Soneto V
Edna St. Vincent MillaySi descubriera, de algún modo fortuito,
que has desaparecido para no volver jamás…
Si leyera en la contraportada de un diario, digamos,
sostenido por un vecino en el vagón del metro,
que en la intersección de esta avenida y esa calle
(de cosas así están repletos los periódicos)
un hombre apresurado, que resultaras ser tú,
hubiera muerto atropellado hoy a mediodía,
no rompería a llorar –no podría romper
a llorar, ni retorcerme las manos en un sitio así–,
no haría sino ver pasar las luces de la estación
con un interés más vivo reflejado en mi cara;
o levantaría la vista y leería con aún más interés
dónde guardar las pieles y cómo cuidarse el pelo.
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