Milo Lockett: “Los argentinos queremos ser París pero estamos en el culo del mundo”
Carlos E. Cué
En Buenos
Aires, en una esquina del barrio hipster de Palermo Hollywood, Cabrera
5507 (esq. Humboldt), Milo Lockett pinta, da órdenes a sus
colaboradores, mantiene reuniones y saluda a fans que se acercan a
contemplar los cuadros expuestos en su galería. Nacido en 1967 en
Chaco, Lockett saltó de la industria textil al mundo artístico en plena crisis
de 2001 y se ha convertido en uno de los creadores más conocidos por el gran
público. Él sostiene que "el concepto del artista escondido es de otra
época, de hace 50 años" y opta por un contacto cercano con el público a
través de espectáculos de pintura en vivo y charlas. El artista plástico, que
ha logrado proyección internacional, celebra que el gobierno facilite la
exportación de obras de arte, pero cree que debe crecer también el mercado
interno.
Respuesta. Bien, hay artistas buenísimos. Lo que nos falta es comunicación,
encuentro, armar ese famoso mercado que no existe. ¿Cómo te va a comprar la
gente si no te encuentra?
P. Pero en Argentina sí hay gente con dinero que compran arte.
R. Pensá en la cantidad de artistas que hay en Argentina, 10.000 quizás,
y cuántos compradores, ¿200? 200 compradores para 10.000 artistas. Es un
problema serio si tenemos que esperar que nos compren solo los coleccionistas.
Mi mercado es el público en general.
P. ¿Por qué su obra tiene tanta conexión con los niños? ¿Tienen una
relación especial con el arte?
R. Son menos prejuiciosos y más directos: me gusta, no me gusta. Nosotros
tenemos mucha complejidad. Mañana hay un boludo que dice que fulano es la
esperanza en el arte y tenés a lo mejor a 50 tipos contemplando algo que no les
gusta pero que están ahí porque quieren pertenecer. Los chicos son más
directos, les gusta el color, la forma, una palabra que pusiste y listo. Me
pasa que hay chicos que me dicen: "yo dibujo mejor que usted" y me
muestran un dibujo y es más lindo. A mí me parece una genialidad, otro artista
capaz se cortaría las venas.
P. ¿Qué consecuencias tendrá que se facilite la exportación de arte?
R. Vamos a empezar a ver argentinos fuera. Hasta ahora era imposible. Hacer una exportación era muy engorroso, con mucho trámite y tienes que hacer la exportación como si lo estuvieras vendiendo.
R. Vamos a empezar a ver argentinos fuera. Hasta ahora era imposible. Hacer una exportación era muy engorroso, con mucho trámite y tienes que hacer la exportación como si lo estuvieras vendiendo.
P. ¿Han influido esos obstáculos a que el arte argentino esté por detrás
de otros sudamericanos, como el brasileño y el colombiano?
R. Esos países tienen las reglas más claras.
¿Quién va a venir a comprar arte a Argentina si no puede sacarlo? Me pasó en
noviembre con coleccionistas rusos. Quieren llevarse cuadros grandes, pero después
el flete, la aduana, el trámite, no hay nada que lo facilite para que salgan.
Si yo quiero exponer en Suiza tengo que ir a trabajar a Suiza, para exponer en
Barcelona voy y trabajo en Barcelona porque es más fácil eso que sacar la obra
de mi país. En Uruguay tengo más de 200 cuadros que hoy para traerlos necesito
hacer una importación, es ridículo, qué se queden ahí, ¿cómo no voy a poder
circular con mi trabajo?
P. A los países les suele gustar que los artistas expongan su arte en el
exterior.
R. Sí, pero nosotros siempre vamos al revés del mundo. Acá se cotiza en
dólares, cuando durante años no se pudieron comprar dólares. Vivimos mucho de
la apariencia. Los argentinos queremos ser París, decimos que Buenos Aires es
la París de Sudamérica y no. Argentina está en el culo del mundo y es
Argentina, un país más de Latinoamérica. Si fuéramos como Europa no tendríamos
problema en exportar obras de arte.
P. ¿Hay pasión por el arte en este país?
R. Fui a Miramar hace unos días donde pinté en
vivo, conté cómo pinto y todas esas cosas te acercan a la gente. El concepto
del artista escondido es de otra época, de hace 50 años. Hasta nosotros
estábamos impresionados. En Miramar la gente tuvo que entrar por tandas, ¿no es
increíble?
P. ¿Por qué se cerró la exportación?
R. En 2001, la publicidad del aeropuerto empezó "con esta máscara
sí, con esta no, con este dinosaurio sí, con este no". Se robaba mucho
patrimonio y por eso las leyes se pusieron más duras. Yo estoy de acuerdo en
que no salga una obra de 1800, pero otra cosa es un artista de 20 años que
quiere vender en Chile, en Paraguay, o que tiene un amigo en España que le
puede organizar una muestra. Yo me moví un poco más, pero no puedes hacer una
carrera fuera porque no tenés constancia. ¿Cómo vas a hacer una carrera fuera
si no sabés si vas a pasar la aduana?
P. ¿Le ha pasado?
R. En la última muestra en Uruguay para la que exporté, en 2011, me
pidieron obra en la aduana. Tenía un paquete de 80 cuadros y resulta que a uno
de los capos le gustó algo y dijo: "Me quedo con este cuadro". No, no
te quedás, ¿cómo te vas a quedar? Entonces si te negás, tu expediente, pagando
los impuestos y todo, lo ponen a lo último y mis cuadros en vez de estar 20
días antes estaban el día antes de la muestra.
P. ¿Ha llevado cuadros en la valija, para evitar controles?
R. Sí, hice muchísimo
eso. Es loco, porque no puedo sacar nada legalmente pero lo saco en una valija
y nadie me pregunta qué llevo. Argentina es muy especial. Estamos llenos de
leyes, pero no cumplimos ninguna.
P. ¿Es usted optimista con el Gobierno de Macri?
¿Cree que se va normalizar la situación?
R. Creo que sí, que se va a normalizar pero no el año que viene. Nos
tenemos que hacer muchas preguntas, dejar de ser tan hipócritas, mirarnos al
espejo y ser sinceros. Y tenemos que aprovechar si cambian las reglas para
movernos. Pero no sólo fuera, el arte también se tiene que mover en Argentina,
que es el gran problema nuestro. No vendemos acá y queremos vender en Shanghai.
No me conoce nadie acá y me quiero ir a Nueva York. Nuestra cultura es esa. Acá
la gente lo quiere todo en un año, en cuatro meses, pasar de mendigo a
millonario
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