viernes, 20 de octubre de 2023

MERYL STREEP, PREMIO "PRINCESA DE ASTURIAS DE LAS ARTES"

 

Sin guión:  Antonio Banderas entrevista a Meryl Streep 

Mónica Parga




Meryl Streep con Antonio Banderas





La actriz se encuentra en Oviedo para recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes y, tras ser sorprendida en la mañana por una banda de gaiteros, ha participado en una charla junto a Antonio Banderas. Estos han sido los mejores momentos.

Meryl Streep aparece sobre el escenario y el público se pone en pie, estallando en aplausos y vítores. “Me siento como Taylor Swift”, expresa ante el abarrotado auditorio del Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo. La oscarizada actriz recogerá hoy viernes el Premio Princesa de Asturias de las Artes, y la capital ha querido homenajearla dedicándole antes un encuentro para celebrar su inigualable carrera en el cine. 

Bajo el título de “Sin guion”, ha sido Antonio Banderas –con quien coincidió en La casa de los espíritus (1993) y La lavandería (2019)– el encargado de mantener una distendida conversación en la que ambos han reflexionado sobre el deseo de ser intérpretes, el poder cautivador del teatro, los mayores retos de sus personajes y el complejo futuro del sector. Un fascinante diálogo entre amigos salpicado de geniales anécdotas.
Cuenta con 21 nominaciones a los Oscar, y a partir de hoy también puede presumir de haber sido recibida por una banda de gaiteros. Por la mañana Meryl Streep era sorprendida así a las puertas del Hotel la Reconquista y se ha animado a improvisar un pequeño baile, dejándonos una de las imágenes más memorables de la historia de los premios. Su agenda incluía un acto con estudiantes, tras el cual ha salido a almorzar con Antonio Banderas como prólogo a su charla de la tarde.


A continuación, algunos de los mejores momentos:

Cómo supo que quería ser actriz

“Cuando estaba en el instituto, participé en una obra llamada The Music Man. Era un musical y nunca había hecho nada parecido. Antes, a los 11 años, hice de robot, lo que podría ser útil en el futuro porque es a donde vamos todos… Pero en The Music Man, mi papel estaba en un palco, así que era la primera vez que salía a un escenario y veía a toda la gente. En un musical tocan primero la obertura y, no importa lo nervioso que estés, de repente aparece la música, te encuentras en la oscuridad entre bastidores, sales y estás en un mundo ya creado por la música. Me enamoré de ello. Al final todo el mundo se levantó y aplaudió, y entonces supe de verdad que era lo que quería hacer”


La influencia de sus padres

“A mi padre le encantaba tocar el piano. Era un hombre de negocios, pero cobraba vida cuando llegaba a casa y podía tocar y componer su propia música. Mi madre, periódicamente, como dos o tres veces al año, nos despertaba a mí y a mis hermanos y nos decía a cada uno individualmente: 'este es tu día. No tienes que ir a la escuela. Vamos a ir a Nueva York y vamos a ir al teatro'. Y nos llevaba. Vi el Man of La Mancha original, vi a Mary Martin en Peter Pan, todas esas increíbles actuaciones. Mi madre me dio su amor por el teatro como alimento”.


Las dudas al principio de su carrera

“Cuando era más joven, me parecía frívolo ser actriz. Me parecía una tontería, una vanidad. Solo fue al alcanzar la veintena cuando entendí el poder y el valor de ello, que no se trataba solo de complacerme a mí misma. Tuve dudas durante muchos años, incluso mientras estudiaba arte dramático, y participaba en obras y me encantaban. No estaba segura”.


Su etapa universitaria

“Los años 60 y 70 fueron una época de gran tumulto. La guerra en Vietnam, las huelgas estudiantiles… Había cierto miedo a hablar de la revolución. Me fui a una comuna de Vermont después de graduarme, fue una manera de escapar del tipo de militarismo de la izquierda que sentía en mi escuela. 
Cuando empezamos a ofrecer obras de teatro a gente de pueblos pequeños, sentí la conexión y pensé que era algo que quería tomarme en serio. Solicité plaza en diferentes escuelas de arte dramático. La cuota de solicitud de Juilliard era de 40, y pensé que era una barbaridad, y la de Yale costaba 15 dólares, así que fui a esa. No tenía dinero, trabajaba de camarera y participaba en obras por la noche. Conseguí una beca y trabajé todo el tiempo que estuve allí. A veces, cuando tienes que esforzarte por algo, cuando nadie te paga, descubres el valor que tiene para ti. Yo tenía 26 años, eran tres cursos, y en el último me inscribí en la escuela de Derecho porque estaba muy preocupada por el medio ambiente. Hasta que finalmente me di cuenta de que podía ser abogada medioambiental, podía ser camarera, podía ser una reina, podía ser todo lo que sale en las películas”.


Sobre su relación con la fama

“Me aterroriza. Tengo 74 años, debería estar acostumbrada, pero no lo estoy. Creo que mucha gente quiere ser actor para ser famoso. Yo nunca”.


La historia detrás de la marca que tiene en el brazo

“La época en la que participé en Shakespeare in the Park, alrededor de 1977, fue mágica. Todavía tengo la marca de Raúl Juliá –el actor con el que interpretó La fierecilla domada, fallecido en 1994– en el brazo. El primer ensayo, gesticulaba con un lápiz como si fuera una espada. Y me ‘apuñaló”


La falta de diversidad en Hollywood

“Nadie hace nada a menos que piense que va a ganar mucho dinero (...) Están lo que solían llamar ‘chick flicks’, películas que colocaban en un escalafón inferior. Luego llegó Ghost… La cuestión es educar a las personas que dirigen los estudios para que sepan que hay un público para cosas que no necesariamente les atraen, porque en general, las personas que dirigen los estudios son hombres blancos de 50 a 60 años, y lo que ellos piensan que es divertido es lo que se ve en las pantallas, porque eso es lo que les atrae. No se trata en absoluto de denigrar a los hombres, pero a nosotros nos gusta lo que nos gusta, y a ellos no les gustan esas otras cosas que no tienen nada que ver con ellos. Así que hay que demostrarles que ganarán dinero si hacen las otras cosas que no son específicamente sobre ellos. Así fue con El diablo viste de Prada, o con Barbie, que acaba de hacer mi amiga Greta Gerwig. Para una mujer es difícil conseguir financiación.


Sobre "El diablo viste de Prada"* y las protagonistas femeninas

“A los hombres les gusta esta película porque pueden identificarse con un personaje femenino. Lo más difícil para los hombres es ponerse en la piel de una protagonista femenina. Es más fácil para las mujeres, porque una niña pequeña se imagina que es Peter Pan, no quiere ser Wendy o Campanilla, quiere al personaje interesante. En la literatura, como mujeres y niñas, estamos acostumbradas a identificarnos con un protagonista que es un hombre. Pero en El diablo viste de Prada, yo hacía de jefa, tenía responsabilidades empresariales e intentaba mantener vivo un negocio. Y los hombres podían identificarse con ella. Esa fue la primera vez que los hombres se acercaban y me decían, ‘sé cómo te sentiste en esa película’. Y eso es algo increíble”.


Cómo estudia un guion

“De joven tenía una memoria realmente formidable. Leía un guión y si me encantaba, si entraba en él, no lo volvía a leer. Recuerdo que en La decisión de Sophie, cuando lo leí por primera vez, tuve que aprenderme las partes en alemán y las partes en las que hablaba polaco, pero el resto me llegó tan profundo que no tuve que volver a leerlo de nuevo".


Sobre su papel más difícil de interpretar


"Kramer vs. Kramer fue difícil porque se basaba en un libro que salió en los albores del movimiento por los derechos de la mujer, y fue una especie de respuesta en contra. Culpaba a una esposa que abandona a su familia. En el comienzo de la película yo dejo mis llaves y la tarjeta de crédito, y me voy, dejo a mi hijo de cuatro años en manos de su muy ocupado padre empresario, que no sabe lo que ha pasado. El resto de la película es el hombre conociendo a su hijo. Y entonces ella vuelve pidiendo la custodia del niño. Yo sabía que este libro, de alguna forma, desdeñaba la situación de la mujer y sus necesidades. Durante el rodaje, me quedé embarazada. En un momento dado tuvimos que volver a rodar el final. Yo sabía que faltaba algo en el guion. Gracias a la generosidad del director y de Dustin Hoffman, me dejaron hacer mi alegato en el tribunal y hablar por esta mujer que necesitaba marcharse o si no tendría un brote psicótico. Fue muy difícil porque no se trataba sólo de pedir a un público que entendiera este punto de vista, sino que también debía escribirlo yo misma”.
“Cuando fui a China hace unos 12 años, me sorprendió la cantidad de gente que me conocía, incluso cuando fuimos a las afueras de Beijing y Shanghai. El intérprete me dijo que después de la Revolución Cultural, Kramer vs. Kramer fue la primera película americana que se permitió en China, porque creo que pensaron que hacía que las mujeres americanas parecieran terribles, que las estadounidenses abandonaban a sus hijos. Pero muchas mujeres chinas pensaron, ‘oh, yo la entiendo”


La decisión de un personaje que ella cambiaría

“Mucha gente quería que saliera de la camioneta en Los puentes de Madison. Hoy he tenido un encuentro maravilloso con un grupo de muchacha/os de instituto que se han visto obligados a ver mis películas e imaginar escenarios alternativos. Y había tres chicas que me han dicho: 'Hemos visto Los puentes de Madison y tenemos un final alternativo. Yo pensé, ‘oh, ya sé qué van a decir’. Pero respondieron: ‘Creemos que ella debería salir de la camioneta, no marcharse con él, no irse con el marido, y seguir adelante”. (Meryl aplaude).






*"El diablo viste a la moda" en Argentina




























































































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