Josefina Robirosa
1932-2022
Cada mañana. Josefina Robirosa. Óleo sobre tela, 1968
“El cuadro se pinta solo. Al pintar hay un mapa interior que uno pone afuera. Claro que el cuadro es mejor cuanto mejor es ese mapa”.
Estas palabras expresadas por Josefina Robirosa demuestran que, ciertamente, poseía un atlas maravilloso en su interior, un mapamundi que traspasó las fronteras de los estilos, una cartografía que utilizó para pintar una trayectoria plena de riqueza y sentido, un plano que la guió en sus numerosas búsquedas y que derivó en múltiples hallazgos. Muchos de ellos hoy forman parte de Antológica 1956-1997. Desde sus inicios en la pintura, Josefina supo destacarse por su creatividad en el mundo del arte, espacio en el que, habitualmente, no abundaban las artistas mujeres. Es así que empezó su carrera como pintora abstracta y luego, manteniendo esa línea, se fue volcando hacia las imágenes de la naturaleza. Una serie de dibujos figurativos le valió la admiración de Waldo Rasmussen, reconocido curador y director del Programa Internacional del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En los años 90, tuvo un rol relevante en el accionar del FNA. Durante varios años formó parte de la Comisión de Artes Visuales de nuestro Directorio junto a Clorindo Testa, Guillermo Whitelow y Fermín Fevre y quienes recuerdan su paso por la Institución destacan la responsabilidad con la que asumía cada compromiso, a la vez que subrayan su predisposición para incluir a jóvenes artistas en las actividades inherentes a las artes visuales. En 2016, tuvimos el honor de distinguirla con el Premio a la Trayectoria Artística en Artes Visuales. En alguna entrevista Josefina mostró su valoración del arte al decir que éste “despierta nuestra percepción de la realidad en la acepción más profunda y más vasta que podemos imaginar; es para mí un lenguaje que permite iniciar un viaje"
Ex presidente Fondo Nacional de las Artes
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