Esta es la diferencia entre tristeza y depresión
Raquel Rivera
Para sentirnos tristes, tenemos
que vivir experiencias dolorosas, frustrantes, desafortunadas, estresantes: la
pérdida de un familiar, un divorcio, el desempleo, una grave enfermedad, la
enemistad…. Pero para sentirnos deprimidos, no es necesario que se haya cruzado
un hecho dramático, lamentable, hiriente. La depresión es resultado de la
interacción de varios factores: genético, cambios neurobiológicos y
ambientales. “La tristeza es una emoción básica que experimentamos por
situaciones negativas: cuando muere un ser querido, no se cumplen las
expectativas personales… Es como el miedo, la rabia, el asco", explica
Luis Caballero, vocal de la Sociedad
Española de Psiquiatría.
"En cambio, la depresión es
una enfermedad, en el sentido psiquiátrico, en la que hay una tristeza
patológica que es intensa y más duradera y que está asociada a otros síntomas.
Estos son la anhedonia (la incapacidad para sentir placer), la abulia (notable
falta de energía), la pérdida de peso y apetito, trastornos del sueño, fatiga,
dificultades para concentrarse, y sucesión de ideas reiteradas de sentimiento
de culpa, preocupación excesiva por la salud y fantasías suicidas”, agrega el
experto.
La depresión puede desencadenarse
por los hechos trágicos enumerados al principio. Pero también, sin causa
externa que la justifique. “Puede surgir en una vida normal, sin pasar por
situaciones estresantes”, expone Caballero, que, además, es jefe del servicio
de psiquiatría y psicología clínica del grupo HM Hospitales CINAC.
Un aspecto para diferenciar la
tristeza de la depresión es la duración. El estado de ánimo depresivo con
pérdida de interés y agotamiento, dura, como mínimo, dos semanas.
Los cambios químicos del cuerpo
influyen en el estado de ánimo, y los procesos de pensamiento y factores
biológicos contribuyen en algunos casos de depresión. Un trastorno, que según
indica José Ángel Arbesú, coordinador del Grupo de Trabajo de Salud Mental, cuando se manifiesta con intensidad afecta a la
funcionalidad de la persona que lo sufre –tanto personal como familiar y
social.
Para este especialista, “se ha
frivolizado con la palabra depresión”; y entre las causas, menciona que se
confunde también con otros problemas de salud mental. Por ejemplo, el trastorno
adaptativo. “Es un proceso de tristeza que dura unos seis meses y que presenta
síntomas depresivos, pero no lo es realmente, como ocurre con la pena cuando
perdemos un trabajo o a un ser querido”.
Existen señales sutiles que
pueden ayudar a identificar la depresión, según indica la American
Psychological Association,
como la pérdida de identidad o de autoestima.
Una genética predispuesta
¿Ha influido en un repunte de
consultas por cuadros depresivos? "Ha podido desencadenar cuadros mixtos
de ansiedad y depresión en personas predispuestas a ello, porque la depresión
siempre se produce por la interacción de varios factores, genéticos y
externos”, incide el doctor Caballero.
¿Y cómo incide el factor genético?
“Convierte a una persona en vulnerable ante situaciones adversas”, señala José
Ángel Arbesú. También, existe la depresión endógena, en la que el componente
biológico y genético pesa tanto que el trastorno se puede hacer crónico y más
profundo.
La depresión afecta a entre el 4
y 5% de la población en España, y el riesgo de padecer un episodio es el doble
entre las mujeres debido a factores sociales y hormonales.
Otra diferencia con la tristeza
es el daño físico. Según Luis Caballero, la enfermedad se enmascara en
ocasiones con síntomas que son la punta del iceberg. De hecho, hay veces que,
por error, "se trata un cuadro de pérdida de peso, fatiga crónica o problemas
de colon irritable, pero no se aborda la depresión, que es lo que está de
fondo”, advierte el doctor.
Identificar las causas que
conducen a la depresión es el primer paso para tratarla, con ayuda profesional
y la esperanza de una luz al final del túnel. Cuando el enemigo es la tristeza,
hay estrategias más sencillas, como llamar a un amigo una
desabrida tarde de domingo.
Fuente: Buenavida.
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