Cuando Nueva York comenzaba a rapear *
Abraham Rivera
El 16 de septiembre de 1979 salía a la calle el primer tema de rap de la
historia. Su título: Rappers Delight. La grabación la habían
realizado tres desconocidos bajo el madrinazgo de Sugarhill Records, el sello
de Sylvia Robinson, una experimentada productora que andaba con el ojo puesto
en la efervescente escena hip hop. Aquella canción de 15 minutos había hecho lo
que hasta ese momento parecía imposible: llevar el espíritu y la fuerza del
movimiento al formato de un disco. Todo el mundo afín al hip hop, que había
comenzado dos años y medio antes, con el graffiti, el breakdance y
los djs como máximos exponentes, se sorprendió de aquello.
Sugarhill Gang se llamaba el grupo que rapeaba y se hacía acompañar por
los músicos de sesión Keith LeBlanc (batería), Skip MacDonald (guitarra) y Doug
Wimbush (bajo), quienes regrabaron las bases del éxito de Chic, Good Times,
publicado solo dos meses antes. El resultado: Dos millones de copias vendidas y
una revolución que puso patas arriba lo que se conocía hasta ese momento.
Ellos fueron los primeros, pero luego vinieron una miríada de pequeños
sellos, artistas y productores que durante los tres siguientes años
consiguieron dejar su impronta en la historia del género. Si la escena del hip
hop estaba formada por MCs, B-boys, grafiteros y Djs, las grabaciones de rap
eran muy diferentes. En ellas el MC era el que dominaba la canción, ayudado por
músicos en directo que reinterpretaban, en la mayoría de los casos, los temas
de música disco del momento. El sampler todavía no se había popularizado.
Boombox: Early Independent Hip Hop, Electro and Disco Rap 1979-82, editado por Soul Jazz, se encarga de documentar todo este increíble
legado que fue denominado old school. Su origen tuvo lugar en
las tiendas y discográficas de Harlem. Allí, diferentes productores y dueños de
sellos, la mayoría con una experiencia contrastada, se apuntaron a la nueva
moda, que imponía rapear sobre bases regrabadas de temas ya conocidos. Pequeñas
compañías que se encontraban a pocos metros las unas de las otras, como era el
caso de Enjoy, propiedad de Bobby Robinson, importante hombre de negocios que
contó en sus filas con Errol Eduardo Bedward, aka Pumpkin, un batería y
multiinstrumentista de 16 años que se encargó de dirigir el trabajos de muchos
de los artistas que aparecieron en el sello, como Grandmaster Flash, Spoonie
Gee o Treacherous Three.
Otro hombre que ayudó a consolidar aquel sonido fue Jack ‘Fatman’
Taylor, detrás de firmas discográficas como Tayster o Rojac, sellos con un
amplio historial que en 1979 son relanzados para dar voz al nuevo rap. Para
ello también se ayuda de la visibilidad que le ofrece Harlem World, un club de tres
pisos con todo lo necesario para animar a un barrio entero. Al igual que Disco
Fever, el club más importante del Bronx, Harlem World celebró algunos de los
directos y batallas de Djs más importantes de esos años.
El éxito fue inmenso y pequeñas casas discográficas como P&P
Records, Winley o Sound of New York son las que marcan como debe sonar el rap
de esos años. Siempre con su acreditado grupo de músicos de sesión realizando
la música. A partir de 1980 se sumaron otros barrios como Brooklyn o Queens, que
empezaron a tener sus propios artistas y escenas. De este último distrito se
dan a conocer Run DMC, LL Cool J o Russell Simmons, por ejemplo. Todo volverá a
dar un giro en la primavera de 1982 con la publicación de Planet Rock, la
oda electro futurista de Afrika Bambaataa, y de The Message, por
parte de Grandmaster Flash. Todo esto y mucho más lo cuenta Stuart Baker en el
completo libreto interior de este fundamental recopilatorio: Boombox.
*Un ambicioso recopilatorio se encarga de repasar las raíces del rap como un género aún por definir.
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