"La noche de la usina "*
Luis Pablo Beauregard
Fue una llamada que rompió el
silencio del alba del cinco de abril de 2016. El teléfono de la casa de Eduardo Sacheri (Buenos
Aires, 1967) sonó minutos después de las seis de la mañana. “Atendió mi mujer
que se sorprendió mucho de que llamara una bella voz de mujer con acento
español preguntando por mí”. El escritor atendía mientras su esposa lo miraba
en silencio con un gesto que exigía explicaciones. Tuvo que pedir a Carme
Riera, presidenta del jurado del XIX
Premio Alfaguara de novela, que llamara después. “Se quedó cortadísima.
Debió haber pensado: ‘este estúpido ganó y me pide que lo llame luego’”.
Sacheri conoció esa mañana lo que es dar una inesperada buena noticia. Una vez
informado de que La noche de la usina había triunfado sobre más de
700 manuscritos—y que de paso se embolsaba 175.000 dólares por la distinción—
abrazó a su mujer y avisó a sus hijos.
Sacheri
había ocultado a su mujer que concursaba por el ansiado galardón literario que
se le había negado en tres ocasiones. “Es algo que nos generaba mucha ilusión y
no quería generarle una nueva decepción”. El reconocimiento de Alfaguara ha
dado un nuevo impulso a un autor que se hizo internacional con La pregunta
de sus ojos, que convirtió en guion de lo que resultó una oscarizada película
en manos de Juan José Campanella (El secreto de sus ojos, 2009).
Como en aquella novela, Sacheri
retoma el desagravio como motor de una ficción. “El arte tiene mucho de
reparación”, dice el argentino. El libro relata el plan de ocho amigos que
viven en O’Connor, un pueblo ficticio de la provincia de Buenos Aires, para
recuperar un dinero que perdieron después de una estafa en la Argentina de
finales de 2001, cuando un mandato presidencial impuso el corralito
restringiendo los retiros bancarios a 250 pesos diarios (15 dólares hoy). “¿Qué
es un acto estético si no una búsqueda fugaz, efímera, ingenua y absolutamente
momentánea de enderezar el mundo?”, se pregunta el autor al reflexionar sobre
la capacidad del arte de modificar la realidad.
A Sacheri le molesta que los
personajes de su último libro sean descritos como "perdedores". Entre
ellos está Perlassi, que vivió en su juventud momentos de gloria jugando al
fútbol pero que ahora atiende una gasolinera en O’Connor. “No siento que sean
perdedores. Han sido atrozmente derrotados. El perdedor no tiene nada y el
derrotado tiene posibilidades”.
La noche de la usina habla
de ese sistema que inflige la derrota. Un modelo económico y político que
Argentina explotó en los años de Carlos Menem (1989-1999).
“Pienso en esos grandes sueños de grandeza que el país se permitió y que se han
derrumbado una y otra vez”, afirma. Los años del corralito crearon, en su
opinión, una terrible herencia. “Dejaron una enorme desconfianza y la
imposibilidad de pensar en el largo plazo”. Los sueños de la clase media se
hicieron añicos a principio de este siglo.
Sacheri cree que aquellos años
cimentaron una división de la sociedad. “Me alarma mucho la candidez fanática
de la adhesión a un modelo político”, afirma. Esta, subraya, no es exclusiva de
lo que dejó el Menemismo, sino que sirve también para los años de los años de
Néstor Kirchner y Cristina
Fernández. Y quizá en unos años, dice Sacheri, al Macrismo. “Siempre hay
gente cándidamente enamorada como si hubieran solucionado todos los problemas.
Confío más en los desconfiados, necesitamos más dosis de escepticismo”.
Juan Cruz entrevista a Eduardo Sacheri
* A propósito de 'La noche de la usina' : recomiendo su lectura en especial a los argentinos que vivieron aquellos días ...y a los que no y ni siquiera pueden imaginarlos. Excelente, brillante retrato de una Argentina lamentablemente siempre presente...M.M.
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