Kamala Harris, un loto crece debajo del agua...
De padre
jamaicano y madre tamil, lucha por cambiar la política migratoria y tener un
país 100% verde. En el pasado proceso de primarias tuvo duros enfrentamientos
con quien ahora será su compañero de campaña
“Antes de empezar es importante
señalar que mi nombre se pronuncia “coma-la”, como el signo de puntuación.
Significa ‘flor de loto’, un símbolo con gran significado en la cultura india.
Un loto crece debajo del agua y las flores ascienden en la superficie mientras
sus raíces están firmemente plantadas en el suelo del río”, escribe Kamala
Harris en las primeras páginas de su autobiografía. La demócrata, la
primera mujer de color en ocupar un puesto en el Senado de Estados Unidos por
California y la segunda en la historia que lo logra,ha sido la elegida
por Joe Biden para ser la número 2 de su tiquet presidencial.
Esas palabras sobre
su origen las dijo Harris en un debate que dejó una foto para la historia en
2019, la de Harris siendo una niña con coletas que formaba parte del “busing”,
un plan lanzado en los años 60 que repartía a los niños de distinas etnias en distintos
colegios y barrios para evitar la segregación en las escuelas. Ese plan
es el que le lanzó a la cara al ex vicepresidente Biden, de quien ahora será
compañera de campaña, a quien acusó de haberlo cancelado con la ayuda de dos
senadores racistas. Biden se defendió diciendo que no estaba en contra, sino
que creía que debía ser cada Estado y no el Gobierno el que aplicara un plan de
ese tipo.
En cualquier caso,
la polémica permitió a la senadora por California y ex fiscal de ese mismo
Estado mostrar sus armas dialécticas y reivindicar su infancia como niña
afroamericana. Fue al terminar el debate cuando Harris colgó una foto suya en
Twitter de aquellos años, una en la que aparece con coletas. “Había una niña
pequeña en California que iba en “busing” al colegio. Esa niña pequeña era yo”,
dice en el texto de un tuit que causó furor.
Ataques de los
negros 'puros'
La polémica aumentó
espectacularmente la base de fans de Harris, pero también ha provocó una
campaña en su contra. Algunos la acusan de decir que es afroamericana cuando en
realidad es medio india y medio jamaicana. Donald Trump Jr retuiteó
un tuit de Ali Alexander, un activista afroamericano de derechas, en el
que cuestionaba la “africanidad” de la candidata aunque después lo borró.
La controversia también dio visibilidad al movimiento #ADOS, en el que se reivindica la diferencia entre los negros “puros” descendientes de esclavos, que son los “verdaderos americanos”, y los recién llegados. Un movimiento del que se ha dicho que pueda estar dirigido por bots rusos aunque sus portavoces son personas de carne y hueso que mantienen, eso sí, discursos ambivalentes sobre esa "pureza" según en qué ámbito se expresen.
La controversia también dio visibilidad al movimiento #ADOS, en el que se reivindica la diferencia entre los negros “puros” descendientes de esclavos, que son los “verdaderos americanos”, y los recién llegados. Un movimiento del que se ha dicho que pueda estar dirigido por bots rusos aunque sus portavoces son personas de carne y hueso que mantienen, eso sí, discursos ambivalentes sobre esa "pureza" según en qué ámbito se expresen.
Por su parte,
Harris está casada con el también abogado Douglas Emhoff, especializado en
propiedad intelectual, y pieza clave de su anterior campaña, cuando competía
contra Biden. Con él tiene dos hijos veintañeros y una trayectoria vital y
profesional marcada por el esfuerzo y los logros. En sus memorias, The
Truths We Hold (“Las verdades que preservamos”) explica sus orígenes.
Su madre Shyamala
Golapana, creció en el sur de la India y fue una estudiante brillante. Después
de graduarse en la universidad de Dehli, fue admitida en la Universidad de
Berkeley para ampliar estudios en endocrinología y nutrición. Aunque el plan era
que regresara a la India después de esos estudios para casarse en un matrimonio
concertado, Shyamala se enamoró en California del padre de Kamala y nunca
regresó. Mujer decidida, cuenta la candidata demócrata que al nacer su hermana
mayor, Maya, cuando su madre rompió aguas estaba en el laboratorio. Su
maternidad no le impidió acabar el doctorado. Kamala fue la segunda llegar. En
esa ocasión, en el momento del parto su madre estaba preparando tarta de manzana.
Kamala Harris (segunda fila a la izquierda) y su familia
La candidata
demócrata no habla mucho de su padre (en el libro cuenta que era un apasionado
del jazz que poseía una gran colección de vinilos), pero sí explica la dolorosa
ruptura del matrimonio: “La armonía no duró mucho entre ellos y con el tiempo
parecían agua y aceite”, escribe Kamala. “Cuando tenía cinco años mi padre
encontró trabajo en la universidad de Wisconsin y aunque no se divorciaron
hasta muchos años después jamás volvieron a convivir. No se pelearon por el
dinero, se pelearon por los libros”, escribe la senadora.
Harris y Biden,
rivales en el Partido Demócrata.
Rodeada de mujeres
A partir de la
separación, Kamala vivió con su madre, la mujer “responsable de formarnos como
mujeres”, y aunque el padre no desapareció de sus vidas reconoce que lo veían
esporádicamente. Una madre que fue una brillante científica, pero también se
involucró en los movimientos de derechos civiles que transformaron EEUU en los
60 y 70. “Mi abuela no fue a la escuela, pero ya era una mujer con la fuerza
para organizar su comunidad que fue muy activa políticamente. Mi madre heredó
esa profunda conciencia política que surgía de la injusticia”, dice sobre su
progenitora.
Shyamala luchó
contra la guerra de Vietnam, fue atacada por la policía en las manifestaciones
contra la segregación y conoció a Martin Luther King. “Ella entendió muy
bien que estaba criando a dos niñas negras e hizo todo lo posible para que
creciéramos como mujeres poderosas y seguras de sí mismas”, señala su
agradecida hija. Fue durante esa infancia marcada por la fuerza de una madre
excepcional cuando Kamala se convirtió en una “niña del busing” que tuvo la
ocasión de estudiar en aulas no exclusivamente blancas. “Recuerdo maravillada
lo sensacional que era educarme en un aula con estudiantes que venían de
lugares tan distintos. En clase celebrábamos varias fiestas culturales y yo
sabía contar hasta diez en varias lenguas”, explica.
Una infancia feliz
marcada por las bromas de sus compañeros por los experimentos culinarios de su
madre (que trataba de aplicar principios científicos a sus creaciones), las
conversaciones sobre política e historia en la cocina y una madre encantadora
pero dura que “no tenía paciencia con la autoindulgencia y nos obligó a ser
ordenadas y estudiosas desde muy pequeñas”.
Tras una etapa en
Montreal, donde la familia se mudó porque la madre había encontrado un trabajo
en un hospital, Harris volvió a EEUU para estudiar derecho y ciencias políticas
en la universidad. Acabada la carrera, enseguida tuvo claro que quería trabajar
en la fiscalía porque allí es “donde se toman las decisiones”. Después de trece
años como ayudante, en 2003 ganó las elecciones para fiscal del condado de San
Francisco y siete años más tarde fue elegida fiscal de California, el Estado
más poblado del país en el que viven 39 millones de personas y una de las
economías más avanzadas del mundo.
En sus inicios,
como en un capítulo de CSI, Harris se dedicaba a los homicidios y su papel era
aparecer en la escena del crimen para “asegurarme de que todas las pruebas eran
recogidas de forma apropiada y sin ser corrompidas para que pudieran servir
como prueba en el tribunal”. Eso significaba que la despertaran sin previo
aviso a horas intempestivas de la madrugada para encontrarse con las escenas
más dantescas.
Como fiscal, Harris
se presentó como la más dura contra los abusos de las corporaciones y al mismo
tiempo trató de suavizar la dura política penitenciaria de EEUU, un país en el
que hay 750.000 personas encarceladas. De hecho, reducir la población
carcelaria y vigilar que la policía no se mueva por motivos racistas son dos de
sus máximos argumentos de campaña. Harris también propone revertir por completo
la política de Donald Trump en materia de emigración y avanzar hacia
un modelo de energías cien por cien limpias. Su coraje y determinación la
convirtieron en una estrella para determinados sectores demócratas, pero
finalmente eligieron a Joe Biden, el rival con quien ella se mostró más dura
pero con quien ahora tendrá que recorrer el largo y duro camino de la campaña
electoral con la que en noviembre intentarán sacar de la Casa Blanca a Donald
Trump.
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