sábado, 11 de julio de 2020

BEBEDORES



Somos como bebemos

David López Canales







Irlandeses en un bar en los años cuarenta











"Si no fuera porque, como dicen, sus dos días favoritos del año son Navidad y verano, serían casi tan mediterráneos como nosotros".

La semana pasada fue un momento histórico en el Reino Unido. No sonó el God Save the Queen pero, seguro, lo entonaron por dentro. Después de 15 semanas cerrados, volvieron a abrir los 60.000 pubs del país. El resultado, previsible, muchedumbres de ingleses bebiendo como si no hubiera mañana, porque durante cuatro meses no lo hubo, abrazos, peleas y todo tipo de interacciones sociales que, como reconoció la policía, evidencian que los borrachos no pueden, ni quieren, mantener la distancia de seguridad.

Entiendo a los ingleses, pero no me gustan. Nunca lo han hecho. Entro a un pub inglés y veo a esos bebedores individuales acumulando pintas y la escena me parece tan sórdida que se me quita la sed. Soy, siempre lo he sido, más partidario de los irlandeses. No es una cuestión de litros, sino de cómo beber y con quién hacerlo. Con los irlandeses, además, se bebe bien, qué demonios. Esas pintas de Guinness, esa cosa social de beber en grupo, esos bares con música tradicional que después de cuatro pintas te suena, aunque parezca raro, también tan tuya que acabas la noche cantando The Wild Rover. O esas charlas, fumando en la puerta, hablando del tiempo, porque no hay nada más irlandés que hablar del tiempo. Si no fuera porque, como dicen, sus dos días favoritos del año son Navidad y verano, serían casi tan mediterráneos como nosotros.

Los irlandeses son unos de los seres humanos del mundo más parecidos a un español que me he encontrado. Nuestras historias recientes son parecidas. Somos países de granjeros y catetos, básicamente, que tuvimos nuestra guerra interna. Y nuestra posguerra. Y nuestra emigración, aunque a ellos eso de emigrar se les da mejor. El director de cine Jim Sheridan lo llama, como me dijo en una ocasión, ser un país exportador. “Aquí, cuando hay problemas, no reaccionamos, sino que nos vamos”, lo resumió. Y nuestra Iglesia católica imponiendo fes. Y nuestras burbujas. Y nuestros rescates... Quizá, a fin de cuentas, todo se reduzca a eso, a cómo se bebe. Y a que un país no está, ni se lo conoce, en sus mapas, en su historia o en sus estadísticas, sino en sus vasos y en cómo se vacían.


































No hay comentarios:

Publicar un comentario