Los discretos zapatos que obsesionan a los ricos (también a los de ‘Succession’)*
Los Summer Walk de Loro Piana ofrecen ostentación cómoda y de perfil bajo, fiel reflejo de cómo viven los privilegiados de la humanidad en tiempos pospandémicos y de crisis financiera: confortablemente, lujosamente y sin llamar la atención
Los primeros reyes españoles de la dinastía Borbón sellaban sus alianzas de una manera muy original. Los monarcas regalaban parejas de ovejas merinas de Cuenca, famosas por su lana fina y suave, a los soberanos extranjeros como muestra de amistad, pero también como prueba de su riqueza y poder. Felipe V le obsequió un par a su abuelo francés, Luis XIV, iniciando así la globalización de esta preciada raza ovina. Más de 300 años después, los hombres ricos y poderosos del mundo siguen comprando y regalando lana merino, solo que ahora lo hacen en forma de jerséis de Loro Piana.
A los ricos les encanta hacerse con todo aquello que escasea. Y Loro Piana, que está a punto de cumplir 100 años, es líder mundial en el procesamiento de las fibras naturales más escasas del planeta: vicuña de la cordillera de los Andes, merino de Nueva Zelanda y Australia, lana de cabra de China y Mongolia. Por eso, la casa italiana se ha convertido en “el Uniqlo de los multimillonarios”, el proveedor oficial de suavísimas prendas básicas para ese 1% más afortunado de la humanidad que adora el lujo discreto y, sobre todo, se lo puede permitir: suéteres ultrafinos de baby cashmere de 1.850 euros, abrigos de vicuña en color camel de 17.200 euros, pantalones chinos de algodón y seda de 1.450 euros, zapatos de piel de 850 euros.
Últimamente, los mocasines Summer Walk de la marca piamontesa —un zapato informal cuya línea sin cordones es de una pureza casi insultante— son los favoritos de los lobos de Wall Street y de los magnates de Silicon Valley. Elaborados a mano en Italia con gamuza —también los hacen en cuero y cachemir— y con una distintiva suela de goma blanca, son extremadamente cómodos y livianos. Y caros. Jean Arnault, hijo de la mayor fortuna del planeta, los usa en colores tierra, mientras que el galerista Larry Gagosian los prefiere en piel de caimán (los suyos cuestan más de 4.000 euros).
El magnate de los videojuegos Bobby Kotick los combina con suéteres con cremallera de la casa de moda italiana, mientras que el heredero griego Stavros Niarchos los lleva con vaqueros azules durante sus vacaciones en Portofino y Miconos. Aquellos que tienen velero graban sus nombres en los talones, una tradición popular entre los entusiastas de la navegación. También se los pone Beckham: el fenómeno Summer Walk ha llegado al mundo de la moda como una aspirina en plena resaca de las enloquecidas sneakers de lujo que se han comido el mercado los últimos años.
Hay opiniones divididas sobre el origen del fenómeno de estos mocasines. Algunos expertos en moda atribuyen su éxito a la serie Succession. El actor Jeremy Strong, que encarna a Kendall Roy, los usa en la tercera temporada. Otros apuntan a que el auge de los Summer Walk es un síntoma más de la glamurización de la tendencia pandémica del calzado extracómodo. También se puede achacar a la eterna necesidad de los ricos por cosas bonitas, costosas, lujosas, pero discretas. Es el estilo “nada de lo que llevo me importa, pero en realidad me importa mucho”. Mientras salimos de una pandemia mundial en la que murieron más de seis millones de personas y entramos en la siguiente hecatombe financiera, el 1% que sigue comprando y regalando merino sabe que no es un buen momento para llamar la atención. Loro Piana promociona sus mocasines como “perfectos para los veranos que se pasan navegando o en la playa”.
También son perfectos para ir corriendo a sacar todo tu dinero de la sucursal más cercana de Credit Suisse.
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