Hay otra Tierra bajo esta Tierra. Una Tierra con otra Luna, llamada Volva, 15 veces mayor que la nuestra. Para llegar a ella, hay que conocer a los espíritus adecuados, aquellos que solo visitan el mundo de los sueños. Esta dimensión paralela de la realidad, de nombre Levania, es obra de uno de los mayores mitos de la astronomía.
En 1608, un año antes de publicar su célebre Astronomia Nova, Johannes Kepler (Weil der Stadt, 1571 – Regensburg, 1630) terminó una primera versión de una novela breve de corte fantástico y científico a un tiempo: Somnium sive Astronomia lunaris Joannis Kepleri (es decir, “El sueño o Astronomía de la Luna de Johannes Kepler”). No se publicaría hasta cuatro años después de su muerte, cuando en 1634 su hijo Ludwig decidió sacar a la luz el manuscrito. Tres siglos después, Isaac Asimov y Carl Sagan, la señalaron como la primera novela de ciencia ficción de la historia. La obra ha caído en el olvido del imaginario colectivo aunque conserva su vigencia académica.
"Por decirlo llanamente, es un libro extraño. Tal vez no ha calado en el público porque usa una serie de técnicas narrativas que anticipan la ficción posmoderna”, explica Dean Alan Swinford profesor asociado de la Universidad Estatal Fayetteville en narratología e historia de la ciencia y erudito de la obra.
"En Somnium, un narrador (que puede o no ser el propio Kepler) tiene un sueño sobre un astrónomo islandés que recibe una lección científica de un espíritu lunar. Las notas a pie de página son tan extensas como la propia narración, lo que puede resultar pesado para el lector. Pero su posición fundacional en la ciencia ficción lleva apuntándose académicamente desde hace 60 años".
"En Somnium, un narrador (que puede o no ser el propio Kepler) tiene un sueño sobre un astrónomo islandés que recibe una lección científica de un espíritu lunar. Las notas a pie de página son tan extensas como la propia narración, lo que puede resultar pesado para el lector. Pero su posición fundacional en la ciencia ficción lleva apuntándose académicamente desde hace 60 años".
Reciente reedición ilustrada de “Somnium”.
Aunque su condición de fantasía invita a pensar en Somnium como divertimento, no fue un libro más para Kepler. Tuvo consecuencias personales, por los tintes autobiográficos de la historia, en la que el niño que habla con los espíritus recibe la intermediación de su madre para convocarlos. "Los elementos supuestamente diabólicos de la historia causaron que se acusara a su madre de brujería y se la encarcelara por ello —apunta Swinford—. Aunque fue liberada, murió al poco tiempo. Kepler añadió una densa red de notas a pie de página al manuscrito entre 1622 y 1630 para contrarrestar estas acusaciones".
No solo este episodio íntimo habla de la importancia de Somnium en la vida de Kepler, sino también su dedicación plena al texto. Comenzó a escribirlo cuando aún era estudiante universitario en la ciudad germana de Tübingen. El texto comenzó como un mero ensayo de cómo apreciaría los movimientos planetarios y estelares alguien que observara el firmamento desde la luna. Kepler modificó la obra durante el resto de su vida, añadiendo material y corrigiendo pruebas de imprenta hasta un mes antes de su muerte, el 15 de noviembre de 1630. Hasta incluyó un breve cameo de otro astrónomo célebre de la época, Tycho Brahe, que aparece mencionado de pasada en la obra.
La importancia en su corpus científico, aunque menor que la de sus obras magnas Astronomia nova (1609) y Harmonice mundi (1619), está contrastada para expertos como Swinford: "Ya solo el hecho de que trabajara en ella durante tanto tiempo señala su importancia dentro de su pensamiento. Además, la premisa en su núcleo (un cambio del punto de vista necesario para alcanzar un conocimiento científico más nítido) se corresponde con sus obras más relevantes". Sirva como ejemplo lo siguiente: aunque Galileo es normalmente considerado el héroe de la revolución científica, nunca renegó de la idea de órbitas circulares, porque la idea de que el círculo era más perfecto, y por tanto más propio de la divinidad, que la elipse estaba muy arraigada. Kepler, al contrario, "fue capaz de considerar que los datos apuntaban a órbitas elípticas rompiendo con las convenciones culturales del círculo y la divinidad", añade Swinford.
Ese conocimiento en Somnium se alcanza mediante lo mágico, como describe este pasaje del ritual necesario para alcanzar ese otro lado llamado Levania:
“El paso a la isla desde nuestra superficie, y viceversa, se abre en muy pocas ocasiones, pero cuando es accesible, es fácil para nuestra especie. Sin embargo, el transporte de hombres es difícil y peligroso para sus vidas […]. El choque inicial es la peor parte, ya que les lanzamos como por una explosión de pólvora para que vuelen por encima de montañas y mares. Es por eso que deben ser drogados con narcóticos y opiáceos antes del vuelo. Además, sus miembros deben estar cuidadosamente protegidos para que el tronco no se separe de sus nalgas, o la cabeza del cuerpo, garantizando así que el retroceso se expande por igual a cada extremidad”.
Ángel Sucasas para Ventana al Conocimiento. Open Mind.
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Para Kepler y por Kepler
Juan José Saer: Ligustros en flor.( Fragmento)
Cuentos Completos
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Para Kepler y por Kepler
Que haya un universo es por cierto misterioso,
pero que yo esté caminando esta noche de primavera en la penumbra apacible de
los árboles lo es todavía más. Así como ver la esfera azul desde la luna
permitía poseer un punto de vista suplementario pero no volvía las cosas más
claras, haber estado en la luna no me reveló nada nuevo sobre ella y, a decir
verdad, me gusta más verla desde aquí, redonda, brillante, amarilla. Allá arriba,
la proximidad no mejoraba mi conocimiento, sino que la volvía todavía más
extraña y lejana. Desde acá sigue siendo un enigma, pero un enigma familiar
como el de mis pies, de los que no podría asegurar si existen o no, o como el
enigma de que haya plantas por ejemplo, de que haya una planta a la que le
dicen ligustro y que, cuando florece, despida ese olor, y que cuando se la
huele, es el universo entero lo que se huele, la flor presente del ligustro,
las flores ya marchitas desde tiempos inmemoriales, y las infinitas por venir,
pero también las constelaciones más lejanas, activas o extintas desde millones
de años atrás, todo, el instante y la eternidad. Y sobre todo que, gracias a
ese olor, por alguna insondable asociación, mi vida entera se haga presente
también, múltiple y colorida, en lo que me han enseñado a llamar mi memoria,
ahora en que al pasar junto a un cerco, en la oscuridad tibia, fugaz, lo
siento.
Cuentos Completos
Gracias por el adelantado Kepler y especialemte por el gran Saer.
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