lunes, 29 de febrero de 2016

CUANDO LEO...




Más fuertes y mejores

Rosa Montero.






Imagen: André Kertés




Mientras escribo estas líneas, puedo ver junto a mí los desalentadores montoncitos de libros que se empiezan a acumular, como torres truncadas, en el suelo de mi despacho. Ya no me caben en las baldas y no sé dónde meterlos. Aunque hace ya mucho que perdí el respeto reverencial a los libros y, después de leerlos, suelo desprenderme de la mayoría, la cantidad de volúmenes que tengo crece como la espuma, porque me regalan muchos y, mea culpa, sigo comprando bastantes (menos mal que existen las versiones electrónicas). A veces pienso que se están convirtiendo en una especie de virus invasor y hasta llego a detestarlos durante unos instantes. Luego, claro, se me pasa corriendo. ¿Qué haría yo sin libros? Son y siempre han sido mi mejor amuleto ante los desasosiegos de la vida. En el dolor, en la ansiedad, en las esperas y las desesperaciones, si cuentas con una buena lectura estás al menos en parte protegido. Recuerdo perfectamente las obras que leí en algunos momentos especialmente penosos; en enfermedades propias, por ejemplo, o en esperas hospitalarias de enfermedades ajenas. Son libros que me ayudaron a atravesar esos tiempos oscuros, los estrechos desfiladeros de la vida; a decir verdad, pienso en ellos como si fueran mis amigos.
Sé, por otra parte, que esto que me sucede a mí le ocurre a muchos. El grupo editorial italiano Mauri Spagnol y el Centro de Estudios de Mercado y Relaciones Industriales de la Universidad de Roma publicaron hace poco los resultados de una investigación curiosísima: estudiaron si la lectura tiene algún efecto en el bienestar de las personas. Tomaron una muestra de 1.100 individuos, los dividieron en dos grupos, lectores y no lectores, y les aplicaron tres conocidos protocolos para calibrar el índice de satisfacción con la vida, según la autovaloración de los sujetos. En una escala del uno, lo peor, al diez, lo mejor, los 1.100 individuos se dieron, como media, una nota de felicidad por encima del siete. Esto ya es sorprendente en sí, o al menos a mí siempre me sorprende que, cuando le pides a la gente que puntúe su nivel de felicidad, todos los estudios suelen dar unas notas bastante altas, de notable para arriba. Y es que el ser humano es una criatura vitalista, adaptativa y tenaz. Pero lo novedoso de esta investigación es que los lectores superaron a los no lectores en todos los apartados por cerca de medio punto: se sentían más dichosos y experimentaban más a menudo emociones positivas. Resumiendo: parece que leer te ayuda a ser más feliz. Cosa que desde luego no me extraña.

Siempre me han dado pena las personas que no leen. Y no porque sean más incultas y menos libres, aunque es bastante probable que sea así. No, las compadezco porque creo que viven mucho menos. Leer es entrar en otras existencias, viajar a otros mundos, experimentar otras realidades. Y además, ¡qué inmensa soledad la de quien no lee! Porque la literatura nos une con el resto de los habitantes de este planeta, nos hermana con la humanidad entera, más allá del tiempo y el espacio. Podemos experimentar las mismas emociones que un escritor inglés del siglo XVI o que una autora contemporánea de la remota Nueva Guinea. Y al fundirnos con los demás, al salir de nosotros mismos, salimos también por un instante de nuestra muerte, que nos espera enroscada en la barriga. Leer te hace inmortal.
Hay dos fotos antiguas en blanco y negro que me parecen maravillosas y que son un ejemplo de esa fuerza benéfica de la literatura. Una es de André Kertész y muestra una ancianita en camisón sentada en una cama de madera, un mamotreto viejo con dosel. La instantánea fue tomada en el asilo de Beaune (Francia) en 1929, así que la mujer era una asilada, probablemente sola, enferma y pobre, una vieja sitiada por la muerte. Pero tiene un libro en las manos y está embebida en él. Lee, de perfil, con serena y perfecta placidez. Qué invulnerable se la ve, protegida por el gran talismán de la lectura. Toda ella luz dentro del barquito de su cama en mitad de un océano de tinieblas.













La otra foto es bastante conocida*: la biblioteca de Holland House, en Londres, tras los bombardeos de 1940. El techo del edificio se ha derrumbado pero las paredes, repletas de libros, se mantienen en pie. Aquí y allá hay tres hombres con abrigo y sombrero que, subidos a la inestable pila de escombros, miran los lomos de las estanterías u hojean algún volumen. A mí esta foto siempre me ha parecido un emblema de la esperanza, de la capacidad de supervivencia de los humanos. En lo más aterrador de la pesadilla nazi, cuando parecía que el infierno triunfaba, esos hombres buscaban en la hermandad lectora con el resto de la humanidad las fuerzas suficientes para seguir resistiendo. Esta es la magia de la literatura: nos hace ser más fuertes y mejores.










*La foto de varios hombres, ataviados con su abrigo y gorro, echando un vistazo a los estantes que han sobrevivido a las explosiones se ha convertido en una de esas imágenes icónicas. La imagen, sobra decirlo, es una impostura que realizó el estudio Fox Photos (una agencia de prensa británica) en entre 1940 y 1941 (seguramente alguien con conocimientos más profundos sobre la cuestión podrá dar una fecha más concreta, pero la datación varía).












viernes, 26 de febrero de 2016

GALILEO







Prohibido girar alrededor del Sol





Galileo Galilei (1564-1642), por un pintor italiano desconocido. 


“Eppur si muove” (y pese a todo, se mueve). Es una de las citas más famosas de la historia de la ciencia, aunque es dudoso que el astrónomo italiano Galileo Galilei (15 de febrero de 1564 – 8 de enero de 1642), a quien se le atribuye, llegara jamás a pronunciarla. Y menos ante la Inquisición que le obligó a retractarse de su teoría heliocéntrica. Pero la aparición de estas palabras camufladas en un retrato de Galileo pintado por la Escuela de Murillo tras la muerte del científico las ha incorporado al acervo popular, fundando la idea de que el eminente astrónomo nunca renunció a su convicción.
Galileo fue condenado por su teoría de que la Tierra giraba en torno al Sol, y no al contrario; una idea que el 24 de febrero de 1616 la Inquisición de la Iglesia Católica declaró “formalmente herética”, además de “ridícula y absurda en su filosofía”. El heliocentrismo se había convertido en materia de discusión teológica a raíz de la obra de Galileo Sidereus Nuncius (Mensajero sideral), publicada en 1610. En ella el astrónomo aportaba sus observaciones telescópicas para apoyar la hipótesis heliocéntrica; una idea que, sin embargo, llevaba circulando en los tratados celestes durante casi un siglo.

 Galileo frente a la Santa Inquisición. Autor: Cristiano Banti (1857)

El heliocentrismo fue un planteamiento acariciado desde la antigüedad, atribuyéndose su primera formulación en el mundo occidental al matemático griego Aristarco de Samos en el siglo III antes de Cristo. Sin embargo, fue el polaco Nicolás Copérnico quien en 1543 refutó el sistema geocéntrico de Ptolomeo en su libro De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de las esferas celestes), publicado poco antes de su muerte y que originó otra expresión prestada de la ciencia a la lengua popular: el giro copernicano. Pero aunque la obra de Copérnico se considera fundacional de la ciencia astronómica, curiosamente en su día la teoría copernicana no levantó los recelos de la Iglesia Católica, que la contemplaba como una hipótesis matemática y no como un fenómeno físico real.

Fue Galileo quien transformó el heliocentrismo en una explicación de la naturaleza, al lograr una observación del firmamento inédita hasta entonces gracias a su invención en 1609 del primer telescopio funcional. Entre otras razones, las cuatro lunas de Júpiter descubiertas por Galileo refutaban la idea de que todos los cuerpos celestes giraban alrededor de la Tierra como centro del universo, y las fases de Venus sugerían que este planeta orbitaba en torno al Sol. La defensa del heliocentrismo como una idea práctica comenzó a incomodar a la Iglesia Católica, que mantenía la interpretación literal de la Biblia según la cual la Tierra es inmóvil, mientras que el Sol sale y se pone.
Pero de hecho no fue la publicación de la obra de Galileo lo que comenzó a suscitar la reacción de la Iglesia, sino una carta que el astrónomo envió en 1613 a su antiguo alumno Benedetto Castelli, y en la que sugería que la interpretación de la Biblia debía ser flexible y no contradecir las observaciones de la naturaleza. En febrero de 1615, una copia de la carta llegó a manos de la Congregación del Santo Oficio, que el 19 de febrero del año siguiente convocaba una comisión de teólogos para dictaminar sobre las afirmaciones de Galileo. Seis días después, la comisión publicaba su veredicto, ordenando a Galileo mediante un requerimiento que abandonara su "opinión de que el Sol se sitúa en el centro del mundo y la Tierra se mueve", y que se abstuviera de "sostenerla, enseñarla o defenderla de cualquier manera, oralmente o por escrito". De otro modo, proseguía el documento, el Santo Oficio emprendería "procedimientos contra él". Según precisa el acta del dictamen, Galileo "accedió a este requerimiento y prometió obedecer".

Escenografía del sistema mundial copernicano. Autor: Andreas Cellarius (1661)


A raíz de aquel episodio la Iglesia prohibió las obras de Copérnico y Galileo. Sin embargo, en 1632 el italiano se ratificaba en sus ideas en su obra Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, lo que le llevó a ser juzgado por la Inquisición. El 22 de junio de 1633 el astrónomo era condenado por herejía y sentenciado a prisión indefinida, lo que le llevó a abjurar de sus ideas por escrito y a dar pie a la leyenda de la frase que difícilmente llegó a pronunciar. Al día siguiente su pena fue conmutada por un arresto domiciliario. La prohibición de las obras de Copérnico y Galileo se mantuvo hasta 1835, y no fue hasta 1992 cuando el Papa Juan Pablo II reconoció "el error de los teólogos de la época”, precisando que "a la Biblia no le conciernen los detalles del mundo físico, cuya comprensión es competencia de la experiencia y el razonamiento humanos".
Sin embargo, para el jesuita y astrónomo George Coyne, antiguo director del Observatorio Vaticano, la declaración de Juan Pablo II perpetúa "un mito" al referirse al caso de Galileo como una "trágica incomprensión mutua". “Es un caso histórico genuino de un contraste real y continuado entre una estructura eclesiástica de autoridad intrínseca y la libertad para buscar la verdad en cualquier empeño humano”, valora Coyne. Según el astrónomo, no se ha reconocido explícitamente la “tragedia” que supuso poner fin a la carrera del que fue “un pionero de la ciencia moderna”.
Galileo murió en 1642, ciego a causa de un glaucoma y aún en arresto domiciliario. ¿Eppur si muove? Lo cierto es que nunca rompió su juramento. Poco antes de morir, escribió: “La falsedad del sistema copernicano no debería ponerse en duda de ninguna manera, y sobre todo no por nosotros católicos, que tenemos la innegable autoridad de las Sagradas Escrituras, interpretadas por los mejores teólogos”. Pero también añadió: “Si las observaciones y conjeturas de Copérnico son insuficientes, las de Ptolomeo, Aristóteles y sus seguidores son en mi opinión aún más falsas”.







Javier Yanes para Ventana al  Conocimiento















jueves, 25 de febrero de 2016

CAPOTE




Truman Capote sin máscaras

Winston Manrique Sabogal










Tiene dos años. Su madre va a una fiesta y lo deja encerrado en una habitación de hotel con la única compañía del propio llanto. Ahí está; esa parece ser la semilla de la que emergerá el Truman Capote literario que aprenderá a ver en la oscuridad. Es el primero de un rosario de abandonos y desencantos, al que sigue el divorcio de su madre, Lillie Mae Faulk, quien lo envía a vivir con cuatro años al campo en Alabama con unas tías. Para sobrevivir, aflora el niño prodigio que aprende a escribir y a leer solo y, ya desde los nueve o diez años, cambia el llanto por una voz con la que empieza a escribir en secreto sobre los laberintos de la soledad, la marginalidad, la temporalidad y los sentimientos impregnados de orfandad y desconsuelo amoroso.

























Entre 80 y 70 años estuvieron guardados esos primeros latidos de la voz de Truman Capote (Nueva Orleans, 1924-Los Ángeles, 1984), que ahora ven la luz en español bajo el título Relatos tempranos (Anagrama). Son una veintena de relatos y una docena de poemas escritos entre 1935 y 1943, con los que el autor intentaba conjurar las heridas de la infancia, probaba las máscaras que habría de poner a su vida con unos argumentos y un estilo que le darían la gloria literaria, con obras como Otras voces, otros ámbitos, Desayuno en Tiffany’s, Música para camaleones o A sangre fría, que ensancharía las formas del periodismo.


Historias rescatadas

El asomo a la génesis de ese mundo inédito se ha reunido por primera vez en este volumen, que recoge 14 de esos cuentos. Historias que en el verano de 2014 fueron sacadas de la oscuridad donde dormían en una de las 39 cajas de cartón que el autor legó tras su muerte a la Biblioteca Pública de Nueva York. El otoño pasado, se publicaron en Estados Unidos. 










En su prólogo, Hilton Asl, crítico de The New Yorker, analiza el hallazgo; en el epílogo, Anuschka Roshani, editora alemana de Kein & Aber, quien descubrió los relatos junto a Peter Haag, director de dicho sello, repasa las conexiones entre vida y obra del autor.
No es la pérdida lo que late en esas narraciones precoces. Son las huellas, los estragos del abandono, el deseo y la lucha por encontrar a quién amar y ser correspondido. Es la oscuridad de aquel cuarto de hotel que no lo abandona. Para salir de allí, el niño Truman Streckfus Persons, su nombre verdadero, aprende a ver en la oscuridad. Desarrolla una mirada distinta sobre el mundo. Se siente en la orilla de la vida. Se vuelve un observador agudo, acerado, crítico y hasta divertido, y, a veces, pérfido. Esa será el arma con la que se defenderá, al tiempo que será admirado por unos y rechazado por otros.
Ese ecosistema íntimo se aprecia en relatos como Los caminos se separan, La señorita Belle Rankin, Hilda, La polilla en la llama, Esto es para Jamie, sobre su deseo de una madre ideal, o Tráfico Oeste, sobre la fe y la ley, con escenas breves, nítidas y detalles que anticipan ya su futuro estilo.


“Las historias ocurren en mundos donde imperan el machismo y la pobreza, y la confusión y la vergüenza que tales lacras engendran. Estos relatos son precursores de Otras voces, otros ámbitos, cuya mejor lectura sería la de un reportaje sobre el terreno emocional y racial que contribuyó a formarle”, escribe Asl. "Lo que hallé más interesante en estos relatos, a pesar de las limitaciones de Capote, fue que siempre brilló a pesar de su amaneramiento y que deseó expresar su forma de ser en una época que no era segura para los gays porque eran arrestados en EE UU". Y añade el crítico: “Capote concebía la verdad como una metáfora tras la que ocultarse, la mejor forma de mostrarse ante un mundo no precisamente cordial con un ‘marica’ nacido en el Sur y con una voz aflautada”. En esos relatos ya destaca la mirada del reportero con descripciones minuciosas y los primeros acordes de la tensión triangular entre las personas, los sentimientos y el lugar.
Su letra pequeña como de camino de hormigas y sus hojas amarillentas a máquina con tachaduras aquí y allá “muestran que Capote entendía la escritura como un arte que trabajó con autoexigencia”, dijo Peter Haag cuando hizo público el descubrimiento de las narraciones.


Textos maduros

Capote siempre dijo que empezó a escribir a los ocho o nueve años. Nunca se supo de esos relatos, hasta que Haag los encontró en una caja en la que se podía leer High School Writings. Se dio cuenta de que solo unos pocos los había publicado en una revista. Comprobó que tenían un valor en sí mismos, que no eran solo los escritos de un niño y un adolescente que se ha propuesto ser escritor. Son los trabajos que precedieron a su debut con su relato Miriam, publicado en 1945 en la revista Mademoiselle.
Supone una novedad más importante que la de 2004, cuando en una subasta apareció la que pasaría a ser su primera novela: Crucero de verano, una historia que Capote empezó con 19 años, justo después de los escritos ahora revelados.
Son unos textos “maduros desde un punto de vista dramatúrgico y lingüístico, pero también sentimental; con gracia en el tono y, si es que existe tal cosa, repletos de inteligencia emocional”, destaca en el epílogo Anuschka Roshani. Capote deja entrever, agrega la editora, “un acceso natural a una verdad poética superior. Su elegante polifonía resuena desde sus primeros tanteos literarios”.
Es la búsqueda de un paraíso materno y familiar nunca tenido. Fue un hijo indeseado. Es la nostalgia enigmática por lo negado y desconocido, pero anhelado. En su caso, el amor. Esa es su plegaria. Una de ellas la transfigura en el relato Si te olvidara, la historia de una joven cuyo novio se marcha del pueblo, pero en vista de que él no se va a despedir de ella decide acudir a su casa. Cuando está en la cima del camino, se detiene y aquí se escucha la voz del adolescente Truman Capote como auténtico credo de vida:

“Mientras no le dijera adiós lo tendría para ella. Se sentó a esperarle en la suave hierba de la noche, a un lado del camino.
—Mi esperanza— se dijo, con la mirada fija en el cielo oscuro lleno de luna— es que no me olvide. Supongo que es lo único que tengo derecho a esperar”. 




















miércoles, 24 de febrero de 2016

METIDA DE PATA...



El poema no era de Borges...

Carlos E. Cué













Ahora parece muy evidente que Matteo Renzi, el primer ministro italiano, metió la pata hasta el fondo. Pero en ese momento nadie pareció darse cuenta. Renzi, cuya visita de dos días a Buenos Aires ha causado un fuerte impacto en Argentina -hacía 18 años que no viajaba un primer ministro italiano- ofreció un sentido discurso sobre la emigración, los vínculos Italia-Argentina -"hay 900.000 italianos eneste país, más que en Bologna"- y los problema de Europa ante unas 500 personas en el aula magna de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, la universidad pública argentina por excelencia. En primera fila estaban varios embajadores importantes, incluido el nuncio, ministros, catedráticos, investigadores. Al final, todos aplaudieron en pie con mucho entusiasmo. Aparentemente, nadie notó, a pesar de que estaba en Buenos Aires, que Renzi acababa de leer en castellano con fuerte acento florentino un poema que atribuyó a Borges pero no es de Borges.
Los asesores de Renzi, que le escriben los discursos como a todos los primeros ministros, debieron pensar que no había mejor manera de halagar a los argentinos que leyendo un poema del mayor genio de la literatura patria. Pero en vez de buscar en sus libros, lo hicieron en internet. Y allí encontraron -está en muchas páginas diferentes- un supuesto "poema a la amistad" del autor de El Aleph. El contenido era ideal para hablar de las relaciones fraternales Italia-Argentina. "Somos dos naciones hermanas", insistía el primer ministro.
Ahora todos los borgianos, que en Argentina -y en Italia y España- son legión se llevan las manos a la cabeza. ¿Cómo alguien pudo pensar que Borges escribiera algo tan cursi? Pero pasó todos los filtros, incluido el del selecto público de la universidad de Buenos Aires -también este cronista- y nadie se dio cuenta hasta que la prensa italiana se puso a rebuscar.

Renzi leyó este fragmento:

No puedo darte soluciones para todos los problemas de
la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores,
pero puedo escucharte y compartirlo contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes
y no caigas.

El italiano insistió varias veces en que el poema era del gran maestro Borges. "Eso no es de Borges ni es borgeano. Renzi no es un hombre versado en literatura, ni argentina ni universal, eso lo hacen los ghost writers, que no buscaron en los libros sino en internet. Y en la web hay que saber buscar", se ríe Rodolfo Terragno, un intelectual y político argentino, experto en Borges, que acaba de ser nombrado embajador ante la UNESCO.
"Esto le pasa mucho a Borges. Se pueden incluso leer supuestas entrevistas suyas con frases que él nunca dijo ni diría, son respuestas antiborgianas. Ese poema a la amistad parece más de Sor Juana Inés de la Cruz que de Borges", bromea Terragno.
Él cree que el autor de "Historia universal de la infamia" no se habría indignado si aún viviera. Habría ideado alguna ironía hiriente. "No me gusta hablar en su nombre porque es precisamente lo que critico. Pero él tenía un estilo claro. Cuando tuvo una polémica muy fuerte con Ernesto Sábato, le plantearon la cuestión y él contestó a su manera: "Me dicen que en Europa los libros de Sábato se venden con una faja que dice "el rival de Borges". Qué extraño, a los míos nunca le pusieron una faja que diga "el rival de Sábato". Ese era Borges, así habría reaccionado", se ríe Terragno.
Lo que tampoco sabemos es qué le pasó al asesor de Renzi que hizo esta gaffe, como la llaman en Italia. No es la primera de un primer ministro bastante acostumbrado a ellas.












martes, 23 de febrero de 2016

ASÍ SENTIMOS




Esta es la diferencia entre tristeza y depresión

Raquel Rivera








Para sentirnos tristes, tenemos que vivir experiencias dolorosas, frustrantes, desafortunadas, estresantes: la pérdida de un familiar, un divorcio, el desempleo, una grave enfermedad, la enemistad…. Pero para sentirnos deprimidos, no es necesario que se haya cruzado un hecho dramático, lamentable, hiriente. La depresión es resultado de la interacción de varios factores: genético, cambios neurobiológicos y ambientales. “La tristeza es una emoción básica que experimentamos por situaciones negativas: cuando muere un ser querido, no se cumplen las expectativas personales… Es como el miedo, la rabia, el asco", explica Luis Caballero, vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría.
"En cambio, la depresión es una enfermedad, en el sentido psiquiátrico, en la que hay una tristeza patológica que es intensa y más duradera y que está asociada a otros síntomas. Estos son la anhedonia (la incapacidad para sentir placer), la abulia (notable falta de energía), la pérdida de peso y apetito, trastornos del sueño, fatiga, dificultades para concentrarse, y sucesión de ideas reiteradas de sentimiento de culpa, preocupación excesiva por la salud y fantasías suicidas”, agrega el experto.
La depresión puede desencadenarse por los hechos trágicos enumerados al principio. Pero también, sin causa externa que la justifique. “Puede surgir en una vida normal, sin pasar por situaciones estresantes”, expone Caballero, que, además, es jefe del servicio de psiquiatría y psicología clínica del grupo HM Hospitales CINAC.
Un aspecto para diferenciar la tristeza de la depresión es la duración. El estado de ánimo depresivo con pérdida de interés y agotamiento, dura, como mínimo, dos semanas.
Los cambios químicos del cuerpo influyen en el estado de ánimo, y los procesos de pensamiento y factores biológicos contribuyen en algunos casos de depresión. Un trastorno, que según indica José Ángel Arbesú, coordinador del Grupo de Trabajo de Salud Mental, cuando se manifiesta con intensidad afecta a la funcionalidad de la persona que lo sufre –tanto personal como familiar y social.
Para este especialista, “se ha frivolizado con la palabra depresión”; y entre las causas, menciona que se confunde también con otros problemas de salud mental. Por ejemplo, el trastorno adaptativo. “Es un proceso de tristeza que dura unos seis meses y que presenta síntomas depresivos, pero no lo es realmente, como ocurre con la pena cuando perdemos un trabajo o a un ser querido”.
Existen señales sutiles que pueden ayudar a identificar la depresión, según indica la American Psychological Association, como la pérdida de identidad o de autoestima.

Una genética predispuesta

¿Ha influido en un repunte de consultas por cuadros depresivos? "Ha podido desencadenar cuadros mixtos de ansiedad y depresión en personas predispuestas a ello, porque la depresión siempre se produce por la interacción de varios factores, genéticos y externos”, incide el doctor Caballero.
¿Y cómo incide el factor genético? “Convierte a una persona en vulnerable ante situaciones adversas”, señala José Ángel Arbesú. También, existe la depresión endógena, en la que el componente biológico y genético pesa tanto que el trastorno se puede hacer crónico y más profundo.
La depresión afecta a entre el 4 y 5% de la población en España, y el riesgo de padecer un episodio es el doble entre las mujeres debido a factores sociales y hormonales.

Otra diferencia con la tristeza es el daño físico. Según Luis Caballero, la enfermedad se enmascara en ocasiones con síntomas que son la punta del iceberg. De hecho, hay veces que, por error, "se trata un cuadro de pérdida de peso, fatiga crónica o problemas de colon irritable, pero no se aborda la depresión, que es lo que está de fondo”, advierte el doctor.
Identificar las causas que conducen a la depresión es el primer paso para tratarla, con ayuda profesional y la esperanza de una luz al final del túnel. Cuando el enemigo es la tristeza, hay estrategias más sencillas, como llamar a un amigo una desabrida tarde de domingo.




Fuente: Buenavida. 













lunes, 22 de febrero de 2016

LA FAMA SEGÚN WARHOL




15 frases célebres de Andy Warhol, una por cada minuto de fama

Héctor Llanos Martínez / Anabel Bueno Ballesteros *






La frivolidad es el último reducto de aquellos que cuentan con el dudoso don de la lucidez. Con sus palabras y su arte, Andy Warhol parecía aferrarse a ella para sobrevivir. No sabemos cuando nació, porque el artista admitió haber falsificado su partida de nacimiento, pero sí está clara la fecha de su muerte: falleció un 22 de febrero hace 29 años.

Convirtió lo mundano en especial, la fama en arte y lo efímero en norma; Warhol no era un creador, sino un recreador. Así lo aseguraba él mismo, pero es indudable su condición de visionario. Hizo de las galerías de arte estantes de supermercado y con sus polaroids predijo la era de Instagram. No impuso sus patrones, más bien supo intuir el siglo XXI y la verdadera identidad de la sociedad de consumo. Estas son 15 de sus citas más célebres, una por cada minuto de fama prometido.



























* Publicado en Verne




















AMOR GATUNO




Averigüe si su gato le quiere tanto como lo haría un perro

Carolina Pinedo












"Si lo llamo, ni me mira". "Cuando le acaricio, se lame todo el cuerpo, como si lo acabara de ensuciar". "Cada vez que lo quiero agarrar, huye despavorido". Son lamentos habituales de personas con gatos, que aman a sus felinos pero no encuentran en ellos la reciprocidad esperada, al menos según los cánones populares. El motivo es que los códigos de comunicación de los gatos son muy distintos a los de la otra popular mascota, el perro. Es cuestión de observarlos detenidamente. Pero, para los despistados, desplegamos el traductor de gestos amorosos gatunos: 14 señales inequívocas de que su gato le quiere (aunque le arañe de vez en cuando).

1. Se tumba en el sofá junto a usted. No se engañe: el gato es un animal social, aunque en menor medida que el perro. Pero siempre encontrará un rato para sentarse, furtivamente, en el sofá junto a usted. Cuando no lo haga, respételo. "El gato necesita sus momentos de soledad”

2. Le da golpecitos con la cabeza. Es su contacto físico favorito. Como el de Rubi, de 12 años, que reclama así la atención de su joven dueño, David, de 18: “Cuando estoy en el sofá, le gusta acurrucarse en mis piernas o ponerse a mi lado, me da topetazos con la cabeza para que le acaricie y ronronea”. Los veterinarios y conocedores del comportamiento felino,  aseguran que ese tipo de comportamiento por parte de los gatos es social y tiene como finalidad mostrar hacia la persona a la que va dirigido sentimientos como la aceptación, el apego y el amor.

3. Le mira y maúlla. Los perros no tienen la exclusiva de expresarse verbalmente con sus ladridos frente a ciertos estímulos. Los gatos también lo hacen. "Son capaces de emitir alrededor de una veintena de vocalizaciones diferentes (maullido, ronroneo, bufido), según requiera el contexto comunicativo”, explica Belén Montoya, veterinaria, especialista en gatos y miembro de la Sociedad Internacional de Medicina Felina (ISFM, por sus siglas en inglés). 

4. Ha aprendido a no arañarle. Aunque a veces se le escape, habitualmente no usa su piel para hincar las uñas. Agradézcaselo. Porque los gatos son muy rutinarios; y cualquier cambio les estresa, les hace perder los nervios. No es tan fácil enseñar a un gato a que no arañe como a un perro que no muerda, según dicen los expertos.

5. Huye de los invitados. Eso quiere decir que a usted le quiere y al resto de los humanos no. Con un poco de suerte, puede que a menudo se tumbe panza arriba para que usted le acaricie el abdomen.“Se trata de una postura de máxima vulnerabilidad para un felino, que es un depredador, así que si te permite acercarte en esa circunstancia, es que gozas de su completa confianza y aceptación”

6. Se enrosca entre sus piernas. Los felinos resultan expresivos con sus gestos faciales, posturas corporales y contoneos acrobáticos y seductores. Así lo hace Miu, un gato blanco y negro, de 4 años, cuya dueña, Montse Paredes, define como “muy cariñoso”. Sí, existen. Y estos felinos caminan sinuoso al lado de sus dueños y les rozan los tobillos, demostrando así su cariño gatuno.

7. Si vuelve de un viaje, le espera junto a la puerta. Los dueños que se ausentan unos días del hogar aseguran que a su regreso notan que su gato les ha echado de menos. Un gesto para demostrarlo es estar al lado de la puerta cuando se llega a casa. “Los felinos, aunque son independientes, lo pasan mal en nuestra ausencia, porque son animales sociales y ritualistas”.

8. Mantiene los bigotes perpendiculares al hocico en su presencia. Lejos de resultar animales impasibles, los gatos son expresivos con su cara. Es cuestión de detenerse y mirar. "Si sus ojos permanecen redondos, cerrados o entornados, las orejas relajadas y los bigotes o vibrisas perpendiculares a su hocico, es que se encuentra a gusto”, describe Villén.

9. Ronronea cuando usted está cerca. Desmentidos los poderes curativos del ronroneo, toca rendirse ante su poderío amoroso. Si un felino emite esta vibración cuando está con su dueño significa que se encuentra en calma. Es el momento de acariciarle y corresponderle con caricias y mimos, como recomienda el Miguel Ibáñez, veterinario experto en comportamiento animal.

10. Le amasa con sus zarpas. Los felinos son animales muy olfativos. Dejan su rastro oloroso y captan las feromonas (partículas de olor) de personas y otros animales. Tres de las partes del cuerpo del gato que tienen la capacidad de dejar rastro olfativo son las almohadillas de sus patas, los pómulos y la barbilla. Por ello, cuando el gato mulle el regazo de su dueño con las zarpas delanteras, “le marca con su olor, para que quede claro que forma parte de su territorio y le quiere a su lado”, según explica la etóloga Helena Bat.

10. Le da un lametazo cuando se está acicalando. Los gatos son limpios por naturaleza. Les gusta acicalarse con su lengua áspera que arrastra suciedad y pelo sobrante. “El aseo felino es un momento de relajo y si, además, comparte ese momento de intimidad con su dueño es que siente apego por él. Sobre todo, si le regala algún que otro lametazo, que en el lenguaje gatuno podría equivaler a un abrazo humano”, comenta Bat.

12. Mueve la cola lentamente en su presencia. Los animales que tienen cola la utilizan como estandarte de comunicación y el gato lo hace a su manera para expresarnos su aceptación y apego: con movimientos lentos y sinuosos. Ocurre lo contrario cuando da rabotazos enérgicos y rápidos, que indican que está nervioso o alterado (al revés que en el caso de los perros).

13. Arquea el lomo cuando es acariciado. Vale, puede que le cueste horrores llegar a rozarlo, pero a veces sucede: el felino se relaja y usted se lanza a masajear su lomo. Entonces se sorprenderá ante la elasticidad del animal, cuya espalda se arquea de forma casi acrobática. "Me encanta que me acaricies, no pares", le sugiere. Aproveche: porque pueden que pasen meses hasta que se vea en otra igual.

14. Le hace ofrendas animales. Los felinos son hábiles cazadores y les gusta hacer alarde de ello con las personas que quieren y forman parte de su territorio. “En ocasiones, pueden cazar algún pájaro o encontrar un animal muerto y dejarlo en casa como regalo a sus dueños. Para los felinos se trata de una ofrenda amorosa”, aclara Helena Bat.











No todos son pardos

Cada felino es diferente, como en el caso de los perros. Los hay más y menos apegados, cariñosos y amorosos con sus dueños. Así lo corroboran los veterinarios del Grupo de Estudio de Medicina Felina: “Los gatos adultos y los gatitos muestran una considerable variación a título individual en cuanto a su simpatía hacia los humanos, tanto a los de la familia como a los desconocidos, e incluso entre los que son de una misma camada pueden darse diferencias notables. Uno podrá ser tímido y retraído, otro confiado y se pondrá a explorar la habitación, mientras que un tercero buscará la compañía de los humanos”.
Los gatos tienen fama de distantes y desapegados con sus dueños. “El comportamiento social de los perros es más similar al de las personas que en el caso de los gatos, que tienen relaciones menos basadas en la sumisión”, explica la veterinaria y experta en felinos Belén Montoya. Un gato es menos manejable y previsible en sus reacciones, “pero el hecho de que no haga en todo momento las cosas cómo y cuándo nosotros deseamos, no significa que no nos quiera. Simplemente, se relaciona y expresa de una manera distinta”, añade.
Conocedores de los gatos, consideran infundadas las conclusiones científicas que afirman la falta de vínculo afectivo entre gatos y personas. “Entre otras cosas, porque se suele cometer el error de comparar el comportamiento social de los perros y los gatos y no tienen nada que ver, ya que funcionan con códigos diferentes que hay que observar, comprender y descifrar”.