Trucos indetectables para persuadir a una persona de
cualquier cosa
Patricia Peyró Jiménez
Por más que uno sea asertivo,
educado y con buenas habilidades sociales, es frecuente encontrarse en
ocasiones en alguna situación incómoda o complicada en la relación con los
demás. ¿Cómo es posible resolver esos pequeños conflictos que tensan la cuerda?
¿Y conseguir ventajas sociales sin que se note demasiado el esfuerzo? Cuando
cortesía y buenas palabras no son suficientes, tal vez necesitemos un poco de
psicología.
En una situación de conflicto, el
éxito de nuestra comunicación residirá "en influir en la toma de
decisiones de la otra persona", según explica la psicóloga
Daniela Pittman, profesora de Habilidades Personales en la
facultad de Psicología de la IE University ( Universidad española del Instituto de Empresa).
Según matiza la psicóloga, “el
objetivo del emisor es convencer y cautivar la atención plena del receptor
respecto a sus ideas”. Para conseguirlo, “deberá interpretar las necesidades
del otro y observar su reacción para confirmar la eficacia y convencimiento de
su discurso”.
"Lo ideal es convencer de
forma racional, sin golpes bajos ni atajos, enfatizando el atractivo de nuestra
idea y dedicando tiempo suficiente a medir el interés del interlocutor”, asevera
la experta. Sobre todo, afirma, en los conflictos que se presentan a
diario con pareja, hijos y conocidos.
Una vez asimilada la teoría, la
aplicación resulta más compleja. ¿Hay una vía rápida para convencer a los
demás, gustarles e incluso estrechar lazos con ellos? Llámense argucias o
simple mano izquierda, esta guía le ayudará a lograrlo conflictos que se
presentan a diario con pareja, hijos y conocidos
Una vez asimilada la teoría, la
aplicación resulta más compleja. ¿Hay una vía rápida para convencer a los
demás, gustarles e incluso estrechar lazos con ellos? Llámense argucias o
simple mano izquierda, esta guía le ayudará a lograrlo
Para caerle bien a alguien,
recuerde su nombre
Según la psicóloga, escuchar
nuestro propio nombre nos produce una alegría inconsciente en el ego (efecto ego-boost).
"¿Qué trabajo nos cuesta repetir el nombre de la otra persona si sabemos
que le encanta oírlo y además nos lo vamos a meter en el bolsillo?”, opina
Pittman.
Esto sucede porque al escuchar
nuestro nombre se activan ciertas partes del hemisferio izquierdo del cerebro
involucradas en el placer y la atención, según concluye un
estudio realizado por el profesor Dennis P. Carmody, investigador de la Escuela de
Medicina Rutgers Robert Wood Johnson, en Nueva Jersey.
Elija bien el oído
La neuropsicología tiene un truco
para que la información que transmitimos sea recibida de forma positiva:
"la ventaja del oído derecho". Según experimentos científicos que contrastaban el efecto de
mensajes en los distintos oídos, si queremos pedir algo, nos conviene hacerlo
al oído derecho de nuestro interlocutor. La información recibida por este canal
se procesa en el hemisferio izquierdo, más especializado en los procesos
lingüísticos y vinculado a las emociones positivas, mientras que, según estos
estudios, el hemisferio derecho se relaciona más con afectos negativos.
Pero no solo nos servirá para
pedir un favor, también para entendernos mejor en una discoteca: Marzoli y
Tommasi, investigadores de la Universidad Chieti-Pescara (Italia), comprobaron que en este complicado escenario, elegir
bien a qué oído dirigirnos es fundamental.
¿Y aquí quién manda?
Recién llegados a un nuevo
trabajo o a grupo, sin conocer a nadie, lo mejor es identificar al líder y
ganárselo. Es poco probable que preguntemos directamente quién es, pero podemos
averiguarlo si observamos los detalles. Por ejemplo: ¿hacia quién apuntan los
pies del grupo? Sandra Burgos, docente e investigadora del liderazgo y la
inteligencia emocional en la Universidad de Santiago de Compostela y fundadora
de 30 K Coaching,
anota que los pies
suelen apuntar a nuestro foco de atención. Es decir: nos dicen quién es el
líder.
No lo digo yo...
Si nuestros argumentos no son
suficientes, el truco es citar a una tercera persona que aporte opiniones de
experto, según cuenta Miguel Moya, catedrático en Psicología Social, en su
libro Fundamentos de la Psicología Social. Este argumento forma parte de
la teoría cognitiva estudiada por el grupo de investigación de la persuasión de
la Universidad de Yale (Estados Unidos).
"Recurrir a una fuente que
resulte atractiva y fiable para nuestro interlocutor puede cambiar su actitud
ante nuestra opinión. Y, de este modo, será más fácil convencerles".
Nadie nota su ansiedad
Tenemos que hablar en público y
estamos como un flan. "Lo primero que tenemos que saber es que se trata de
un temor universal", explican Antonio Cano Vindel y Juan José Miguel
Tobal, catedráticos de la Universidad Complutense y autores del ISRA, una prueba de diagnóstico clínico en el
que se mide su relación con la ansiedad. Además, afirma, por lo general los
demás no notan nuestro nerviosismo y, de hacerlo, no lo perciben como algo
negativo.
Si se lo está preguntando, le
adelantamos que sí: imaginar a la audiencia desnuda funciona. “Mi truco es
hacer contacto ocular con tres o cuatro de las personas sentadas en primera
fila, e imaginar a los demás desnudos”, confiesa Pittman. De este modo, pudo
exponer su tesis en Harvard.
Y tan amigos de nuestros enemigos
Es imposible caer bien a todo el
mundo. "Toca aceptarlo y saber quién te compensa el esfuerzo y quién
no", recomienda Pittman. En cualquier caso, si sospechamos que una persona
va a hablar mal de nosotros deliberadamente, lo mejor que podemos hacer, según
la especialista, es buscar su compañía y aproximarnos a ella: la cercanía
ablanda las lenguas viperinas.
Tener pensamientos positivos
sobre esta persona tan poco querida, aunque le cueste su esfuerzo, también
ayudará a dulcificar la relación con ella, porque, según la psicología, resolverá la
disonancia cognoscitiva: "Si existe una tensión o incongruencia entre
lo que sentimos y lo que hacemos, cambiar el sentimiento puede
resolverla". La experta afirma que también es útil trabajar la empatía:
ponernos en el lugar de esta persona que nos cae mal (a nuestro pesar) nos hará
ver alguna de sus bondades.
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