jueves, 28 de enero de 2016

ARTE. MONET Y OTROS GRANDES





Monet y los jardines impresionistas










Nenúfares (Tríptico) Calude Monet




A medida que el ejército alemán avanzaba hacia París, en agosto de 1914, Claude Monet podía oír los cañones de la primera Guerra Mundial mientras daba las primeras pinceladas de sus Grandes Decorations, una serie de lienzos monumentales inspirados en el jardín de agua que había construido en Giverny. Su familia había huido a territorio seguro y el viejo pintor, prácticamente solo, se empeña en seguir pintando para exorcizar el horror. “Ayer retomé el trabajo –escribió en diciembre–. Es la mejor manera de evitar pensar en estos momentos tristes. De todos modos, me avergüenzan mis pequeñas investigaciones sobre la forma y el color mientras muchas personas están muriendo por nosotros”. Monet siempre había pintado lo que veía, pero en las pinturas que realizará a partir de entonces la naturaleza se hará cada vez más y más irreal. El nacimiento delarte abstracto se localiza en las aguas de un estanque de nenúfares y un puente japonés.

Puede que sea Claude Monet (1840-1926) el artista que automáticamente se asocia con la pintura al aire libre. La figura esencial de los impresionistas dedicó su obra al paisaje desde sus primeros años en Sainte-Adresse hasta los últimos días de su vida en Giverny. Él mismo llegó a escribir que debía a las flores el hecho de haberse convertido en artista. Jardinero y horticultor devoto, sus cuadros de paisajes son un ejemplo de experimentación extrema que después inspirarían a los pioneros de la abstracción, pero también, sobre todo en la segunda parte de su vida, esos paisajes fueron una respuesta a las transformaciones y convulsiones de comienzos del siglo XX. 



Claude Monet Le bassin aux nymphéas(1989 )

Frente a la deshumanización de una sociedad industrial cada vez más agresiva y frente a la Primera Guerra Mundial, Monet optó por refugiarse en los paisajes con más vehemencia que nunca. 
La exposición que desde este sábado 30 de enero y hasta el 20 de abril se puede ver en la Royal Academy de Londres, Painting the Modern Garden, tiene a Monet como eje central (35 lienzos) y sobre él (hasta un total de 120 obras) discurren todos los grandes artistas impresionistas, postimpresionistas y vanguardistas de principios del siglo XX. Paul Klee, Emil Nolde, Gustav Klimt , Wassily Kandinsky o Henri Matisse junto a los españoles Sorolla, Rusiñol y Mir son algunos de los grandes nombres.
Ann Dumas, conservadora de la Royal Academy y una de las comisarias, explica que la finalidad es mostrar cómo el paisaje ha sido —y sigue siendo, opina— un campo de experimentación permanente para los artistas. El caso de Monet supone un hito en el género porque su entrega fue tal que adquirió profundos conocimientos de botánica. Y como gran hito de la exposición, además de los numerosos préstamos de colecciones particulares, señala el grandioso tríptico de los Nenúfares (1916-1919), que se ha podido reconstruir con obras dispersas en los museos de Arte Nelson-Atkins, de Kansas City, el Museo de Arte de Cleveland y el Museo de Arte de Saint Louis de Missouri.


Emil Nolde. Flower Garden 1922



Claude Monet: Water Llillies. 1904.



Respuesta a la guerra


Estos grandes paneles agrupados en una sola sala guardan una estrecha relación con la panorámica que el artista cedió a la nación francesa en 1922 y que en la actualidad están alojadas permanentemente en el Musée de l’Orangerie de París. “Esta gigantesca obra ilustra como pocas”, señala Dumas, “la respuesta de Monet a la tragedia de la guerra; una época de sufrimiento en la que muchos artistas quisieron estar en el campo de batalla y otros eligieron responder con su pintura”.





Wassily Kandinsky  Murnau The Garden  1910 


Joaquin Sorolla Louis Comfort Tiffany  1911

La exposición estará organizada por temas, guiando al visitante por la evolución del tema del jardín, desde la plasmación de conceptos impresionistas de luz y atmósfera hasta escenas oníricas y de fantasía; lugares para realizar atrevidos experimentos; santuarios donde refugiarse y recuperarse; y, en definitiva, señales de un mundo en el que todo vuelve a su curso: un paraíso recobrado.
La primera sala exhibe obras de Monet, Renoir o Pissarro. Las flores de los almendros, las dalias y los lirios ocupan al completo los lienzos de manera que los colores se funden en masas difusas de rojos, verdes, azules o amarillos. Después se muestran los jardines internacionales y la forma en la que las plantas originarias del nuevo mundo conviven en los tradicionales paisajes europeos. Los artistas construyen sus propios espacios verdes, como el alemán Max Lieberman o el español Joaquín Sorolla. La exposición incluye apartados dedicados a los bellísimos libros de botánica que conocieron y manejaron muchos de estos artistas. En numerosas vitrinas se da cuenta del origen de los volúmenes, quienes fueron sus propietarios y parte de la correspondencia que los artistas mantuvieron entre sí sobre el cuidado de las plantas. En uno de estos documentos se detalla el sistema de riego de Monet consiguió crear para sus jardines.












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