Celebraciones y ritos
Conocemos
como Yule o Yuletide las fiestas en celebración del solsticio de
invierno que se llevaron a cabo en los pueblos germanos paganos, entre ellos
los vikingos. En nórdico antiguo se conoció como júl o jól y se
trataba de un festival precristiano que duraba alrededor de doce días; una
fiesta dedicada tanto a la familia, a los parientes y amigos ausentes como a la
fertilidad y que coincidía con el solsticio de invierno, alrededor del 21 de
diciembre.
No
sabemos exactamente las fechas entre las que oscilaba; para los vikingos este
festival de casi dos semanas habría estado probablemente dentro de los dos
meses de su calendario que se correspondían con el final del año, desde mitad
de Noviembre hasta mitad de Enero. Se trata de una celebración que se pierde en
los albores del tiempo ya que las referencias históricas más antiguas alrededor
de esta palabra las encontramos en los primitivos nombres germanos que
designaban los meses; Jéola, que significaba “antes de Yule” y Aeftera
Jéola, que significaba “después de Yule”. En nórdico antiguo parece
ser que ýlir se habría referido a este periodo de tiempo y que jól
habría sido el evento concreto según lo que podemos leer en el Skáldskaparmal.
La lengua gótica o el inglés antiguo también comparten estas características.
No
es una fiesta exclusiva de los vikingos, con sus variantes muchas sociedades
paganas han dedicado celebraciones a los cambios de estación ya que la
naturaleza y los hombres y mujeres en el mundo pagano formaban un vínculo
indesligable. Los hombres imitaban lo que veían. Lo amaban y lo temían. Lo
respetaban y lo honraban. Y dentro de estos cambios Yule es la luz y la
fertilidad, es el nuevo comienzo de la vida. La importancia de los solsticios en
los países septentrionales es indiscutible ya que se
viven grandes períodos de oscuridad y donde el sol
hace fugaces apariciones y especialmente es en ese momento, en esos doce días
alrededor del solsticio de invierno, cuando
la noche es más larga y más oscura, antes de que sol comience a dejarse ver
un poco más y a hacer los días un poquito más largos.
Parecía
que el sol se tomaba un descanso antes de volver a comenzar el ciclo y por ello
los días de Yule eran un momento de descanso, una imitación del sol, una vez
terminados los trabajos otoñales y antes de comenzar con los del siguiente año.
Es por ese motivo que la festividad estaba especialmente dedicada a la fertilidad
ya que se pedían buenas cosechas y prosperidad para el año que estaba a punto
de comenzar y se bebía “til aar og fred”, para la paz y las buenas
cosechas, una máxima en la idiosincrasia vikinga.
La celebración
¿En
qué consistía esta celebración?
Como en casi todas las celebraciones que rodearon la vida – y la muerte – de
los vikingos, Yule se celebraba con un gran sacrificio o blót que no
sabemos exactamente a quién iba dirigido, aunque más que probablemente fuese a
los dioses – dísir – relacionados con la fertilidad, las cosechas
y la protección, como Frey y Thor. Posteriormente se celebraba un gran
banquete, donde se comían los animales que se habían sacrificado y el juilskinka;
el jamón de Navidad.
Los
vikingos también tenían una característica muy suya para todo tipo de
celebraciones, igual que no podía faltar el banquete tampoco podía faltar la
cerveza. Éstos fabricaban cervezas especiales para los distintos
acontecimientos (un ejemplo de ello son las bodas y su cerveza especial), y en
Yule/Jól, se bebía la jólaöl (donde öl es cerveza).
Parece
ser que los juegos y la diversión no habrían faltado, así como otra de las
máximas de la idiosincrasia vikinga; la hospitalidad. Hemos dicho que
principalmente Yule era una fiesta familiar donde se reunía la familia y dónde
se recordaba a los familiares y a los amigos ausentes. De hecho, ante sus
tumbas y en su memoria es donde se ponía la mesa del banquete. Por ello, se
hospedaba con la máxima comodidad y cariño a los que venían – siempre con las
manos cargadas de regalos, acción que sería compensada con unas manos cargadas
de regalos de vuelta, otra característica vikinga, dar y recibir –; se les
preparaban baños de vapor para paliar el frío de las travesías en barco, ropas
secas con las que vestirse, camas mullidas, fuego y, por supuesto, comida y
gran cantidad de bebida.
Rituales y tradiciones relacionadas con Yule
Yule Log
Era
la tradición de encender el leño de Yule, un gran tronco del año anterior, que
debía arder toda la noche. Es una versión “indoor” de la hoguera de Litha
(el solsticio de verano, la hoguera de San Juan). Espantaba a los malos
espíritus, alumbraba toda la velada de reunión y las cenizas se esparcían por
los campos bajo la creencia de que así se harían fértiles y darían buenas
cosechas para el año siguiente. Esta tradición es de absoluta procedencia
pagana y se puede encontrar en muchas culturas europeas, no sólo en la nórdica.
Hoy en día es un dulce con forma de tronco, muy similar estéticamente a un
brazo de gitano de chocolate.
Yule Goat
O
la cabra de Yule. Es uno de los símbolos escandinavos de la Navidad por
excelencia que hoy en día consiste en decorar las casas con monigotes de cabras
hechas de paja trenzada pero que, probablemente, remonte sus orígenes a época
pagana, mucho antes incluso de los vikingos.
El macho cabrío solía ser el
animal que llevaba las ofrendas para los sacrificios y que en muchas ocasiones
se sustituía por dos hombres ataviados con las pieles del animal y una
cornamenta. Parece ser que con el tiempo disfrazarse así se convirtió en una
tradición que consistía pasearse por el pueblo para hacer reír y dar sustos a
la gente. Sin embargo, en sus orígenes más primitivos esta tradición debió
estar ligada al dios Thor, un dios que muchos sólo asocian a la guerra o a las
batallas, pero que también era el dios protector de los hombres, con influencia
en el clima, las cosechas, la protección o la justicia.
Thor viajaba en un
carro tirado por dos machos cabríos mágicos llamados Tanngrisnir y Tanngjóstr
que tenían la peculiaridad de que Thor podía cocinarlos para alimentarse y luego
revivirlos cubriendo los huesos con la piel y utilizando el poder regenerador
de su martillo. En el siglo XIX la cabra se convirtió en la portadora de los
regalos en Escandinavia – probablemente como reminiscencia de aquella cabra que
habría portado las ofrendas – y con el tiempo acabó derivando en las figuras de
San Nicolás, Papá Noel o Santa Claus, que en los países nórdicos se llama Jultomten,
Julenisse o Joulupukki.
Yule Boar
O
el jamón de Navidad. Era una tradición ancestral de los pueblos
nórdico-germánicos, como hemos visto, ofrecer un blót (un sacrificio) a
Frey, el dios de la cosecha y la fertilidad, para luego celebrar un gran
banquete. Ello ha llegado hasta el día de hoy como el típico jamón de Navidad.
Una cosa realmente curiosa es cómo la Iglesia lo adaptó también y lo convirtió
en una prueba de auténtica conversión y fe para los judíos; los marranos – los judíoconversos
o los criptojudíos, como se llamó a los judíos que se habían convertido
pero seguían practicando sus rituales – lo habrían rechazado, en cambio, los
conversos o nuevos cristianos lo habrían comido.
Yule Singing o wassailing/wasselling
Consistía
en ir de wassai por el pueblo; derivado del anglosajón “waes hael” que
significa “seas sano”. Se recorría el pueblo brindando y cantando
con el wassailing bowl, un recipiente de madera con el que se brindaba
con las personas, e incluso con los árboles y los elementos de la naturaleza en
esa celebración que pedía por la fertilidad y un próspero año nuevo. Con el
tiempo se convirtió en la práctica de ir cantando canciones típicas puerta por
puerta, los Villancicos, o de ir cantando a las huertas para pedir buenas
cosechas.
El árbol de Yule
Se
colocaba un árbol perenne en la casa – posiblemente un abeto –, que
representaba el Yggdrasil, el árbol de la vida o del universo en la mitología
nórdica, que adornaban y decoraban. Más que probablemente de aquí venga la
tradición del árbol de Navidad.
Y otras menos conocidas y estudiadas como:
Llevar a cabo una vigilia nocturna, junto a los
familiares y amigos, en un gran banquete y festín esperando la salida del nuevo
sol, dejar una vela encendida junto a la ventana o decorar las viviendas con
muérdago, que procede del roble, un árbol muy apreciado – y utilizado – por los
nórdicos.
De pagano a cristiano. De Yule a Navidad
Actualmente
en muchos países nórdicos Yule se ha asimilado con el periodo de Navidad,
países como Noruega, Dinamarca, Suecia, Islandia, Finlandia o algunos de habla
inglesa como Escocia tienen poderosas reminiscencias de las tradiciones paganas
que otrora se llevaron a cabo en sus territorios. La Navidad nórdica es una
amalgama en la que se han ido introduciendo nuevas costumbres y nuevos ritos
sin abandonar los antiguos. Se trata de unas fiestas que duran desde el 20-22
de diciembre hasta aproximadamente Año Nuevo e, incluso, Reyes. Sólo en los
nombres ya veremos la evidencia:
- Jul – Suecia,
Dinamarca, Noruega.
- Jól – Islandeses.
- Joulu – Finlandia.
- Jõulud – Estonia
- Yule – Escocia.
¿Cómo
se ha llegado de una festividad pagana a una de las mayores festividades
cristianas como es la Navidad? Los
pueblos paganos fueron muchos, no sólo los vikingos o los germanos, y antes de
la llegada del cristianismo existieron otros grandes pueblos paganos como los
celtas, los íberos, los griegos o los romanos.
Cuando
el cristianismo comenzó a imponerse y extenderse la Iglesia se dio cuenta
rápidamente de que se pueden cambiar ideas, se pueden imponer ideas, pero
no se puede cambiar la tradición y no se puede cambiar el ciclo de la vida de
las personas. Estos pueblos paganos no sólo celebraban banquetes y libaciones
en honor a sus dioses, sus dioses eran la propia tierra, la propia naturaleza y
su adoración estaba ligada a ellos y a sí mismos. Celebraban el inicio de las
cosechas y su fin, celebraban los solsticios, los cambios de estación,
celebraban la vida y celebraban la muerte. ¿Cómo podía la Iglesia cambiar eso?
¿Cómo podía la Iglesia imponer unas nuevas ideas, cultos y celebraciones que no
tenían nada que ver con lo que estos hombres y mujeres conocían y sentían? En
un alarde de absoluta agudeza la Iglesia comprendió que no podría cambiar las
prácticas paganas; aunque de iure se hubiesen convertido, de facto
iban a seguir siendo paganos, por ello optó por adaptar y transformar las
celebraciones y festividades paganas en festividades y celebraciones cristianas.
Así,
el solsticio de invierno se convirtió en la Navidad, el solsticio de verano se
convirtió en San Juan, Samhain (el equinoccio de otoño) se convirtió en Todos
los Santos y el equinoccio de primavera en la Pascua, por poner unos cuantos
ejemplos.
Uno
de estos pueblos paganos era el propio Imperio Romano, donde también se
celebraba el solsticio de invierno con un significado muy similar al de los
vikingos o germanos, “cuando el sol vence a las tinieblas y los días
empiezan a alargarse”. Sin embargo, en el año 313 en emperador
Constantino I decretaba la libertad de culto en el Imperio y el cristianismo
dejaba de perseguirse a través del Edicto de Milán y en el año 380 el emperador
Teodosio I promulgaba el Edicto de Tesalónica, por el cual el catolicismo se
convertía en la religión única y oficial del Imperio.
Como
era de esperar, el pueblo romano no se cristianizó de golpe y siguió celebrando
sus festividades ancestrales, por lo que a la Iglesia no le quedó otro remedio
que llevar a cabo esa estrategia de absorción de la que hablábamos,
transformando las costumbres paganas dándoles un nuevo sentido cristiano.
Si lo que celebraban los romanos era que el sol que vencía a las
tinieblas, la Iglesia le dio un nuevo significado; El nacimiento de
Jesucristo era ese sol que vencía a las tinieblas.
Y
así se adaptaron todas aquellas festividades paganas de muchas sociedades
relacionadas con el solsticio de invierno en la Navidad cristiana.
Ya
sabemos que la Navidad es una adaptación de las fiestas paganas, pero, ¿por
qué el 25 de diciembre exactamente? Algunos autores creen que es mera
coincidencia y que ese día no tiene nada que ver con el paganismo, sin embargo
esta teoría carece de bastante sentido cuando somos conscientes de que ninguna
otra teoría histórica avala el nacimiento de Jesús como real en esa fecha. No
hay evidencias históricas que así lo confirmen.
Otros
autores creen que se escogió el 25 de diciembre para hacerlo coincidir con esa
celebración pagana de los romanos del solsticio de invierno de la que hemos
hablado. Éstos tenían una festividad llamada Saturnalia, en honor
a Saturno, que comenzaba el 17 de diciembre y duraba siete días. Al final de
Saturnalia, el 25 de diciembre, se celebraba el Natalis Invictis Solis o
Deus Sol Invictus, el nacimiento del sol invencible dedicado al dios Apolo.
Ese mismo 25 de diciembre también se celebraba la fiesta de Brumalia
que coincidía con el solsticio y que estaba dedicada al dios Baco, aunque para
otros este nombre significa “fiestas de invierno“, del latín bruma
que significa “el día más corto“, e incluso, “invierno”,
porque los brumales caían en esta estación. Durante esos días los
romanos descansaban, no guerreaban, intercambiaban regalos e incluso los
esclavos recibían prebendas como raciones extras de comida o, incluso, la
liberación.
La
palabra Navidad proviene de la palabra latina nativitas que
significa nacimiento y se refiere particularmente al nacimiento de Jesucristo,
sin embargo, en ninguna parte de la Biblia se menciona la fecha exacta de su
nacimiento. Los romanos, al cristianizarse, adaptaron estas festividades, unas
de las más importantes y que no podían quitarle al pueblo, y las convirtieron
en el nacimiento de Jesús y en el día de Navidad en ese mismo 25 de Diciembre.
En
el año 336 aparece por primera vez la palabra Natividad y Navidad en el
calendario romano, sin embargo el consenso es poco y otros autores dicen que
hay que esperar al 379. Lo que sí está claro, sea como sea, es que a partir de
mediados del siglo IV dejó de nacer el Sol y comenzó a nacer Jesús.
Para
finalizar, como hemos visto cuando hablábamos de Yule, estas fiestas duraban
varios días. Concretamente se cree que en muchos lugares duraron esos doce días
de tinieblas que mencionábamos, por lo que no es en absoluto trivial, ni
casual, que si a la noche del 24 al 25 de diciembre le sumamos esos doce días
encontremos otra fecha muy cristiana y que muchos países celebran, la noche del
5 al 6 de Enero, la Epifanía, los Reyes Magos.
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