Rescatando a María Magdalena
Juan G. Bedoya
Rooney Mara en un fotograma de la película 'María Magdalena'.
Ni Cervantes, ni
Erasmo, ni Teresa de Ávila, ni Nikos Kazantzakis, ni José Saramago, ni Pedro
Miguel Lamet, por citar escritores serios, le faltaron al respeto a María, la
de Magdala, un pueblecito junto al lago de Galilea, la Magdalena, cuando
imaginaron a la mujer más citada en los Evangelios, por delante de la madre
María. Es una gran figura bíblica que, sin embargo, la Iglesia católica tachó
durante siglos, sin misericordia, de prostituta, adúltera, pecadora, poseída
por siete demonios, llorona. Tampoco sale mal parada Magdalena en novelas
extravagantes pero exitosas, como ‘El Código da Vinci', de Dan
Brown, que la retrata como la esposa de Jesucristo, o en el cine
menos riguroso.
Entre todos, han forzado al Vaticano a rectificar los infundios sobre
la Magdalena, a remolque también de los movimientos feministas, Desde junio de
2016 es santa en el calendario romano con el nombre de Santa María Magdalena.
Lo acordó la Pontificia Congregación para el Culto Divino por deseo del papa
Francisco. Su fiesta litúrgica es el 22 de julio de cada año, para “ensalzar la
importancia de esta mujer que mostró un gran amor a Cristo y que fue tan amada
por Cristo, y para resaltar la especial misión de esta mujer, ejemplo y modelo
para toda mujer en la Iglesia”. Así sentenció el Vaticano hace apenas dos años.
La prostituta se alza desde entonces como apostola apostolurum, “la
apóstol de los apóstoles”.
“Algunos dijeron
que Jesús había expulsado siete demonios de mis entrañas, pero tampoco eso es
verdad. Lo que Jesús hizo, sí, fue despertar los siete ángeles que dormían
dentro de mi alma esperando a que él viniera a pedirme socorro: Ayúdame”,
escribió Saramago como epílogo a una de sus grandes libros, El evangelio según Jesucristo, de
1991.
El griego
Kazantzakis había publicado muchos años antes, en 1953, una de esas novelas que
merecen un Nobel. La tituló La
última tentación de Cristo. Cuando en 1988, Martin Scorsese la llevó
al cine, con el mismo título, decenas de miles de católicos integristas
intentaron boicotearla manifestándose con gran estruendo ante los locales donde
se exhibía. Incluso acudieron a los tribunales acusando al director de “ultraje
a la religión”. También expresaron su irritación incontables obispos,
escandalizados por unas escenas en las que se veía a Jesús pasando la noche en
la cama de Magdalena, siguiendo el bello relato de Kazantzakis. El papel de
Jesús lo interpretaba Willem Dafoe, María Magdalena era Barbara Hershey.
La
última película sobre la Magdalena bíblica, se estrena ahora dirigida por el
australiano Garth Davis, con el título "María
Magdalena", Rooney Mara como Magdalena y Joaquin Phoenix en el
papel de Jesús. No es una película de Semana Santa, al estilo de Rey de
reyes o Los diez mandamientos.
La literatura y el
cine se han ocupado mil veces de la figura de la Magdalena en las muchas
versiones que se han escrito o realizado sobre la vida de Jesús. El francés
Jean-Luc Godard causó gran revuelo con Je
vous salue Marie, de 1985, y también la corrosiva La vida de Brian (1979) de los
Monty Python. El ateo Pier Paolo Pasolini rodó en 1964 El evangelio según san Mateo, según el
Vaticano la mejor película sobre su fundador, en la que los protagonistas eran
algunos de los familiares o amigos del director, gran parte comunistas como él:
su madre hacía de María; el hermano y sobrino de Elsa Morante, la esposa de
Alberto Moravia, interpretaban a José y Juan; el poeta marxista Alfonso Gatto
era Andrés; el filósofo Giorgio Agamben, Felipe, y la escritora Natalia
Ginzburg hizo de María de Betania.
¿Cuándo perdió el
papel que tuvo María Magdalena al lado de Jesús y en las primeras décadas de la
secta judía finalmente convertida en Iglesia? ¿Por qué se torció su buen
nombre en una Iglesia que en sus primeros pasos fue sobre todo una iglesia
de mujeres? Los católicos poco enterados se sorprenden todavía cuando, sin
mayores explicaciones, ven elevada a los altares e idealizada como “la apóstol
de los apóstoles” a quien aún consideran prostituta o un demonio de vicios.
“Aquélla a quien el
evangelista Lucas llama la mujer pecadora es la María de la cual son expulsados
los siete demonios, y qué significan esos siete demonios, si no todos los
vicios”, proclamó el papa Gregorio Magno, el año 591. Tomen nota del adjetivo.
El Magno. Sólo otros dos pontífices romanos han merecido ese título, entre los
266 que, según una historia muy discutida, se han sentado en la silla de Pedro.
Como suele decirse, si el prior opina eso de Magdalena, qué no pensará la
comunidad. En la memoria cristiana perduran opiniones de este tipo: "El
marido ama a la mujer porque es su esposa, pero la odia porque es mujer"
(San Agustín). O "la mujer es una burra tozuda, un gusano terrible en el
corazón del hombre, hija de la mentira, centinela del infierno" (San Juan
Damasceno). O la opinión de Santo Tomás de Aquino, “el doctor angélico” del que
beben los obispos cuando están perdidos: “La mujer es un varón equivocado y
fracasado”.
Fue el apóstol Pedro quien puso la primera piedra de tales maledicencias. María Magdalena financió y sostuvo, junto a otras muchas mujeres, los tres años de campaña por Palestina del fundador cristiano. “Ayudó con sus bienes al Maestro", dice el evangelio de Lucas. Cuando fueron creciendo como secta judía, antes de hacer la romería (a Roma), para hacerse grandes hasta sustituir al Imperio romano, es probable que la temperamental mujer de Magdala quiso imponer su autoridad como compañera predilecta de Jesús y la mejor amiga de la madre, María. Pedro ya había expresado su enojo por cómo era tratada, con qué cariño y deferencia. Para acabar con su prestigio, pronto se empezó a decir que había sido prostituta, o que estuvo poseída por el demonio, o que no tenía la fuerza necesaria para mandar…
Fue el apóstol Pedro quien puso la primera piedra de tales maledicencias. María Magdalena financió y sostuvo, junto a otras muchas mujeres, los tres años de campaña por Palestina del fundador cristiano. “Ayudó con sus bienes al Maestro", dice el evangelio de Lucas. Cuando fueron creciendo como secta judía, antes de hacer la romería (a Roma), para hacerse grandes hasta sustituir al Imperio romano, es probable que la temperamental mujer de Magdala quiso imponer su autoridad como compañera predilecta de Jesús y la mejor amiga de la madre, María. Pedro ya había expresado su enojo por cómo era tratada, con qué cariño y deferencia. Para acabar con su prestigio, pronto se empezó a decir que había sido prostituta, o que estuvo poseída por el demonio, o que no tenía la fuerza necesaria para mandar…
Cabe imaginar la
escena. No está en película alguna, pero imaginemos. Magdalena, la amiga de María
y la más amada por Jesús, no ha huido cuando detuvieron y crucificaron al jefe
y es la primera a la que se aparece el Resucitado. En cambio, Pedro, señalado
por el fundador como la piedra sobre la que se edificaría la Iglesia, huyó y
negó al maestro tres veces por miedo insuperable. Antes, Pedro había criticado
a María Magdalena en presencia de Jesús, por metomentodo y parlanchina. El
Maestro la defendió con aplomo. No es imaginación. El conflicto aparece en
varios evangelios, oficiales o no. Por ejemplo, en el de Tomás. “Las
discusiones entre la Magdalena y Pedro aparece en más lugares, también en el
Evangelio de María, que data seguramente del siglo II. Ahí se muestra a Leví,
discípulo de Jesús, replicándole a Pedro cuando éste critica a Magdalena: "Si
el Salvador la ha hecho digna, ¿quién eres tú entonces para despreciarla? Con
seguridad el Salvador la conoce bien; por eso la amó más que a nosotros”. Lo
escribe Diarmaid MacCulloch en su imponente Historia de la Cristiandad.
El teólogo Xavier
Pikaza subraya cómo la iglesia fue instituyéndose como una religión de varones.
“Al principio no fue así. Todavía a mediados del siglo II, a pesar del ascenso
imparable de una visión jerárquica y patriarcal de los ministerios cristianos,
una parte considerable de las iglesias cristianas se hallaban dirigidas por
mujeres. La iglesia oficial ha podido tener miedo ante María Magdalena y ha
preferido destacar el papel de María, la madre de Jesús. Pero las dos mujeres
van juntas, las dos son esenciales en la primera iglesia. Magdalena no pudo ser
obispo o papa en la iglesia que triunfó desde el siglo II-III, pero podría
haberlo sido en una iglesia no jerárquica ni patriarcalista del futuro”.
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