El nuevo biopic de Ridley Scott sobre Napoleón, protagonizado por Joaquin Phoenix, es una de las películas más esperadas del año. Al tratarse de uno de los personajes más conocidos de la historia, muchos espectadores se están centrando en estudiar cómo retrata al protagonista el célebre director. No obstante, la emperatriz Josefina, primera esposa del conquistador francés, es una figura prácticamente igual de importante en la trama de la película. Interpretada por Vanessa Kirby, que dio vida a la joven princesa Margarita en The Crown, la película trata tanto sobre sus andanzas como las de, quizás, el personaje histórico más conocido de Francia.
Pese a no haber sido tan prolífica ni conocida como su marido, Josefina ha sido retratada en numerosas producciones televisivas y cinematográficas. En la década de 1970, Stanley Kubrick planeó una película biográfica de Napoleón en la que invirtió años de investigación. La película, que habría sido protagonizada por Audrey Hepburn en el papel de Josefina y Jack Nicholson como el famoso emperador, a menudo ha sido calificada como "la mejor película nunca rodada".
En 1954, Marlon Brando interpretó el papel del líder militar francés en la película Désirée, pero el filme se centra principalmente en la relación de Bonaparte con Désirée Clary, que estuvo comprometida con el emperador francés, y el papel de Josefina fue interpretado por la actriz británica Merle Oberon. Pero ¿quién era en realidad Josefina de Beauharnais?
Retrato de Josefina de Beauharnais, 1814
Josefina de Beauharnais (nacida como Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagerie) fue la primera esposa de Napoleón Bonaparte. Sus padres pertenecían a la nobleza francesa. Tascher nació y pasó gran parte de su infancia en la isla caribeña de Martinica, donde sus padres eran propietarios de la plantación de Trois-Ilets. Sin embargo, los huracanes de la isla dejaron la plantación en estado de ruina y a la familia sumida en la desesperación por sus pérdidas económicas. A los 16 años, se mudó a Francia.
Josefina estuvo casada antes de conocer a Napoleón. En 1779, a los 16 años, se casó con Alexandre, el vizconde de Beauharnais. Juntos tuvieron dos hijos: un varón llamado Eugène, nacido en 1781, y dos años más tarde, una hija, Hortense, que años después acabaría casándose con el hermano de Napoleón (todo parece quedar en familia). Su matrimonio no fue feliz. Beauharnais convivía con una amante y Josefina acabó separándose de él, aunque siguieron casados hasta la muerte del vizconde.
Tras más de una década de matrimonio, Beauharnais fue ejecutado durante la Revolución Francesa. También encarcelaron a Josefina en aquella época, pero acabó siendo liberada.
Josefina conoció a Napoleón en 1795, en un baile de la alta sociedad organizado por el que era su amante en aquel momento, Paul de Barras, el vizconde de Barras. En aquel entonces, Napoleón, a pesar de ser teniente general del ejército, no era precisamente el conquistador al estilo de Alejandro Magno en que se acabaría convirtiendo. En lo que a su primera impresión se refiere, parece ser que a Josefina no le hizo especial gracia su torpeza a la hora de socializar, si bien aquello no le impidió enamorarse. Ella le llevaba siete años y se casaron en 1796, al año siguiente de conocerse. Aunque no cabía duda de lo perdidamente enamorado que estaba Napoleón de ella, al parecer ella era mucho más reservada a la hora de mostrar su afecto hacia él.
Retrato de Josefina en 1801 del artista Francois Pascal Simon Gerard.
En 1804, cuando Napoleón fue proclamado emperador de Francia, Josefina pasó a ostentar el título de emperatriz de Francia, además de convertirse un año después en reina de Italia, ya que Napoleón tomó el control del gobierno del país en 1805. El suyo fue un matrimonio difícil, marcado por las largas ausencias durante meses del emperador debido a sus conquistas militares. En aquella época, Josefina mantuvo una relación extramatrimonial con el oficial del ejército francés Hippolyte Charles. Por su parte, Napoleón hizo lo propio con Pauline Fourès, esposa de un oficial de caballería. Por si fuera poco, para gran decepción y malestar de Napoleón, nunca llegaron a tener hijos juntos.
Josefina fue célebre por sus gustos extravagantes y su afición por todo lo mejor que la vida nos puede ofrecer. La emperatriz solía gastar un auténtico dineral en compras descomunales de productos como zapatos, ropa o joyas, dejando las cuentas de su marido un tanto maltrechas. Hizo reformar el château de Malmaison de la pareja, llenándolo después de animales exóticos como canguros, monos y cebras.
Amante de la belleza, sin fijarse demasiado en los costes, es con sus elecciones que nació el estilo imperio del siglo XIX. Con 49 grandes vestidos de corte, 676 vestidos, 60 chales de cachemira, 496 chales sin cachemira, 785 pares de zapatos, 498 camisas, 413 pares de medias, 1132 pares de guantes: todos los detalles revelados en la cuenta de 1809, el año de su divorcio. Se convirtió en la emperatriz más elegante de Europa y en la primera fashion victim de la historia.
Un vestuario que sería la envidia de las damas de todas las cortes y que actualizaba cada seis meses (como las colecciones de alta costura) con la ayuda de su "estilista" Louis-Hippolyte Leroy; su moda no se trata sólo de cantidad sino de ideas creativas, como levantar la cintura para enfatizar los senos haciendo eco de un gusto (neo)clásico y usar flores y camafeos (las otras dos pasiones) como elementos decorativos para personalizar sus trajes imperiales.
Retrato de Josefina de Beauharnais en Malmaison
Su legado en la moda sobrevive bajo el nombre de "estilo Imperio", una definición modesta si pensamos en la revolución radical en el vestuario que implementó.
Se dejaron de lado siglos de corsés deshuesados, peinados elaborados, adornos intrincados y faldas tipo alforja gigantes, personalizando vestidos fluidos y ricos en drapeados, chaquetas cortas, mantones suaves. Fue en esta época cuando nacieron los primeros bolsos de mano: fue la consecuencia inevitable de aquellos nuevos vestidos tubulares y sin bolsillos. La principal revista de moda del momento (Le Journal des dames et des modes ) la define como la " revolución de los bolsillos ", porque el bolso, ahora parte del vestuario femenino, sustituye a los grandes bolsillos que las mujeres escondían en sus grandes (e incómodos) bolsos. No sólo eso: las colas se sujetan hacia atrás en los brazos, mostrando los tobillos y finalmente los zapatos, para recorrer las avenidas de París.
De repente, las mujeres podían moverse y el mundo podía verlas moverse. Esto, inevitablemente, atrae las miradas de la alta sociedad francesa: Josefina es mirada y también Napoleón, fascinado por el estilo imperio simple y sensual, así como por la cercanía a los hombres más poderosos de la época. Tras un largo noviazgo, enriquecido con apasionadas cartas de amor, se casan. Es en este momento cuando empieza a prestar cada vez más atención a su imagen. El marido envía a Josefina objetos raros que estimulan su creatividad: adorna la diadema con camafeos, se cubre los hombros con chales de Cachemira (rebautizada como cashmere), convirtiéndose en el objeto de lujo europeo por excelencia, lanza la tendencia de los pendientes de perlas y el uso del azul profundo después .
Tras años de amoríos, desavenencias y el desprecio acumulado por parte de Napoleón Bonaparte por su incapacidad para gestar un heredero, ambos anularon su matrimonio en 1810. Josefina pasaría el resto de sus días en el château de Malmaison. Ese mismo año, Napoleón se casó con la noble austriaca María Luisa de Austria. Juntos tuvieron dos hijos, pero acabaron separándose en 1814. A pesar de su matrimonio truncado y relaciones posteriores, Josefina y Napoleón mantuvieron una buena relación, hasta el punto de permitirle conservar el título de emperatriz una vez anulado el matrimonio.
La emperatriz falleció en 1814, a los 50 años, a consecuencia de una neumonía. Se dice que Napoleón quedó devastado al conocer la noticia. En aquel momento se encontraba exiliado en la isla de Elba y al parecer se quedó dos días encerrado en su habitación tras enterarse de su muerte. Las guerras napoleónicas terminaron un año después y Napoleón acabaría muriendo en 1821 en Santa Helena, aún exiliado. A pesar de haber anulado su matrimonio más de una década antes de su muerte, se sostiene que sus últimas palabras fueron “Francia… el ejército… Josefina".
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