Papanatismo...
Guillermo Vega
La tecnología nos
ha llenado de nuevas palabras y hace que estas circulen a mayor velocidad.
Pero, ¿son todas necesarias y resulta inocuo su uso? La respuesta es NO.
La lengua española,
la segunda más hablada de todo el planeta, corre un cierto riesgo. Los peligros
son pérdida cultural, peor comunicación entre los hablantes y, en último caso,
empobrecimiento económico. Y el causante, la invasión de extranjerismos
fundamentalmente debido al auge de la tecnología.
El exponencial auge
de la tecnología y de otras disciplinas como el marketing digital han acelerado
la proliferación de anglicismos en nuestra lengua. No es un proceso nuevo.
Pero, al mismo tiempo, es distinto debido al actual ritmo de la comunicación, a
la inmediatez y a la ausencia de fronteras en un mundo global y acelerado.
“Adoptar extranjerismos necesarios puede
enriquecer la lengua”, explica Javier Lascurain, coordinador
general de Fundéu, la Fundación asesorada por la Real Academia Española. “Quedarnos con cualquier palabra
foránea innecesaria puede acabar condenando al desuso a voces de nuestra propia
lengua”. Algunos lingüistas alertan, además de que la influencia actual del
inglés no se da solo (ni es la más preocupante) en el léxico, sino que también
se producen en otros niveles de la lengua, como el gramatical. Y esta no es
cosa menor. “La gramática es la columna vertebral de la
lengua”, aseguró recientemente Pedro Álvarez de Miranda, miembro de la RAE.
“Podemos incorporar una palabra y luego dejar de usarla si ya no es útil, pero
los cambios en la gramática afectan a toda la lengua”.
“Manejarnos entre estos neologismos forma parte de nuestro día a día”, explica por su parte el catedrático de Comunicación de la Universidad Carlos III. “Observamos una necesidad de definir fenómenos nuevos, y quien tiene el poder impone los suyos, esto ha sucedido siempre a lo largo de la historia. Es normal”. Tan normal es que llevamos siglos incorporando vocablos. En unas épocas adoptamos más arabismos o italianismos, en otra, lusismos. “Cuando se fundó la Real Academia en 1713, los académicos dejaron constancia de que para ellos era un motivo de preocupación la incorporación frecuente de galicismos". Eso es cosa del pasado: desde hace décadas los reyes absolutos son los anglicismos.
Incorporar
extranjerismos constituye algo natural. El problema, sin embargo, se produce
cuando la incorporación de estos vocablos se produce debido a la “pereza y el
apresuramiento, y otra es un papanatismo que trata de significarse con uso”,
como sostiene Rodríguez de las Heras. “La palabra podcast, por ejemplo, es
un neologismo inglés perfectamente útil, dado que no significa exactamente lo
mismo que audio. Pero hay otras que ya están perfectamente determinadas en
nuestra lengua, como por ejemplo el manido fake news, que tiene
alternativas válidas como noticias falseadas".
El catedrático apunta lo que considera “la parte más negativa del uso
de estos términos sin filtro ni contrastación”. En su opinión, estamos
“reforzando una sensación de dependencia cultural nada conveniente”, asegura.
“Van a emerger formas culturales diversas, y no podemos mantener nuestra idea
de sumisión y dominación”, asegura. “Tenemos incrustado este sometimiento
cultural”. El presidente de la Real Academia Española va en la misma línea:
"Es una cosa absurda que la gente en español siga diciendo tablet y
no tableta, que es lo que corresponde", sentenció. "Detrás de
esto subyace cierto complejo de inferioridad que me parece muy
desagradable".
Al día. “Parece
que si no usas esas palabras no estás al día”, advierte Antonio Rodríguez de
las Heras, quien asegura que el uso del anglicismo tiene un punto de no retorno
en el que la palabra castellana deja de tener validez, como en el caso de app. Lo preocupante
no es tanto que adoptemos voces de otras lenguas para completar nuestro propio
léxico”, asegura Javier Lascurain, coordinador general de Fundéu, “sino que las
aceptemos de forma acrítica, por pura moda o por esnobismo, sin pararnos un
minuto a pensar si el español tiene ya una palabra que designe esa realidad”.
Este sometimiento
se observa, sobre todo, en vocablos como storytelling ( narracion). “Es uno de los
anglicismos que más me molestan”, afirma Rodríguez de las Heras, “porque es
como descubrir el Mediterráneo. Desde hace mucho tenemos recursos para expresar
el hecho de contar historias usando distintas estructuras narrativas. Pero así,
usando extranjerismos, se pretende dar la impresión de que se acaba de inventar
esta palabra.
Y eso, cuando estos
anglicismos no contribuyen directamente a entorpecer la comunicación. "¿De
verdad creemos que la mayoría de los hablantes saben que es un mat,
un prepper,
un update o
el backstop?",
se pregunta Javier Lascurain, de Fundéu, quien resalta otro factor: a veces las
formas que vienen de fuera, precisamente "porque no son tan claras y hasta
por su sonoridad, pueden enmascarar" cierto tipo de realidades. “¿Si en un
artículo de prensa se habla de grooming se
está transmitiendo la gravedad de lo que en realidad es, en español, un engaño
pederasta? ¿O si hablamos de cutting, refleja la realidad de una conducta
autolesiva y peligrosa? Puede que, en casos como estos, las alternativas en
español sean más largas y tengan menos glamour, pero ¿no son mucho más eficaces
para que el lector sepa en realidad de qué hablamos?".
No es difícil
encontrar anglicismos en nuestro día a día. Nos topamos con vallas
publicitarias, carteles en escaparates (incluso escritos con rotulador en las
tiendas), nombres de comercios o negocios, nombres de
programas de televisión, publicidad y artículos (especialmente relacionados con
moda y belleza) cargados de anglicismos. Este es un compendio de ejemplos
elaborado por la Real Academia de la Lengua a finales de 2017:
Carteles:
Refugees Welcome, en el Ayuntamiento de
Madrid.
Shopping night. La revista Vogue organiza
en septiembre una noche en la que las tiendas permanecen abiertas hasta las 00
h. Numerosas tiendas colocan el cartel de shopping night en lugar de
«noche de compras».
Musthave. Podemos encontrar esta frase en la
cartelería de C&A.
Sales, en lugar de «rebajas» o «descuentos».
Black Friday o Ciber Monday.
Takeaway. Podemos verlo en cafeterías, donde
ofrecen café o comida para llevar.
Coffee, bread.
Invitaciones:
Save the date
Dress Code
Nombres de comercios o negocios:
Magic Foto (estudio de fotografía)
Nails Factory o Nails
Hugo Bikes (taller de motos)
Diverbikes (tienda de alquiler de bicis)
Alborada Home Academy (tienda de lanas
donde hacen cursos de costura y punto)
Oh my cut (peluquería)
Las Musas Hostel, TocHostel Madrid
Body Factory, Basic Fit (gimnasios)
Spejo’s Peluqueros. En este caso, utilizan el
apóstrofo como en inglés, en el genitivo sajón, para marcar posesión, siguiendo
el patrón «antropónimo + ’s», que significa «local de + nombre».
Sector de la moda o la belleza
Sector de la moda o la belleza
Productos de belleza: gloss (brillo
o brillo de labios).
Fashion week, en lugar de «semana de la moda».
Casual, en lugar de «informal» o «estilo
informal».
Clutch, en lugar de «bolso de mano» o
«cartera».
Glitter, en lugar de «brillante».
It-girl, en lugar de «chica de moda».
Musthave, en lugar de «imprescindible».
Front row, en lugar de «primera fila» (usado
en los desfiles).
Cool hunter, en lugar de «cazatendencias».
Fashion, en lugar de «de moda».
Oversize, en lugar de «ancho».
Print, en lugar de «estampado».
Profesiones:
Wedding planner, en lugar de «organizador de
bodas».
Baby sitter, en lugar de «cuidador, niñero».
Product manager, en lugar de «jefe de
producto».
Community manager, en lugar de «gestor de
redes sociales».
Account executive, en lugar de «ejecutivo
de cuentas».
CEO, en lugar de «consejero delegado».
Deadline, en lugar de «fecha límite».
Internet:
Influencer. El Departamento de «Español al
día» de la RAE, presente en Twitter, ha aconsejado usar los términos
«influyente», «persona con influencia» o «persona influyente».
Followers, en lugar de «seguidores».
Trending topic, en lugar de «tendencia» o
«tema del momento».
Link, en lugar de «enlace».
Newsletter, en lugar de «boletín digital o
electrónico».
Like, en lugar de «me gusta».
Fake news, en lugar de «noticias falsas».
Programas de televisión:
Master chef celebrities, Family, Spain in a
day, Va de bikes, Ninja warrior, La voz kids, Sábado deluxe, All
you need is love… o no, First dates.
Asimismo, en televisión encontramos conceptos
en inglés fácilmente traducibles al español: prime time (horario de
máxima audiencia); share (porcentaje de audiencia); streaming (en
directo); talent show (concurso de talentos); reality show(telerrealidad
o programa de telerrealidad); indie(independiente); biopic (biografía
o película biográfica); spin-off(película derivada); spot (anuncio); spoiler (destripe).
Gastronomía:
Afterwork. Uno de los anglicismos más
difíciles de traducir literalmente porque, si decimos «después del trabajo»,
pierde el sentido original, ya que implica «tomar algo». Se podría evitar
diciendo «tomar algo después del trabajo».
Cocktail, en lugar de «cóctel» o
«coctel», recogidas ambas palabras en el DLE.
Craftbeer, en lugar de «cerveza
artesanal».
Fast food, en lugar de «comida rápida» o
«comida basura».
Food truck. Para este neologismo,
«Español al día» propone «gastroneta».
Muffin, en lugar de «magdalena».
Show cooking, en lugar de «demostración
culinaria».
Smoothie, en lugar de «batido».
Street food, en lugar de «comida
callejera».
Take away, en lugar de «para llevar».
Topping, en lugar de «extra» o «ingrediente
extra».
Frases hechas en el español oral:
OK.
No problem!
Of course.
Fuck!
Oh my God!
Esto es muy hardcore, en lugar de«Esto
es muy fuerte».
Nesting, en lugar de «quedarse en casa» (fin
de semana).
Wardrobing, en lugar de «devolver una prenda
usada».
Sinkies. Acrónimo del inglés single
income, no kids: parejas con un solo sueldo y sin hijos.
Coliving, en lugar «compartir piso».
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