Permiso parental compartido entre madre y padre, uno de los sistemas
educativos más eficientes del mundo… El estado nórdico está haciendo todo lo
posible para garantizar a las jóvenes generaciones el mejor comienzo posible en
la vida.
Unas semanas antes del nacimiento de
un niño en Finlandia, llega este momento que todos los padres jóvenes están
esperando: la llegada, por correo, de la “baby box” que ofrece el
Estado. Por un valor total de 170 euros, la edición de 2022 contiene algo
más de cuarenta prendas, entre las que se encuentran un mono, siete bodis, tres
pantalones, un pijama, guantes, un libro, un babero... Todo en una caja de
cartón grueso de colores, de 70 x 43 centímetros, convertible en cuna para recién nacido.
La historia de la "caja de bebés" comienza en 1938. En ese
momento, solo se asignaba a las familias más desfavorecidas. La caja
contiene telas para confeccionar ropa de bebé, por un valor de un tercio del
salario mensual de un trabajador. El objetivo era triple: reducir la tasa
de mortalidad, aumentar la natalidad y ayudar a las familias
necesitadas. A partir de 1949, todas las familias tienen derecho a ella:
el principio es que cada niño, cualquiera que sea su origen social, conoce el
mismo comienzo en la vida. La única condición: someterse a un control
prenatal.
A lo largo de los años, la "caja de bebé" finlandesa, adoptada en otros lugares, se ha convertido en el símbolo de una política activa de salud materno infantil y de un estado de bienestar que cuida a sus ciudadanos desde la cuna hasta el ataúd. No es casualidad que el país de 5,5 millones de habitantes, designado cuatro años seguidos como “el más feliz del mundo”, también domine con sus vecinos nórdicos el ranking de los “mejores países para criar a sus hijos”.
A sus cuarenta años, Petra, directora de recursos humanos de una gran
empresa internacional especializada en equipos médicos, vivió durante ocho años
en Estados Unidos, con su marido estadounidense. Allí nacieron sus
hijos. Pero cuando se trataba de volver a trabajar, “todo se
complicaba mucho: el cuidado de los niños era caro, las jornadas eran largas”. Entonces
la familia decidió mudarse a Helsinki. Una elección de la que no se
arrepiente: “Realmente hay un equilibrio entre la vida privada y la
vida profesional, las escuelas son de muy buena calidad y es un entorno seguro
para los niños. »
En general, los finlandeses ingresan a la guardería entre su primer y
segundo cumpleaños. Antes, están en casa con su madre o padre, siendo los
padres jóvenes finlandeses los que, según un estudio publicado en 2017, pasan
más tiempo con sus hijos en los países de la OCDE. Entre las principales
reformas anunciadas por el gobierno de Sanna Marin, integrado
por una coalición de cinco partidos de centroizquierda, todos liderados por
mujeres: la del permiso parental. A partir de septiembre de 2022, cada
progenitor tendrá derecho a noventa y siete días de excedencia reservados para
él, y sesenta y tres días adicionales transferibles al otro progenitor.
Esta reforma, la ministra de Asuntos Sociales y Salud, Aino-Kaisa Pekonen, la presentó en febrero de 2020 como “la inversión del gobierno en el futuro de los niños y el bienestar de las familias”. Así, según la señora Pekonen, “se simplificará el reparto de las responsabilidades de los padres en la vida diaria y se fortalecerá la relación entre los dos padres y el niño desde una edad temprana” . También precisa que se trataba de una medida destinada a aumentar la igualdad de género, en un país que ocupa el quinto lugar en el índice de igualdad de género de la Unión Europea en 2021.
Una pequeña anécdota: desde 2020, tres ministras, incluidas las líderes
del Partido Verde y la Alianza de Izquierda, respectivamente ministras del
Interior y Educación, han tomado licencia por maternidad. Los tres también
han tomado la decisión de tener un hijo cuando ya estaban en el gobierno y sin
que ello suscitara el más mínimo debate en su partido o en el país.
Para las familias, después del permiso parental, el problema de la custodia se resuelve rápidamente. La mayoría de los niños van a guarderías: establecimientos municipales o privados. El coste varía según el sueldo de los padres, de 27 a 288 euros al mes para el primer hijo. El precio está disminuyendo para los hermanos y hermanas. Los pequeños finlandeses permanecen allí hasta su sexto cumpleaños, cuando ingresan a este sistema escolar considerado como uno de los más eficientes del mundo.
Para los habitantes, este sistema educativo es motivo de gran orgullo,
al que frecuentemente citan como una de las inversiones más valiosas del
país. En 2006, Finlandia causó sensación al ascender al primer lugar entre
los países de la OCDE en la encuesta realizada por el Programa para la Evaluación
Internacional de Estudiantes (PISA) . Sorpresa entonces:
el resto del mundo estaba descubriendo un sistema educativo centrado en la
colaboración más que en la competencia, poca o ninguna tarea, una autonomía
pedagógica muy fuerte y un lugar de elección dado a las actividades artísticas
y deportivas.
Según PISA, los jóvenes finlandeses son particularmente buenos en
lectura. Y como no podía ser de otra manera en un país que, con motivo del
centenario de su independencia celebrado en 2017, se regaló… una nueva
biblioteca. Construido en el corazón de Helsinki, a tiro de piedra de la
estación central, Oodi, un enorme revestimiento de madera y vidrio, hace un
lugar especial para niños y jóvenes, con una sala de lectura en forma de nido
para los más pequeños, estudios de música y juego. Habitaciones para
niños mayores.
Si bien Finlandia ha descendido levemente en la clasificación de PISA en
los últimos quince años, el país nórdico sigue siendo uno de los países donde
las desigualdades entre estudiantes y de una región a otra se encuentran entre
las más bajas del mundo, una verdadera proeza que se explica en particular por
la calidad de la formación docente sino también por el respeto a la profesión,
que la convierte en una profesión atractiva.
Resultado: jóvenes finlandeses que ocupan el quinto lugar en el estudio
sobre bienestar infantil realizado por Unicef en 2021; El 85% de los
jóvenes de 15 años dice tener un “alto nivel de satisfacción con la
vida”.
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