Errores que podemos evitar en el confinamiento
Los
psicólogos, marinos, tripulantes de submarinos, astronautas, expertos en
prisiones y las monjas saben qué hacer
De modo que así es
como se sienten un astronauta en su nave, un marinero en un submarino y un
preso en su celda. Enclaustrados. El confinamiento obligado por la pandemia
de coronavirus nos
ha situado de un plumazo en una nueva realidad, en la que nuestro mundo queda
reducido a las cuatro paredes del hogar. Sin vocación de ermitaños, no estamos
hechos para esta reclusión; menos aún cuando somos devotos del salir,
del contacto social, del sol, las terracitas y los atascos a las dos de la
mañana. Por todo ello,
parece razonable que la forzosa reclusión, aderezada con la incertidumbre por
su final y el miedo a la enfermedad, esté sumiéndonos en el aburrimiento, el
desasosiego y puede que en la desesperación más absolutos. Existen, en
cualquier caso, fórmulas para llevarlo mejor, de lo que podemos colegir que si
no lo hacemos es porque caemos irremisiblemente en alguno(s) de estos errores.
1. Pasar todo el
día hablando del coronavirus
Las nuevas
tecnologías permiten hablar y ver a los seres queridos por lejos que estén;
pero si la charla se limita a lamentarse por la epidemia o la cuarentena, puede
tener un efecto adverso en nuestra resistencia. "Está claro que la
urgencia de la situación hace que esté muy presente pero debemos buscar otros
temas de conversación. Centrarnos en este produce una sobrecarga y lo
único que va a hacer es aumentar nuestros pensamientos y, por tanto, nuestras
emociones negativas al respecto". Mejor hablar de fútbol ... ah, no, que
no hay.
2. Seguir las
noticias constantemente
Preocuparse por la
pandemia nos lleva a querer estar al día de nuevos datos, pero esto puede
derivar en una malsana sobreinformación. "Un flujo casi constante de
noticias sobre un brote puede hacer que cualquiera se sienta ansioso o
angustiado", advierte un informe de la Organización Mundial de
la Salud (OMS). "Busque actualizaciones de información y orientación
práctica en momentos específicos durante el día por parte de profesionales de
la salud y el sitio web de la OMS, y evite escuchar o seguir rumores que le
hagan sentir incómodo". La infodemia "puede ser
muy nociva y provocar sensaciones de desasosiego que son absolutamente
contraproducentes". Información, sí, pero la justa.
3. Ser insolidarios
No hay más que
bajar al supermercado para darse cuenta de que el miedo hace a algunos más
egoístas: arrasan con todo o intentan colarse en la caja para salir antes. "En tiempos de crisis, salen instintos muy primarios que tienen que ver
con la pura supervivencia. Y uno de ellos es que dejo de mirar tanto al
prójimo. Debemos recordar que lo que nos hace humanos es la capacidad de
racionalizar. Seamos conscientes de que estamos bien abastecidos, y
de que es tiempo también para la solidaridad y pensar en el otro. Tenemos que
fomentar esa parte más humana". Que aseguren que los animales no se
contagian no significa que debas comportarte como ellos.
4. Descuidar la
higiene personal
Como no nos va a
ver nadie... Dejar de ducharse a diario, erradicar el afeitado o posponer
el cepillado de dientes quizá nos aporte comodidad, pero no es
positivo, como pone de manifiesto un dosier de la Fundación de Salud
Mental del Reino Unido a propósito de la vida en prisión. "Construir
una rutina de higiene regular puede ayudar a dar consistencia a la vida en un
ambiente de prisión. Ducharse y afeitarse todos los días son objetivos simples
que marcan una gran diferencia en nuestra autoestima. Estos pueden ser de gran
ayuda para protegernos de una mala salud mental".
5. Quedarnos
nuestros temores para nosotros mismos
Tratamos de poner
nuestra mejor cara en las videollamadas, pero ¿por qué no transmitir a nuestros
seres queridos nuestras inquietudes? "Puede ser una forma de lidiar con un
problema que llevas en la cabeza un tiempo", señala el mismo escrito sobre
los reclusos. "Hablar con alguien que está experimentando la misma
situación puede ayudar a sentirse menos aislado y más apoyado". Si
tu psicólogo ha desaparecido (muchos no lo han hecho), desahógate con tu
cuñado.
6. Ser negativos
Este complicado trance
invita a albergar pensamientos agoreros. "Esto puede llevar a sentirse
ansioso, culpable o enojado", afirma el citado informe británico. "El
pensamiento negativo puede volverse habitual y, con el tiempo, conducir a
la depresión o convertirse en una barrera para realizar cambios y mejoras
en nuestras vidas". Así propone evitarlo: "Sea más consciente de sí
mismo: intente identificar y comprender de dónde provienen los pensamientos
negativos. Sea más autodisciplinado: identifique cuándo tiene pensamientos
negativos y cómo le impactan. Las declaraciones positivas pueden alentarnos a
enfrentar situaciones difíciles. Intente crear una lista de frases positivas
que pueda usar". Sí, los mensajes que pegan los niños en las ventanas
parece que ayudan.
7. No esforzarnos
en estar relajados
Hay estudios que
dicen que técnicas como el mindfulness son útiles para tratar la
ansiedad y los problemas de salud que se derivan de ella (los
coronarios son solo un ejemplo). "Practicar una técnica de relajación nos va a ayudar a bajar nuestro
estado basal de actividad, nuestra preocupación, y debemos buscar un tiempo
para ejercitarlo". Es hora de desempolvar las barritas de incienso que
compraste hace 15 años en aquel viaje a la India.
8. Beber, comer o
fumar demasiado
La imposibilidad de
salir puede llevar a consumir desmedidamente los recursos que tenemos en casa,
ya sea en la despensa, en el armario de las botellas o en el cajón del tabaco.
Esto aporta un placer tan instantáneo como efímero. "No hay duda de que el
alcohol y otras drogas harán que las personas se sientan mejor a corto
plazo", admite el psiquiatra Chris Palmer, profesor asistente de la
Universidad de Harvard. "Sin embargo, si esta pandemia persiste durante un
largo período de tiempo, o si esta recesión económica continúa, es previsible
que algunas personas desarrollen un problema con el consumo de alcohol o
drogas. A veces puede ser difícil detenerlos una vez que las cosas vuelven a la
normalidad". Y salir al balcón a cantar patria querida sobra:
mejor siempre Resistiré.
9. No hacer deporte
El ejercicio
físico no solo contrarrestará los excesos anteriormente descritos, sino
que mejorará nuestro estado de ánimo. "Además de divertido, nos mantendrá
en forma y aumentará las sustancias estimulantes de nuestro cuerpo que nos
hacen sentir bien. Reduce los síntomas de depresión y ansiedad, mejora el
funcionamiento de nuestro cerebro, activa nuestro cuerpo y aumenta la sensación
de bienestar". Un estudio de
2003 sobre el impacto psicológico de la vida en submarinos sostiene que la
actividad física "puede ayudar a calmar psicológicamente problemas
que surgen de vivir en un ambiente confinado y estresante". Y si te
esmeras, cuando esto termine sorprenderás a todos con tu nuevo yo.
10. No ser
creativos
Trabajar,
supervisar las tareas escolares, preparar la comida… ¡Echémosle imaginación
para salir del sota, caballo y rey! Aprovechemos la ocasión para acometer
pequeños cambios en la decoración de la casa (en los que pueden participar todos
los miembros de la familia), cocinar recetas diferentes, organizar
armarios… "La creatividad nos ayuda a adaptarnos de forma positiva a
esta situación y a generar herramientas para poder seguir adelante". Desmontar y volver a montar un mueble de Ikea
tiene un plus.
11. Dejarlo todo a
la improvisación
Toda vez que
nuestras rutinas se han visto profundamente modificadas, se impone
reorganizarlas concienzudamente y planificar qué podemos hacer, cuándo y cómo.
¿Cómo? Por ejemplo, elaborando una lista de la compra extensa que nos
ahorre el tener que salir a comprar a diario. " El orden externo influye en el orden interno. Nuestra mente
se organiza y evita situaciones más incontroladas que nos hacen estar
peor". Ahora es cuando lamentas haber comprado 12 paquetes
de papel higiénico y ni uno solo de folios.
12. Cuestionar el
confinamiento
¡De qué sirve estar
encerrados si sigue aumentando el número de contagios! Pensamiento erróneo.
"Entender que permanecer en casa es lo más correcto es imprescindible.
Debe ser una idea constante en nuestro pensamiento y en las conversaciones con
quienes nos acompañan en casa. Es probable que se hayan cometido errores. Pero
la situación depende mucho de nosotros mismos. Ser honestos y cumplir con las
recomendaciones es ahora, casi, nuestra principal responsabilidad". Para una cosa sobre la que
hay unanimidad entre los políticos, hazles caso: quédate en casa.
13. No saber
gestionar los problemas de convivencia
Las cosas dentro de la casa se magnifican…, ¿te suena la frase? Puede darse que el famoso mantra de Gran hermano se reproduzca en la tuya, donde ineludiblemente te relacionas con las mismas personas 24 horas al día. El marinero Andoni, acostumbrado a la soledad de su barco, propuso en su cuenta de Twitter algunas recomendaciones para lidiar con la clausura, entre ellas una sobre los conflictos familiares: "No los evites, soluciónalos. Habla con tu pareja. Si el problema de convivencia verdaderamente no tiene solución, hay que pasar al plan B: déjalo estar. El aislamiento siempre acaba y entonces llega la solución". Tampoco es plan de colapsar los juzgados de demandas de divorcio en mayo.
14. Modificar la
rutina de sueño
Ahora que
trabajamos desde casa, o no trabajamos, es fácil caer en la tentación de
acostarse tarde, levantarse a media mañana, siestear en la sobremesa… Así se
alteran los cronotipos, y eso trae consecuencias. "Si no echáis
siesta habitualmente, no lo hagáis ahora". "El
cuerpo se acostumbra a dormir un número de horas y si le sacas de esa
rutina luego cuesta mucho volver a ella. Además, luego cuesta horrores
descansar en condiciones por la noche y no hay nada peor que estar haciendo
teletecho". Bueno, en casa podrás conectarte a los informativos de TV, lo
que te llevará de vuelta al punto 2.
15. Contar los días
que faltan para el fin del encierro
Estamos deseando
que este desagradable brete pase cuanto antes, pero marcarnos una fecha
estimada y tachar días en el calendario —máxime cuando su término es impreciso—
no nos provocará más que agobio. El marino Andoni aporta un truco para aplacar
el desánimo: "Plantéate que vas a volver a la normalidad en más
tiempo del previsto. Si te mentalizas en que todo acaba el 1 de abril y
luego se alarga al 5, esos cuatro días son un infierno. A la contra, no sucede.
Si te mentalizas que regresas el 5 y al final es el 3, esos días son un
regalo". Dicho de otro modo: ponte en lo peor.
16. No llevar a
cabo actividades intelectuales
Mucha gimnasia,
mucho cocinar recetas exóticas, mucha videollamada, pero si no ejercitamos la
mente, estamos perdidos. Sobre este punto, la Inspectoría de Prisiones de Inglaterra y Gales (HM
Inspectorate of Prisons) expone que "los prisioneros que se dedican a
actividades intelectuales generalmente tienen mejor humor y autoestima, así
como niveles reducidos de estrés y ansiedad". Leer, escribir o pintar,
además de rellenar horas, reforzará el optimismo. También el tocar un instrumento que no sea la flauta dulce, la
cual provocaría una tortura adicional a tus vecinos.
17. No saber
combatir la claustrofobia
A las personas que
no soportan el verse aisladas en espacios pequeños les costará más adaptarse a
la nueva realidad. "Durante un ataque de pánico —indica el Servicio Nacional de Salud
del Reino Unido a propósito de la claustrofobia—
recuérdese que los pensamientos y sensaciones atemorizantes son una señal de
pánico y que eventualmente pasarán. Concéntrese en algo que no sea
amenazador y visible, como el tiempo que pasa en su reloj o artículos en
un supermercado. Los síntomas de un ataque de pánico generalmente alcanzan su
punto máximo en 10 minutos, y la mayoría de los ataques duran entre 5 y 30
minutos". Y si no, piensa en la playa desierta a la que irás este verano
cuando acabe la pesadilla.
18. No reservar
tiempo para uno mismo
Puede parecer
paradójico, pero es posible que a lo largo de estas interminables jornadas,
entre las videollamadas y los deberes de los hijos, no seamos capaces de
dedicar un rato a explorar nuestros sentimientos y nuestras necesidades. John
Bailey, tripulante y técnico de submarinos, resaltó en su cuenta de Twitter la necesidad de esa conexión interior.
"En el mar, el único lugar privado es tu litera. Dedica tiempo a tu
intimidad, inclúyelo en tu rutina. Incluso si tienes gente en la otra
habitación, toma un par de horas solos. Haz lo que quieras: una película de mierda, reza, practica yoga… Cualquier cosa que te sirva para
salir adelante". "Es conveniente buscar momentos de silencio
y soledad. En la organización del tiempo para estos días, también meted
espacios de oxigenación individual". Amén.
19. No formar
equipo con los tuyos
Pese a esos
instantes de recogimiento individual, aquellos que viven con otras personas
—muchos están pasando esta clausura solos— deben formar piña con familiares o
compañeros de piso. "Hay que adaptarse a las nuevas situaciones como un
equipo", ha escrito en un hilo de Twitter Anne McClain, astronauta y teniente coronel del
ejército estadounidense. "El líder mejora la capacidad del grupo para
ejecutar su propósito a través de la influencia positiva. Hay que establecer un
ambiente de confianza. Coopere en lugar de competir".
Repitamos todos juntos: ¿qué somos, leones o huevones?
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