Tener amigos de otras generaciones puede mejorar tu vida
Patricia Fernández Marín
Las relaciones entre los jóvenes y los más mayores son un área por descubrir en la psicología. Varias investigaciones exploran los distintos efectos de estas conexiones para la salud mental.
En otoño de 1989 se estrenaba Magnolias de acero, la película que narra la historia de amistad entre mujeres de diferentes edades germinada en un salón de peluquería que nos conmovió a todos. Allí se reunían para hablar de sus miedos, dudas, vivencias y alegrías sin que la generación a la que cada una pertenecía fuese una barrera a la hora de mezclarse. Algo que no suele ser frecuente.
Tenemos tendencia a relacionarnos con personas de la misma edad, estilo y creencias. La amistad intergeneracional se ha estudiado poco desde la psicología y se ha descrito como desequilibrada. A la generación más joven se la ha señalado como la receptora de apoyo, mientras que a la de mayor edad se la ha denominado como aquella que aconseja. Ahora se empieza a demostrar que los beneficios en este tipo de relaciones son bidireccionales y que van mucho más allá de la simple conexión que se puede crear entre un maestro y un alumno.
Un artículo publicado en The New York Times a finales de agosto que recogía las voces de varios expertos señala que estas amistades ofrecen una nueva perspectiva sobre otras maneras de vivir. Eliminan los estereotipos generacionales y aprecian más lo que se tiene en común. También derriban prejuicios contra uno mismo porque el individuo narra con mayor respeto y prudencia la propia vida cuando se la cuenta a alguien de otra edad.
Así este tipo de relaciones generan menos comparaciones respecto a los hitos generacionales. Tampoco hay pugnas por saber qué vida es mejor, por lo que disminuyen los miedos existenciales. Son más generosas porque el tiempo que se dedica al otro se hace con menos prisa. Y algo muy importante: no se pierde la capacidad de diversión. Otra investigación publicada en la revista científica Cogitatio en 2021 respalda estos beneficios. En un artículo, la investigadora Korkiamäki concluyó que este tipo de relaciones de amistad desarrollan mayores experiencias de inclusión social y un sentido de pertenencia comunitario, además de contrarrestar la discriminación por edad.
En el intercambio de narrativas entre distintas generaciones se va reconstruyendo el pasado y el futuro. Aunque los valores y necesidades de cada generación sean diferentes, los juicios se atenúan. Los más jóvenes aprenden de la historia. Ser conscientes de la lucha y sacrificios de las generaciones previas obliga a una mayor responsabilidad sobre la conquista de unos derechos que no se pueden perder. Y tener amigos mayores puede ser una vía de acceso a oportunidades laborales que mucha gente no encuentra en su red de amigos o en su ámbito familiar. Los más mayores aprecian más sus propias experiencias, ya que reviven el pasado y recuperan la pasión de los años anteriores. Al hablar con aquellos de menos edad, les sorprende descubrir a una generación concienciada, sensible con las injusticias y dispuesta a aprender de los errores y los aciertos. Esta influencia mantiene el deseo de seguir estando activos y ocupados. Contagia tanto la pasión por aprender como la importancia de no dejar de formarse. A aquellos de mayor edad los ayuda a estar actualizados en conocimientos, como los relacionados con la tecnología.
Estas interacciones generacionales pueden no ocurrir de forma espontánea. Si uno tiene interés en cultivarlas, el punto de partida sería empezar a mostrar interés por conocer la vida, opiniones o preocupaciones de personas de otra edad, ya sea en el trabajo, en el colegio, en un club de lectura, en la universidad o en el vecindario. Otra posibilidad de inmersión en estas relaciones es apuntarse a un viaje de grupo donde estos beneficios se pueden comprobar personalmente en la convivencia. Pero, como con cualquier otra amistad, es el trato mantenido en el tiempo lo que genera un vínculo más profundo. En un momento donde la soledad no deseada crece tanto entre los mayores como entre los jóvenes, según el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada, resulta más necesaria que nunca esta mezcla entre generaciones, así como la creación de espacios y oportunidades de inclusión. El incremento de la longevidad hará que este intercambio sea cada vez más habitual, lo que acaba siendo un hecho vital para conseguir una buena estructura y dinámica social. Hay numerosos proyectos para esta finalidad, como el de Grandes Amigos. Este tipo de iniciativas tienen un profundo impacto en la salud mental por el apoyo y el cuidado mutuo.
La verdadera amistad aparece cuando no hay barreras. El budismo llama al buen amigo kalyana mitta (el amigo virtuoso). En sus textos, señala que el enemigo cercano de la amistad universal es la relación de amistad preferencial o particular. Tenemos, por tanto, una responsabilidad moral de elegir amigos diversos para con nosotros mismos y con los demás que sean testigos de nuestra existencia y se conviertan en todo nuestro patrimonio, como decía la escritora Emily Dickinson. El ciclo vital es inevitable, ya que el que hoy se siente joven mañana será mayor.
Patricia Fernández Martín es psicóloga clínica en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
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