jueves, 12 de octubre de 2017

HERMENEGILDO SÁBAT



 Premio Konex de Brillante 







A sus 84 años, no le molesta pasarse días enteros rodeado de periodistas, editores y dibujantes entre lápices, colores y computadoras. Verdaderamente ama lo que hace, es su oficio, su modo de expresarse. De pronto, alguien interrumpe su inspirada concentración para darle una noticia que lo sensibiliza por completo: acaban de premiarlo con el Konex de Brillante por su trayectoria. ¿Quién podría dudar del tal merecimiento?












Quizás pocos lo sepan, pero Sábat es uruguayo. Su porteñidad no está puesta en duda, pero lo cierto es que su carrera comenzó del otro lado del charco, publicando sus primeros dibujos en el diario Acción de Montevideo a los 15 años. Nació un 23 de junio de 1933 y en aquella primera mitad del siglo pasado se las ingenió como un comunicador todoterreno: no solo incursionó en las artes plásticas, también lo hizo en la fotografía y el periodismo. Pero si vamos atrás en el calendario, se podría decir que la vida de Sábat comenzó incluso antes de que naciera, porque ya llevaba consigo los genes de un refinado arte intelectual: su padre fue el dibujante, periodista y escritor Juan Carlos Sábat Pebet y su abuelo fue Hermenegildo Sábat Lleó, un pintor y caricaturista español que llegó desde chico a las tierras orientales de América Latina.














En el 66, Sábat llegó a la Argentina. Tenía 33 años y unas ganas inmensas de desarrollar sus capacidades, pero también de demostrar todo su potencial. Y no falló: en La Opinión, Primera Plana, Atlántida y desde 1973 en Clarín, maravilló con sus dotes únicas para la caricatura política. Desde aquel momento, jamás paró. Con casi 30 libros publicados, es muy fácil reconocer cuándo un dibujo es de Sábat. Sus trazos arremolinados y desprolijamente certeros se han vuelto un sello inimitable. Cuando comprendió que Buenos Aires iba a ser su lugar en el mundo, allá por 1980, se nacionalizó argentino. Para las décadas siguientes le llovieron los premios, entre ellos el Premio Konex y un Diploma al Mérito otorgado por la misma fundación en 1982. Este año se repitió.

Hoy preside la Fundación Artes Visuales (la cual creó en 1982) y enseña dibujo, pintura, grabado e ilustración en su taller de Monserrat, además de realizar esas excéntricas y ácidas obras para el diario, que tanta repercusión han generado, otorgándole amantes y detractores. Aunque arriesgado, nunca ha sido fácil. 



"Miro mis dibujos en la dictadura y pienso que es un milagro estar vivo", dijo en una entrevista, refiriéndose a la caricatura que hizo de Videla cuando estaba prohibido dibujarlo. Incluso en democracia, muchos políticos se mostraron enojados con sus trabajos: la mismísima Cristina Fernández de Kirchner, por ejemplo. 





Un mes atrás, Sábat estaba sobre el escenario recibiendo el galardón en el rubro humor. Junto a su elegancia —portaba saco oscuro, corbata azul— en la entrega de los Premios Konex, lo acompañaban los colegas también agasajados: Ingrid Beck, Martín Bilyk, Alejandro Borensztein y Pedro Saborido. Magdalena Ruiz Guiñazú, presidente del jurado que definió la selección, les entregó el premio en mano. Pero ahora, la noticia fue aún mayor. Si ya bastaba con ser reconocido como uno de los grandes humoristas en el periodismo de los últimos 10 años, destacar su nutrida trayectoria con nada más y nada menos que el Konex de Brillante completa el merecido homenaje a un artista que sabe leer como nadie, desde el humor, la actualidad argentina.










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