domingo, 21 de octubre de 2012

NOCTURNIDAD




No son horas.
La clase media argentina, tradicional reserva de talentos que ha producido a Domingo F. Sarmiento, a Juan B. Alberdi, a Juan B. Justo, a René Favaloro, a Luis Sandrini, a Ricardo Lorenzetti, a Gerardo Sofovich, debe buscar en sus entrañas y lanzarse a una profunda mutación.
De vuelta al estudio, el trabajo, el ahorro. Como ha sido siempre, antes.
Los adolescentes no tienen ninguna necesidad de bailar. No es uno de los derechos humanos. La prueba está en que, si se le impide dormir a una persona, enloquece y muere. En cambio, se lo deja sin bailar y sigue contento y feliz. No pasa nada.
Si los teenagers quieren reunirse, pueden hacerlo en las casas de familia, como ha sido siempre. Con la música bajita, porque los vecinos descansan. Sin fumar ni beber. Hasta las doce de la noche. Y después, a dormir. ¿Cuál es el problema? Dormir es sano y necesario, porque mañana hay que levantarse a las 8 para jugar al rugby, o al hockey, o al fútbol, o repasar una materia. Como ha sido siempre y como sigue siendo en países serios como Canadá, Japón o Inglaterra.
¿Que la industria de la noche es un negocio lícito y produce ganancias importantes? Perfecto, que los señores de la noche hagan su negocio, como hasta ahora. Pero sólo para adultos. Que llegan en su auto y, si quieren, con su chofer. Por mí pueden emborracharse hasta quedar catatónicos: pero entre cuatro paredes y siendo mayores de 21 años. En la calle y manejando: no.
Nuestros hijos no deberían alquilar una Combi (en realidad, la pagamos nosotros) para llegar al boliche a las 2 de la mañana con la sagrada misión de "cagarse de risa" hasta las 5 y media. Es una locura. Es tentar a la desgracia. No lo permitamos.
La verdad que no confesamos es que nuestros hijos de 15 años salen de noche y beben aunque esté prohibido, porque existen "salones de fiestas" que son discotecas encubiertas, y en nuestro medio es fácil burlar la ley. Sobre todo si los padres no sabemos decir que no, cuando nuestros encantadores mocosos nos rezongan que "todos tienen permiso", "todos van", "todos lo hacen", "soy el único tarado", "soy la única pavota". Entonces, todos los viernes y sábados hay un cumpleaños, una despedida, un fin de curso, un recital, una fiesta del colegio tal o del liceo cual. En resumen, los adolescentes borrachos y circulando por las rutas hasta el amanecer.
Los "viajes de egresados" son un invento maldito. Primero: los chicos no han egresado de ninguna parte. Apenas acaban de terminar malamente un año, y deben rendir materias. No están egresando. No tienen por qué viajar. Y menos a Bariloche u otros sitios, lejos del control de sus padres, con el exclusivo propósito de producir aturdimiento, ebriedades, desórdenes sexuales y destrozos en los hoteles. ¿Cuál es la idea y quién la instaló?
La verdadera fiesta de egresados es, originariamente, un hecho institucional: se trata de un acto en el cual los alumnos que terminan su secundario presentan a sus familias, reciben sus diplomas, se despiden del colegio y, a veces, bailan. Todo supervisado por el rector y los profesores. Punto.
La nocturnidad adolescente es una creación siniestra que lleva la marca argentina en el orillo, porque ninguna sociedad del mundo la permite. Ni los católicos, ni los socialistas, ni los neoliberales, ni los protestantes... ¡No hablemos de los islámicos!
Mediante la nocturnidad, hemos establecido que los jóvenes se van de sus casas, después de descansar un rato, a las dos de la mañana. Llegan como pueden a las proximidades de una discoteca. Por lo general, están borrachos al arribar a la puerta, debido a la simpática "previa". En esas largas filas de espera, hay chicas que venden "petes" o "besos por un peso", para pagar la entrada, otras que exhiben el documento de la hermana mayor para que las dejen pasar, y no faltan los muchachitos que vomitan en la vereda o caen desvanecidos. Frecuentemente, se pegan e insultan. A la salida, en la desbandada del amanecer, ocurren las desgracias.
De la juventud del "amor y paz", sonrisas alucinadas, pies descalzos, un porrito, el sonido de voces y guitarras, el sexo libre (pero sano y sin violencia) hemos pasado en pocos años a esta cabalgata de barras bravas, haciendo "pogo". Sin embargo, son las mismas edades adolescentes, con las mismas caras puras y cuerpos vírgenes. ¿Cómo fue? ¿Cómo hicimos la metamorfosis de "una chica moderna" a "un gato"?
Naturalmente, a la madrugada, los padres yacen desmayados en sus camas. Hoy día se trabaja mucho. No se les puede pedir a papá y mamá que arranquen el auto o pidan un remise a las 6 de la mañana para salir a campear a los hijos e hijas por los inmensos bailables del conurbano. Físicamente, no pueden. Se ha creado así un mundo aparte, un universo de adolescentes completamente separados de sus familias. El mundo del alba es uno, el de la noche es otro. Los chicos viven de noche y duermen de día. Duermen en el colegio, en la playa, en la iglesia y en sus casas. Duermen, duermen, duermen. Cuando despiertan, se sientan frente a la computadora, frotándose los pelos, a leer disparates, o se aferran al celular para enviar mensajes de texto donde todo se escribe sin hache y sin acento.
Cuando nosotros no estemos: ¿De qué van a vivir estos adolescentes, que a los treinta años todavía están meditando sobre "cual es mi verdadera vocación"? ¿Cómo se ganarán el pan, vendiendo drogas?
Hemos hecho un estropicio. Nosotros, los padres de clase media.
Dicen que toda persona tiene derecho a poseer un sueño. Yo, por de pronto, tengo el mío. Una juventud sana, que salga del ruido, la noche, la droga, la ignorancia y lo "divertido". Que se entregue al día, al silencio, al estudio, al deporte, a la cultura, a la familia.
Alguno me dirá que este es el mismo ideal de "Mi hijo el dotor", que escribió Florencio Sánchez en 1930. Sí, es lo mismo. ¿Alguien tiene una idea mejor?


(Dedicado a la memoria de Florentino Sanguinetti, severo profesor y respetado rector de un gran colegio).


Publicado en La Nación. 

Buenos Aires.









6 comentarios:

  1. Los míos vuelven temprano Miss Musa, sus mujeres los tienen a los tiros...R.

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  2. es verdad! es un invento argentino eso de la nocturnidad....hay pueblos en el interior de nuestro pais en donde los jovenes llegan a los boliches recien a las 2 0 3 de la mañana...hablo de Cordoba...en Entre Rios, en algunos pueblos o ciudades lo hacen a las cuatro de la mañana...parece cosa de locos. Sólo en este pais. Pues como bien dice arriba en el articulo,en los paises más organizados, los jovenes tienen horarios bien diferentes y se cumplen a rajatabla. He visitado algunos de ellos y sé de que se esta hablando. Es la pura verdad . R.U.

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  3. Supongo que es un ' invento argentino', algo que a mi juicio no es para enorgullecernos, pero ahí está y así estamos. Gracias R.U ! siempre presente...

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  4. ahora inventamos el voto a los 16....en el 2015 votarán los perros; era el chiste en mi facebook !
    Anónimo Veneciano.

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  5. No hay que ser tan negativos A. Veneciano ! Eso si me temo que con con el voto de los chicos se llevarán un buen susto. Espero que no anulen los comicios.

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