La dama de Oro* y algo más
Retrato de Adele Bloch-Bauer I: Klimt
El año pasado la
Fundación Colección Thyssen-Bornemisza fue reconocida como legítima propietaria
de Rue Saint-Honoré por la tarde,
efecto de lluvia, un cuadro de Camille Pissarro pintado en 1897.** Así lo
dictaminó un tribunal de Los Ángeles, Estados Unidos, tras desestimar la
demanda de los herederos de Lilly Cassirer. Ésta se vio obligada a malvender el
lienzo para salir de Alemania en 1939. Pero la batalla legal no termina aquí,
pues también se reconoce el derecho de la familia a apelar. Este tipo de
decisiones malogran instrumentos como la Declaración de Terezin, firmada por la
Comisión Europea y otros 46 países en 2009. Se trata de un texto no vinculante
cuya finalidad es la restitución de propiedades expoliadas a los judíos durante
la Segunda Guerra Mundial. Desgraciadamente, solo un 3% de todo lo enajenado ha
sido devuelto a sus dueños originales.
La mayoría de
nosotros tiene una imagen del Holocausto basada únicamente en los campos
exterminio, e ignoramos el largo proceso de deshumanización al que las víctimas
fueron sometidas. Según la metodología nazi el enemigo del Estado debía ser
identificado, separado del tejido social, y finalmente eliminado. La
expropiación de bienes materiales formaba parte de una estrategia destinada a
erradicar la identidad del pueblo judío, tanto a nivel individual como
colectivo. A ello contribuyeron los prejuicios seculares que, merced a la
propaganda, siguieron vigentes más allá de 1945. Es en este contexto donde
debemos situar las obras de arte robadas por los nazis. Algunas de ellas fueron
introducidas en el mercado como parte de un plan de capitalización del Tercer Reich,
mientras el resto se destinó al disfrute de los jerarcas del régimen o acabaron
consumidas por las llamas. Cada lienzo, cada mueble y cada objeto de valor
arrebatado, suponen el eco de un crimen indeleble. Hace tiempo que estos
artefactos rebasaron las fronteras del arte, para simbolizar las vidas rotas de
sus poseedores. ¿Cómo es posible que se hayan convertido en bienes de consumo?
¿Hasta qué punto podemos disociar una pieza artística del dolor con el que fue
obtenida? La respuesta la encontramos en la ausencia de conocimiento y, quizás,
en el olvido deliberado.
Uno de los casos
más controvertidos fue el del Retrato de Adele Bloch-Bauer I, pintado por
Gustave Klimt en 1907. El matrimonio Bloch-Bauer pertenecía a la alta sociedad
vienesa, y en su domicilio se reunían personalidades como Stefan Zweig, Gustav
Mahler, Sigmund Freud o el propio Klimt. Este último recibió el encargo de
retratar a Adele, quien había estipulado que el cuadro fuera donado a la
Galería Belvedere tras su muerte. Falleció en 1925 a consecuencia de una
meningitis pero su marido, Ferdinand Bloch-Bauer, quiso retener el cuadro
temporalmente. La anexión de Austria en 1938 cambió por completo el rumbo de
los acontecimientos. Como judíos, los Bloch-Bauer lo perdieron todo y su
pinacoteca acabó en las paredes del Belvedere. A pesar de los esfuerzos de
Ferdinand, que incluso anuló el testamento de su esposa, la obra no podía ser
recuperada. La sobrina de Adele, María Altmann, prosiguió con las reclamaciones
hasta que el gobierno austriaco anunció en 1998 que devolvería los cuadros
robados. El Retrato de Adele Bloch-Bauer I llegó a manos de María en
2006, año en el que fue adquirido por la Neue Galerie de Nueva York.
Su enorme
valor y a las necesidades de conservación justificaban la venta. Pero la mejor
de las historias la encontramos en París, ciudad del arte por excelencia. Allí,
a principios de 2018, el Museo Louvre habilitó dos salas para la exhibición de
obras saqueadas por los nazis. En palabras del director del departamento de
pinturas Sebastien Allard: “Estos cuadros no nos pertenecen. Los beneficiarios
pueden ver estas obras de arte, declarar que les pertenecen y oficialmente
solicitar su devolución”. El museo almacena 807 lienzos que nadie ha reclamado
todavía, a los que debemos sumar otros 1336 en poder del Estado francés. Además
se hace necesario que el público conozca la procedencia de los cuadros, y por
eso las obras recuperadas por las autoridades galas se distinguen con la
etiqueta MNR (Museos Nacionales Recuperación). El precedente establecido es de
una altura moral incuestionable. Ojalá llegue el día en el que los museos,
públicos o privados, europeos o de cualquier otra parte del mundo, queden
libres de la codicia hitleriana.
**Finalmente ayer 18 de agosto el Tribunal de
Apelación de EE.UU. ha determinado que la Fundación Colección
Thyssen-Bornemisza es la legítima propietaria del cuadro de Camille Pissarro
"Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia" (1897), que
continuará expuesto en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Así lo ha informado
el museo, que explica que esta decisión resuelve el caso confirmando el fallo
del Tribunal de Distrito que determinó, después de un juicio, que la Fundación
era la legítima propietaria del cuadro.
*La dama de oro (título original: Woman in Gold) es una película dramática británica del año 2015, dirigida por Simon Curtis, con guion de Alexi Kaye Campbell. Está protagonizada por Helen Mirren, Ryan Reynolds, Daniel Brühl, Katie Holmes, Tatiana Maslany, Max Irons, Charles Dance, Elizabeth McGovern y Jonathan Pryce.
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