos, tenemos un sesgo de confirmación; lo único que hacemos es buscar argumentos que confirmen los pensamientos previos. Pero, ¿cómo surgen las grandes ideas? En mi opinión, hay muchos libros, muchos cursos sobre creatividad, pero todavía no sabemos cómo el cerebro da lugar al momento eureka.

P.  Muchas veces la mejor idea aparece cuando uno ha desconectado de la cuestión y está relajado.

R.  Sí, pero antes hay que estar obsesionado con un tema. En términos de creatividad, la inspiración es para amateurs. Uno de los aspectos clave de la idea es la preparación, la incubación; los pensamientos obsesivos en torno a una cuestión influyen más en esa creatividad que el coeficiente intelectual; hay que tener pasión, estar obsesionado. Paul McCartney escribió Yesterday durmiendo, pero venía pensando en ello. Cuando estamos tirados en el sofá; o durmiendo en el auto, atrás, aparece el momento eureka. Bajan los centros atencionales y ejecutivos y aparecen los centros de asociación. Además, para crear hay que estar un poco loco; y hay que estar preparado para equivocarse.

P. Pero nuestras sociedades no perdonan demasiado el error...

R. Estigmatizan el error.

P.  Y es un error.

R. Sí, un error (risas). Steve Jobs se equivocó muchas veces antes de hacer el iPad. Galileo, también. El contexto creativo es clave. ¿Por qué Silicon Valey produce más tecnología que cualquier otro lugar? ¿Por qué Cambridge es mejor universidad que otras? Por el contexto creativo.

P. En Usar el cerebro, editado por Paidós, usted cita la obra del tecnoescéptico Nicholas Carr que, en Superficiales. Qué está haciendo Internet con nuestras mentes, alerta de ciertos peligros, de capacidades que perdemos como consecuencia del uso masivo de tecnologías. Usted disiente y sostiene que no existe ninguna evidencia de que las nuevas tecnologías estén atrofiando nuestra corteza cerebral.

R. No veo que Internet y la tecnología vayan a generar un nuevo lóbulo cerebral, porque tampoco lo hizo la imprenta. La tecnología nos va a facilitar la vida en muchos aspectos. Pero, en gentes, niños, adolescentes y adultos, con sesgos ansiosos, compulsivos u obsesivos, va a disparar este tipo de conductas. Es importante que los jóvenes se vuelvan a aburrir, que tengan introspección, que imaginen; porque si están todo el día conectados, eso genera estrés; y la multitarea baja el rendimiento cognitivo.

P. ¿Eso qué significa, que somos menos eficaces?

R. Somos menos eficaces: hay más estrés y más cansancio. Pensamos que somos eficientes haciendo muchas cosas a la vez, pero en realidad la multitarea baja el rendimiento cognitivo.

P. El ser humano es cada vez más inteligente si atendemos a los coeficientes intelectuales, es el llamado Efecto Flynn. ¿Es eso así?

R. La ciencia no puede medir toda la inteligencia. El coeficiente intelectual no la abarca en su totalidad: hay inteligencia empática, emocional, social… Pero lo que muestra el Efecto Flynn, en chicos bien nutridos, bien estimulados, es que se suele rendir mejor en ciertas tareas del coeficiente intelectual generación tras generación.

P. ¿Y eso por qué ocurre? ¿Nosotros, como máquinas, nos vamos perfeccionando?

R. Sin duda. En eso influye que hay mejores condiciones de estímulo cognitivo y emocional para las nuevas generaciones.

P. ¿Los hijos de esta generación serán por tanto más listos que sus padres?

R. En algunos aspectos de la inteligencia. Pero no en toda, porque la inteligencia no se puede medir, dada su complejidad. ¿Cómo se mide el humor, la ironía, la empatía?

P.  En su último libro usted se pregunta sobre si se puede medir, o no, la felicidad. Reflexiona sobre el concepto de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) como indicador alternativo al PIB. ¿Qué tiene la neurociencia que decirnos sobre la felicidad?

R. El cerebro está preparado para huir del peligro y buscar el placer. Y yo creo que uno de los avances en la neurociencia va a ser que con el tiempo se va a intensificar el valor del manejo del tiempo personal; y el manejo de las emociones. Uno puede ser millonario, pero si no maneja su tiempo y sus emociones, es un miserable.




De Materia. El País. España






viernes, 24 de julio de 2015

LINEA FRONTERIZA II




  Una Muerte 

   Alejandro Insaurralde

  










"Se acerca la noche y aún me inquieta pensar que no cuento con elementos suficientes para salvaguardar a esta mujer."


Mi reloj marca las once y media de la noche y ya es tiempo de tomar una buena ducha. Hoy es sábado, cualquiera optaría por salir a ganar la noche, pero lo cierto es que no me siento en condiciones de evadir la realidad. Este asunto me quitó motivaciones y fingir una diversión me demandaría ahora un colosal esfuerzo. Activé el contestador automático para filtrar llamadas, no deseo otra cosa en este momento que entregarme al sueño.
Inserto un CD en la compactera. Es ya medianoche y el confortable diván del living se prepara para recibirme. Opté dormir ahí esta noche debido al desorden que reina en el dormitorio. Un suavecito “clic” me indica que el CD de las Rapsodias Húngaras de Liszt acaba de terminar.

Logré dormir unas horas, no sin dificultad. El sueño se me interrumpía cuando, entre bostezos, levanté un párpado y miré hacia el departamento de la dama que, para mi sorpresa, se hallaba con luz en medio de la oscuridad. Sin encender la lámpara y tanteando con cautela tomé los binoculares.  Observo el living del departamento con varias luces encendidas y la puerta entreabierta. Alcanzo a ver las enigmáticas fotos y los documentos. Todo está sobre la mesa central.
Siendo las cinco y quince de la madrugada, irrumpe de súbito el esposo de la dama, quien denota cierta sorpresa por encontrar la puerta del departamento sin llaves ni cerrojo. Esta vez usaré mi cámara de fotos, me las tendré que ingeniar para usar alternadamente los binoculares y la cámara, sin perder detalles.
El hombre gesticula, tal vez estará llamando a su mujer, o bien lanzando su habitual batería de injurias; todo parece indicar que la dama no está allí, ya que no acude a su encuentro; de su portafolio extrae una considerable cantidad de papeles y los deja junto a las fotos y los documentos anteriores; se dirige hacia el bar empotrado en la pared y se sirve un whisky con dos hielos; toma los últimos papeles escogidos y comienza a hojearlos detenidamente; separa otro manojo y los enfunda en otra carpeta. Al parecer, el motivo de su regreso ha sido el ordenamiento de esta tramitación que, ocupado en propagar violencia, olvidó hacerlo ayer; después de beber de un solo trago su medida de whisky, se sienta en uno de los sillones  a leer el contenido del nuevo trámite.
Son las cinco y treinta. Estimo que algún malestar insospechado comenzó a invadirlo porque varias veces debió interrumpir su lectura para tomarse la cabeza con las manos. Quizás estaría sintiendo alguna jaqueca o mareo, pero es extraño dado que el sujeto daba muestras de estar en buenas condiciones hasta el momento.

Observo ahora una silueta,  del tamaño de una persona adulta, que deambula vagamente en la intersección del living y la cocina, una extensión de apenas dos metros, separado por un cerramiento de cerámica calada.  Ajusto el zoom al máximo y la silueta se hace más visible; con sus manos apoyadas sobre las caderas, en posición desafiante, el intruso se detiene en la mitad del pequeño pasillo; sus rasgos físicos – mejor visibles ahora – pertenecen a un sujeto de aproximadamente uno sesenta de estatura y unos sesenta kilogramos, teniendo en cuenta su envergadura corpórea; existe un elemento fundamental que no me permite huir del asombro: su vestidura me recuerda a esas películas de ninjas, con sus atuendos negros que les cubre el cuerpo casi por completo, con los ojos visibles únicamente; sólo que aquí el sujeto no porta ninja-to, katana, ni ningún tipo de arma blanca marcial; además lleva guantes y no es habitual usar guantes en el arte ninja; pero salvo estos detalles, se podría decir que su imagen representa a un auténtico ninja; sus movimientos son ágiles y astutos.
Atrapado bajo una influencia desconocida, el esposo de la dama se toma la frente, y al intentar levantarse, trastabilla y cae de bruces golpeando  sobre la mesita fumador; gateando alrededor de la mesa, eleva sus manos y comienza a sacudirlas con desesperación, como queriendo escoger alguna apoyatura, lo que permite suponer que ha sufrido una especie de ceguera; el sujeto de negro apaga las luces del living, excepto un pequeño spot ubicado en la entrada del departamento; el ambiente queda en penumbras; esto facilita su accionar,  se incorpora a la escena y observa complaciente desde un rincón del living con los brazos cruzados, deleitándose del infortunio de su víctima.
Con atónita expresión el hombre ve aproximar a su verdugo y, queriendo comunicarse con él, mueve desesperadamente la boca; de un recóndito bolsillo el sujeto de negro extrae un pequeño frasco y lo exhibe frente al rostro del hombre, a modo de cruel revelación; comienza a hablarle explicando, quizás, de qué manera adulteró el whisky con el letal veneno.
El rostro del hombre, desfigurado por el efecto devastador del tóxico, adopta un semblante patético; por la boca expulsa un fluido blanco, y los ojos parecen desorbitarse de sus cuencas; su cuerpo se retuerce en el suelo como si estuviese enmarañado en una telaraña, contrayéndose de forma tal que me estremece verlo; el veneno surtió efecto casi de inmediato, y dudo que demore en provocarle algún colapso o crisis cardíaca.
El ninja se dirige ahora a la cocina; al regresar, se ubica junto al cuerpo inerte y, en análoga situación al ataque de la dama, lo circunda esgrimiendo un facón de gaucho en su mano derecha; se sienta sobre el estómago de la víctima, desenvaina el facón y arroja a la luz su funda de cuero.
El cuerpo del hombre yacía paralizado hasta el instante fatal en que el facón penetra la carne, sacudiendo toda su humanidad de un solo movimiento; el arma, enterrada hasta la empuñadora, recorre con su frío metal el interior del cuerpo dilacerando trozos de vísceras que, una vez seccionadas, son expuestas a la superficie; el natural instinto de preservación impulsa a la víctima a lanzar manotazos en vano sobre el rostro del asesino, como no queriéndose resignar a un destino inexorable.
Después de limpiar su ropaje de las manchas de sangre, el asesino se pone de pie frente al cuerpo, y libera su boca de la ceñida máscara; se descubre de abajo hacia arriba, deja los labios visibles, y con una leve sonrisa contempla a su víctima.

Los primeros claros ya despuntan el alba. La muerte se abate implacable en esta noche, una noche que ya agoniza junto aquel hombre, cuyos estertores marcan sus últimos compases de vida.




Fragmento. (Continuará )




Adaptación del cuento del mismo nombre de 'De Entre vivencias y visiones' (cuentos, Marzo 2003) Ediciones AQL. 2da Edición (Abril 2013). Sabor Artístico.