miércoles, 8 de enero de 2014

ESE VIAJE





Escocia, esa maravilla








Escocia, como el resto del Reino Unido, es un territorio caro, por el transporte, el alojamiento, los restaurantes y las entradas a museos, castillos y catedrales. Pero, a la vez, Escocia es una maravilla, un espacio infinito de naturaleza salvaje, dramática historia y tradiciones entrañables. Para conocer Escocia, sin vaciarse los bolsillos existen unas cuantas alternativas a las actividades turísticas tradicionales.

 Edimburgo





Recorrer la Milla de Oro desde el imponente castillo que domina la ciudad hasta el elegante palacio de Holyrood es gratuito. En los días soleados es una buena idea encaramarse a lo alto del llamado Arthur Seat, una colina que se asoma a la ciudad. Otra opción que también incluye vistas es el popular parque de Calton Hill, un remanso de paz desde el que se han tomado algunas de las fotografías más conocidas de Edimburgo. Destaca el National Monument, una ambiciosa copia del Partenón griego en homenaje a los caídos en las guerras napoleónicas que se quedó sin terminar por falta de fondos, por lo que solo tiene doce columnas. No perderse el edificio del Parlamento, obra maestra de Enric Miralles.









National Monument





Cámara del Parlamento, obra maestra de Enric Miralles. 


 Castillo de Dunnotar


Es una de las fortalezas medievales más espectaculares de Escocia, tanto por su estructura como por su ubicación, en un área rocosa casi rodeada por el agua en la costa este del país. Lo fácil es llegar en coche hasta la misma puerta, pagar la entrada —seis libras— y verlo por dentro. Lo inteligente es apearse en el pueblo marinero de Stonehaven y realizar a pie los tres kilómetros que separan ambos puntos. La excursión nos llevará por un sendero pegado a abruptos acantilados desde el que solo veremos colinas verdes y el azul del cielo, y solo escucharemos el bramido del mar y el graznido de las gaviotas. A medio camino descansa un templete de estilo griego en ruinas, en honor a los caídos en las guerras mundiales, que da un aire onírico al paisaje. El premio, según nos acercamos a la meta, es descubrir poco a poco el imponente castillo en ruinas azotado por las olas del mar del Norte. Las vistas de este fortín desde sus alrededores son tan extraordinarias que resulta mucho mejor plan hacer un pic-nic en el prado frente a él.


  
Dunnotar Castle


                                             Monumento a los caídos en las dos guerras mundiales cerca de Stonehaven

Eilean Donan

  
Es, quizá, el castillo más romántico de las tierras altas, y también el más conocido desde que fue escenario de la película Los inmortales. Eilean Donan está en una pequeña península en el lago Duich, al noroeste de Escocia. Acceder cuesta 6,5 libras, pero, otra vez, lo que enamora es el conjunto que forma con el paisaje. Los atardeceres de otoño sobre el lago, cuando la luz tiñe con ocres y anaranjados sus muros y su puente de piedra, son especialmente evocadores.








Old Man of Storr

En la isla de Skye, la más grande del archipiélago de las Hébridas interiores, descansa este portento de la naturaleza. Es un monolito puntiagudo de 50 metros de altura que se yergue majestuoso en la costa noreste de la isla. Es accesible desde Portree, la capital, en un autobús que cuesta 4 libras y tarda 15 minutos. En la base de la roca basáltica, el aire puro, las vistas de lagos —algunos de ellos pequeños y secretos, solo visibles a cierta altitud— y del Mar del Norte, con las islas de Rasay y Rona al frente, compensan el cansancio tras el ascenso de una hora y media.

                          Estudiantes en una excursión al cerro rocoso de Old Man of Storr, que se ve al fondo, en la isla de Skye 



Fort Wiliam
Es el epicentro del senderismo y la escalada por su cercanía al Ben Nevis, la montaña más alta de Escocia, y al legendario Valle de Glencoe, donde se produjo una de las peores matanzas entre clanes de la historia, pero también es uno de los puntos que más lluvias recibe a lo largo del año. En días desapacibles, el completísimo y gratuito West Highland Museum es el lugar perfecto para dejar pasar las horas. Fundado en 1922, repasa en ocho salas la historia de las tierras altas: tradiciones, arqueología y antropología, fauna y flora o indumentaria. Hay curiosos tesoros, muchos de la época de los levantamientos jacobitas en el siglo XVIII, o restos de un galeón español de la Armada Invencible que naufragó, gaitas antiquísimas y objetos de los reyes y jefes de clanes del pasado.



El Ben Nevis


Stirling


A una hora de Edimburgo, esta pintoresca localidad medieval presenta como principal reclamo su castillo, donde, en 1297, el héroe nacional William Wallace (el de Braveheart) venció a los ingleses. A coste cero se puede conocer la iglesia de Holy Rude, una bellísima reliquia de los tiempos en que Escocia se intentaba forjar como nación, y famosa por ser la única aún en pie que acogió una coronación, la del rey Jaime VI. Los menos miedosos pueden visitar el cementerio adyacente, tan antiguo que algunas de sus lápidas, semicubiertas por la hierba, ya no lucen ningún nombre. Otras están a punto de derrumbarse; en otras solo se distinguen una calavera y dos tibias cruzadas, y las más revelan fechas de los siglos XVIII y XIX coronadas por cruces y entramados celtas.




                                          Interior de la iglesia de Holy Rude, en Stirling donde fue coronado rey Jaime VI













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