viernes, 29 de enero de 2016

ELOGIO DEL ABURRIMIENTO





Alabanza del aburrimiento: lo pendular y los opuestos complementarios


Sergio Sinay











"Me aburro." Basta con que un chico pronuncie esta frase para que sus padres sientan que fracasaron como tales. Y correrán a fabricar o comprar diversión. La palabra aburrimiento, así como la misma idea, y más aún la experiencia de esa sensación deben ser apartadas del horizonte existencial. La vida debe ser servida, y consumida, como una apetitosa fuente de diversión. ¡Qué divertido! Contame algo divertido. ¿Te divertiste? Vení a divertirte. Diversión asegurada. Nos rodean frases e invocaciones de este tipo. Sin embargo, acaso tenía razón el implacable y agudo filósofo y matemático inglés Bertrand Russell cuando afirmaba que la capacidad de tolerancia al aburrimiento es esencial para alcanzar momentos de felicidad. "La vida de los grandes hombres, decía Russell, sólo fue emocionante durante unos pocos minutos trascendentales. Una generación que no soporte el aburrimiento será una generación de escaso valor."
Aburrimiento y diversión son opuestos complementarios. ¿Cómo reconocer a uno sin haber experimentado el otro? Ocurre lo mismo con la luz y la oscuridad, con el frío y el calor, con lo áspero y lo suave, con el amor y el odio, con la tristeza y la alegría (que no debe ser confundida con diversión), con el desasosiego y la esperanza, con la aspiración y la exhalación, con la actividad y el reposo. La vida entera es un movimiento pendular entre opuestos complementarios. Como tales, se necesitan mutuamente. Uno le da existencia e identidad al otro. Sin el aburrimiento, la diversión sería una patológica manía. Sin la diversión el aburrimiento sería un pantano de tedio existencial.
La diversión permanente termina por ser divergente. Dispersa. Impide poner el foco en temas del mundo interno que piden atención y cuidado. Es un punto de fuga. El aburrimiento nos concentra en ideas que no tenían espacio para expresarse y ahora emergen, nos propone interrogantes que hace tiempo esperan respuesta. El escritor uruguayo Mario Levrero, hombre versátil y creativo (entre su rica obra se encuentran La banda del ciempiés, La novela luminosa y Dejen todo en mis manos), decía sobre este punto: "Tengo pruebas de que una vez que consigo entregarme a esos aburrimientos espantosos, la buena actividad surge por sí sola, como un reclamo natural del cuerpo, como una consecuencia natural y lógica. Vale la pena llegar al aburrimiento, tocar fondo en el aburrimiento, porque de ahí nacen los impulsos correctos".
La afirmación de Levrero autoriza a sospechar que de no haber sido porque sus creadores pudieron, supieron y se permitieron aburrirse, muchas valiosas producciones humanas (en el arte, la ciencia, la filosofía, la técnica y otros campos) no existirían. La vida fluye en dos movimientos: uno de contacto (con el mundo, con la gente, con el acontecer), que sería en este caso la diversión, y otro de retiro (silencio, apaciguamiento), en este ejemplo el aburrimiento. Ambos necesarios, como lo son la sístole y la diástole para el funcionamiento del corazón. Temerle al aburrimiento, huir obsesivamente de él, puede privarnos de reveladores momentos de intimidad, de autocomprensión. Y, curiosamente, también puede llevarnos a un círculo vicioso, que Freddie Mercury, el incomparable e inolvidable cantante de Queen, describía así: "A veces pienso que debe haber más en la vida que correr todo el tiempo como un loco, para terminar aburriéndose". Tanto huir, en fin, para llegar al mismo lugar.
Ante el reclamo Me aburro, se puede responder: Yo también. Y del aburrimiento compartido quizá nazcan conmovedoras revelaciones.






La Nación Revista








1 comentario:

  1. Lo que dice el autor de este artículo me hace pensar en "el hacer nada" que es totalmente distinto que "no hacer nada".Pienso que "el hacer nada" o "aburrimiento" es constructivo porque nos lleva silenciosamente a nuestro interior a "de de donde venimos" "a donde vamos" "porque estamos" "que finalidad tiene mi existencia" "cual será mi fin" en fin, coincido somos un conjunto de insatisfechos,que no tenemos la inteligencia de saber aburrirnos. Agustin

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