La Orquesta de Cateura
Jorge
Coronel
Esta es la historia
de la Orquesta de Cateura, ( Paraguay) un proyecto que alguna vez diseñó con escasos
recursos, y que hoy lleva recorridos más de 25 países, teloneó a Metallica y
tiene a la Reina Sofía de España como una seguidora más.
La historia
de Favio Hernán Chávez parece haber salido de un cuento, cuyo
protagonista no deja de cumplir los sueños de su niñez. Eso sí, a costa de
esfuerzos, formación y mucho trabajo.
El director de la
Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura conoció la magia de la música
desde muy pequeño, cuando con 7 u 8 años empezó a tomar clases de guitarra
popular con el maestro Felipe Miranda, en su Carapeguá natal.
Poco tiempo después incursionó en grupos musicales, formando parte del coro de su ciudad y, a los 13 años, impartiendo clases de guitarra a sus compañeros –pagado por el mismo colegio del que formaba parte, el instituto Mariscal Estigarribia–. “No había un profesor de ese instrumento”, comenta hoy el director. Fue así como aquel niño aprendió a tomar liderazgo, disciplina y capacidad de organización. Ya con 15 años integró y dirigió el coro de niños de la catedral de Carapeguá. Tiempo después ingresó al Seminario, donde aprovechó el conocimiento de sus profesores religiosos, quienes lo enriquecieron en música y cultura general. Finalmente, decidió dejar el camino para estudiar Teología; Filosofía en la Universidad Católica y la carrera de ingeniería en ecología humana en la Universidad Nacional de Asunción. “Por esa carrera fui a trabajar a Cateura como técnico ambiental”, comenta. Pero la música, para él, era solo una actividad adicional, complementaria. “Siempre trabajé de otra cosa formalmente”, señala. De esa forma, enseñó Filosofía en varios colegios de Asunción, Fernando de la Mora y Luque; enseñó Administración Agropecuaria en Carapeguá y se desempeñó como administrador del vivero municipal en esa ciudad. Chávez llegó a la humilde zona de Cateura como responsable de educación ambiental, como parte del proyecto Procicla. Desde allí, algo nuevo y fundamental en su vida se empezaría a forjar.
Poco tiempo después incursionó en grupos musicales, formando parte del coro de su ciudad y, a los 13 años, impartiendo clases de guitarra a sus compañeros –pagado por el mismo colegio del que formaba parte, el instituto Mariscal Estigarribia–. “No había un profesor de ese instrumento”, comenta hoy el director. Fue así como aquel niño aprendió a tomar liderazgo, disciplina y capacidad de organización. Ya con 15 años integró y dirigió el coro de niños de la catedral de Carapeguá. Tiempo después ingresó al Seminario, donde aprovechó el conocimiento de sus profesores religiosos, quienes lo enriquecieron en música y cultura general. Finalmente, decidió dejar el camino para estudiar Teología; Filosofía en la Universidad Católica y la carrera de ingeniería en ecología humana en la Universidad Nacional de Asunción. “Por esa carrera fui a trabajar a Cateura como técnico ambiental”, comenta. Pero la música, para él, era solo una actividad adicional, complementaria. “Siempre trabajé de otra cosa formalmente”, señala. De esa forma, enseñó Filosofía en varios colegios de Asunción, Fernando de la Mora y Luque; enseñó Administración Agropecuaria en Carapeguá y se desempeñó como administrador del vivero municipal en esa ciudad. Chávez llegó a la humilde zona de Cateura como responsable de educación ambiental, como parte del proyecto Procicla. Desde allí, algo nuevo y fundamental en su vida se empezaría a forjar.
Entre basuras, la música
“Cuando trabajé en el vertedero comencé a enseñar música a los niños. Primeramente, a los hijos de las personas que trabajaban en la planta de procesamiento de residuos; luego se abrió a la comunidad y ahí comenzó la historia de enseñar música en ese lugar, en ese contexto”, relata el docente. A partir de esa situación social, surgió en él la necesidad de crear instrumentos de materiales reciclados.
“Para nosotros fue
fácil porque dábamos clases de música en el mismo lugar donde se trabajaba, en
la planta de procesamiento de residuos sólidos. Solo teníamos que extender la
mano y agarrar materiales que llegaba todos los días por tonelada”, recuerda. Los
primeros instrumentos que surgieron fueron los de percusión y uno de viento: un
humilde violín, fabricado a partir de un viejo colador de acero y caño de agua.
“Utilizaba eso más bien para mostrarlo como simulacro de instrumento. Llevaba
eso a los colegios, para concienciar a las personas sobre la importancia del
reciclaje”.
La sorpresa, para
él, fue cuando de esos bocetos de instrumentos empezaron a emerger sonidos.
Desde allí contó con la colaboración de personas como Nicolás Gómez, y
empezaron a experimentar con nuevos materiales, para lograr una mejor calidad. Una
fuente de inspiración para Chávez fueron los instrumentos que la
popular agrupación de humor argentina Les Luthiers utiliza para sus
presentaciones. Esos instrumentos fabricados con materiales alternativos – “no
necesariamente residuos, sino alternativos”, acota Chávez– sirvieron para
que el paraguayo pensara en fabricar algo similar, con fines didácticos. “Ahí
empezamos a investigar. En ese momento había pocos lugares adonde acudir, y la
mayoría de los instrumentos fueron resultado de nuestro propio ingenio”,
menciona, sin falsa modestia. De esta manera, la agrupación paraguaya se
convirtió en la pionera en creación de instrumentos reciclados e implementados
para su uso, de la mano de niños y jóvenes considerados en situación de
vulnerabilidad.
El gran despegue
Cierto día la productora paraguaya Alejandra Amarilla y la colombiana Juana Peña Aranda empezaron a hurgar en posibles temáticas para la realización de un documental en Paraguay. “Hasta que se enteraron de esa pequeña experiencia que todavía hacíamos en Cateura, cuando visitaron la comunidad y vieron a los chicos tocando música en ese mismo lugar, se les ocurrió que podía ser un buen tema para crear un documental”, relata Chávez. Entonces empezaron a grabar un breve documental. Por cuestiones de presupuesto no pudieron regresar al país; hasta que, tiempo después, volvieron y se encontraron con un crecimiento excepcional. “Tuvieron que cambiar su guión y emprendieron un documental de 90 minutos. Eso implica un trabajo enorme”, explica el músico. Así fue que se esbozó Landfill Harmonic (La armonía del vertedero), documental dirigido por el estadounidense Graham Townsley, y cuyo primer tráiler se empezó a difundir en las principales redes sociales en 2012. Las reacciones de distintas personalidades del mundo fueron inmediatas. Desde el violinista de Madonna, Jason Yang, hasta músicos de la legendaria banda de thrash metal, Megadeth, o la prestigiosa actriz británica Emma Watson y el cantante español David Bisbal, todos compartieron en sus redes sociales su admiración por la creativa formación guaraní.
Telonear a Metallica
En su recorrido internacional, los paraguayos no olvidarán la inédita experiencia de telonear los shows de Metallica en la gira que la agrupación de thrash metal dio en países de Sudamérica este año.“Fue lo más impactante en cuanto a lo artístico”, comenta el músico. “Nunca nos vimos en ese contexto, de esa forma, esa manera; participar de un evento de tanta trascendencia, con tanta gente y producción de por medio. Nosotros, lo que hacemos artísticamente, es muy humilde, somos muy conscientes de nuestras limitaciones, pero habernos proyectado a esa situación, para nosotros fue un desafío”, reconoce Chávez. El director se sincera y confiesa que nunca antes había asistido a un recital de rock. “No sabía cómo uno tiene que comportarse, qué se decía ni dejaba de decir”. En el primer concierto de la gira –en Bogotá, Colombia–, una fuerte lluvia casi interrumpió la presentación. Hasta que el temporal pasó y los paraguayos salieron a escena. “Había 35 mil personas atentas, bajo la lluvia, y que empezaron a corear con nosotros y gritar: ‘¡Paraguay, Paraguay! Para nosotros fue realmente impactante”.
Para el recital en
Asunción, el mismo James Hetfield, líder de Metallica, se ubicó
detrás del escenario para saludar y desear éxitos a cada integrante, antes
de subir a tocar. “Ellos mismos acompañaron a los chicos antes de la entrada,
ellos mismos salieron de su propio protocolo de seguridad”, recuerda el
director.
Rockstar
Pero otro momento
no menos importante fue compartir escenario con otra gigante del metal: Megadeth. En agosto de 2013, los paraguayos interpretaron
junto a la banda de David Ellefson aquel himno de Symphony of
Destruction, en Broomfield, Colorado, Estados Unidos. “Fue casi una
coincidencia porque viajamos a Estados Unidos por otro motivo, otra
presentación; y coincidía que era la siguiente ciudad donde ellos daban un
concierto. Cuando fuimos coincidiendo, a partir de ahí vimos que existía la
posibilidad de tocar con ellos. Nuestro bautismo, en ese contexto, fue allí”,
revela Chávez. Tiempo antes, en mayo de 2013, el bajista de Megadeth, David
Ellefson, había llegado de sorpresa al vertedero de Cateura para compartir
una jornada con los jóvenes músicos. “Con Megadeth nos
sentimos más arropados porque tocamos con ellos. Lo de Metallica fue una
exposición enorme. Ellos nos decían: ‘Sean ustedes mismos’”.
Conquistar a la reina
Quizás la fan más
‘importante’ de los chicos de Cateura sea nada menos que la reina Sofía de
España, quien quedó fascinada con la creatividad y el talento de los niños y
jóvenes paraguayos del grupo. “Nuestra visita a España tuvo tantas expectativas
–a la conferencia de prensa asistieron todos los canales de televisión y
diarios–; y llegó hasta los oídos de la Reina. Alguien les había hablado ya de
nosotros; y de manera muy informal primero pidió estar en un curso de
capacitación que estábamos dando a niños de la comunidad de Madrid”, recuerda.“No
sabíamos que una persona tan importante se sienta con nosotros de igual a
igual, a compartir con nosotros”, relata el músico, con entusiasmo.
Finalmente, fue la misma reina Sofía quien presidió el concierto de
la Orquesta de Cateura en el Auditorio Nacional de Madrid. Fue tanto el entusiasmo, que la reina Sofía
apadrinó un proyecto de música en España inspirado en la experiencia de
instrumentos reciclados de Cateura.
Cuestión filosófica
Favio Chávez es consciente de cierta crítica que gira en torno a la continuidad del uso de instrumentos reciclados, en lugar de los tradicionales, a los cuales ya pueden acceder.
Favio Chávez es consciente de cierta crítica que gira en torno a la continuidad del uso de instrumentos reciclados, en lugar de los tradicionales, a los cuales ya pueden acceder.
“Los instrumentos
reciclados forman parte del proceso, no son el final”, explica. “En la mayoría
de los casos (los chicos) vienen sin padre ni madre; a veces pasa un año sin
que sepamos quiénes son sus padres… esos chicos, por lo general, no tienen la
experiencia ni antecedentes ni habilidad para cuidar un instrumento, de saber
cómo hay que tener cuidado para que ese instrumento no se rompa. Y a veces no
vienen con la disciplina y obediencia que se puede controlar en una escuela de
música formal”, refiere.Es por eso que los niños y jóvenes principiantes harán
uso de los instrumentos reciclados de basuras, y los tradicionales serán de uso
para los alumnos avanzados. “Imaginate un niño con su casa inundada, ¿cómo va a
trasladar un chelo o contrabajo de madera con esta situación?”, se pregunta el
docente.
“Para cambiar la
vida de un chico tienen que pasar cosas más complejas en relación a su familia,
a él mismo, porque la pobreza no es una condición; es una forma de ser. La
pobreza es una actitud, y estos chicos están camino a superarla”.
Mirar al futuro
Actualmente, unos
40 niños y jóvenes forman parte de la Orquesta de Instrumentos Reciclados de
Cateura. Por otra parte, son 200 las personas que aprenden música en la escuela
de música que dirige Chávez en el nuevo local, que igualmente “queda chico”,
según comenta. En miras al futuro, y después de llevar su música a más de 25
países, la orquesta de Cateura promete no detenerse. “No solamente en lo
artístico, queremos seguir creciendo en un nivel musical, de repertorio, de
habilidad musical en varios géneros”.
Acompañamiento
El maestro Favio
Chávez fue recientemente reconocido por la Cámara de Diputados con la
Orden Nacional al Mérito Comuneros, en honor a la labor social que desarrolla
con la Orquesta de Cateura. “Lo veo grato para mí y para todos los integrantes
de la orquesta”, dice el músico sobre el homenaje. “Pero eso no nos quita de
vista el hecho de que falta mucho todavía por hacer. Nosotros necesitamos realmente
un acompañamiento, no solamente un reconocimiento. El gobierno tiene mucho por
hacer para ayudar a nuestra labor”.
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