Carminus
Amalia Bautista
No es una pesadilla y no es
un dulce sueño.
Empieza a amanecer, camino
sola
por calles de un lugar que
no conozco
en el que no me siento
extraña ni extranjera.
Aun así me sorprende cada
cosa,
la luz que va llegando a
las paredes,
el eco de mis pasos, el
olor de los patios
con naranjos y fuentes y
azulejos,
el temblor que me agita en
una esquina
(quizá el frío, quizá la
negra vida).
Abiertos los zaguanes a mis
ojos,
su frescor, su penumbra,
parece que me hablan
en un idioma antiguo que mi
sangre recoge.
Tantas puertas abiertas
como bocas,
pero tu voz no sale de
ninguna.
Y ninguna me llama por mi
nombre.
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