La infancia palestina y la evocación del Holocausto
Pablo Gentili
Las principales víctimas de todo conflicto armado son los niños y las niñas. Son ellos quienes pagan las consecuencias más dolorosas de guerras producidas por un odio cuya herencia reciben como un legado de dolor y desconsuelo. Las guerras no las hacen los niños, nunca las hicieron, pero será sobre ellos que descargarán su pulsión de muerte y destrucción. Siempre ha sido así y así es hoy, en Palestina, en Sudán del Sur, en la República Centroafricana, en Irak, en Siria, en Ucrania o donde quiera que sea. La muerte de cualquier niño, de cualquier niña genera un daño irreparable a la humanidad. Expresa de forma brutal y absurda el desprecio que buena parte de la humanidad se rinde a sí misma. Cuando la infancia muere en las guerras, bajo la prepotencia de las armas, el hambre, las enfermedades o el abandono, toda la humanidad muere con ellas. Muere una muerte lenta y, como toda muerte, irremediable, irreversible, inimaginable. Mueren los niños y las niñas en las guerras. y, aunque no escuchemos sus llantos, también morimos nosotros con ellos. Aunque nada nos haya pasado, aunque siquiera sepamos de su existencia o nada nos importe su lejana presencia, todos morimos de a poco cuando muere un niño o una niña por el desprecio que algunos seres humanos le dispensan a la vida de otros seres humanos.
Palestina sangra la sangre de cientos de niños y niñas asesinados por el Estado israelí en cada una de las acciones y operaciones militares llevadas a cabo en Gaza y Cisjordania. No deja de llamar la atención el nombre que el gobierno de Israel le ha dado a su última escalada de violencia sobre los territorios palestinos: “Margen Protector”. Desde el inicio de la nueva operación militar, hace casi tres semanas, cerca de 200 niños y niñas han sido asesinados. Y muchos más morirán. Los matarán desde los tanques, con lanza-misiles, desde los barcos o desde modernos aviones no tripulados. Los matarán en sus escuelas, mientras juegan, en los hospitales, acurrucados debajo de sus camas, abrazados a sus madres, a sus padres o a sus hermanos. A Yasmin la mataron mientras trataba de proteger a su muñeca. Tenía ocho años. A Elias mientras dormía y soñaba quién sabe qué. Acababa de cumplir cuatro años y tenía cuatro hermanos: Ibrahim, de doce, Sawsan, de once, Yasin, de nueve, y Yasser, de ocho. Todos murieron con él. Un F16 israelí lo hizo. No creo que haya sido por error. No hay errores en las guerras.
A los niños y a las niñas palestinas los matarán antes de que mueran de miedo o de tristeza. Los matarán antes de que se den cuenta que su vida, como la de cualquier niño o niña, es sagrada y milagrosa para las dos religiones que justificarán o llorarán su muerte. Los matará uno de los ejércitos más poderosos del mundo, para “proteger” a sus propios niños y niñas, para que ellos puedan jugar y correr libremente, sin peligros por sus plazas, bañarse en el mar, ir a la escuela, o abrazarse tranquilamente con sus madres y sus padres, con sus hermanos, con sus muñecas. Para que puedan dormir serenamente, soñando quién sabe qué. Los matarán para que otros niños y niñas puedan reír.
No habrá kaddish que consuele su llanto. No habrá plegaria u oración que reconforte sus almas. ¿Dónde se habrá escondido Yahvé? ¿Es que no se da cuenta de todo esto? No fue la cultura ni la revolución, no fue la civilización ni la ciencia, no fue la tecnología ni el arte. Fue el odio. En la Tierra Prometida, a Dios lo mató el odio y la indiferencia.
No puedo poner en duda lo que dice el Sr.Gentili. Ahora, que fue lo primero, el huebo o la gallina.Que pasa con el grupo subversivo Hamas? No tienen nada que ver, son inocentes al instalar misiles donde esta la población civil? Por favor Sr.Gentili,creo que hay que escuchar las dos campanas y no dejar que los árboles no nos dejen ver el bosque o que el bosque no nos dejen ver los árboles. La muerte de todo niño, todo adolescente, todo ser humano , en forma injustificada, es trágica,como fueron los miles o millones asesinados por el Imperio Nazi. Le sugiero, sin ánimo de discutir o faltar le el respeto, que lea el libro y vea la película titulada El Niño de Piyama a Rayas. Saluda att.- Agustín E.Despontin
ResponderEliminarExcelente .... Sin embargo, Dios no se ha escondido... está presente quien se da cuenta de la bestialidad humana y la expone y la denuncia. Y estará presente en aquellos que entiendan que la Tierra Prometida no es ese pedazo de desierto. Lucio López.
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