Ingrid Tempel
Me pregunto quién habita ahora las casas que abandoné
luego de llenarlas de besos, aromas y canciones
erigiendo un tótem invisible en la puerta de cada refugio.
He instalado mis posesiones en un nuevo territorio
violando quizás recuerdos ajenos
mientras los amantes de mis predecesores
son esas sombras que perturban mi descanso
cuando los rumores de la ciudad se detienen
y otro fracaso me derriba temblorosa
con los ojos irremediablemente abiertos
a la tentación de otras fugas.
De madrugada escucho las voces de mis padres
hablando de mí
reinventando el pasado.
Confieso que muchos años después de su muerte
sigo buscando palabras que me permitan reconciliarme
hasta que abuela canta una canción de cuna
y acaricia dulcemente mi cabeza
para engañar al insomnio que me lleva de regreso
a hogares lejanos ocupados por intrusos.
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